Ser padre
“No sé su nombre.”
“No lo conozco".
Ese es el padre ausente. Percibí el impacto de su inexistencia mientras colaboraba en una entidad sin fines de lucro que cualificaba estudiantes para participar en programas educativos. Era obvio que la figura paterna no estaba en el panorama de esos niños y jóvenes. El vacío lo llenaron los familiares, y se habían adaptado a esa, su realidad.
Al otro lado de este abismo están los padres que son madres a la vez, de los que se escribe muy poco. Conozco a unos cuantos, bastantes. En su mayoría no reciben pensión alimentaria. No reclaman reconocimiento aunque se lo merecen. Simplemente han asumido las funciones que la sociedad le asigna a padre y madre.
Está el padre divorciado que se tiene que ocupar de sus hijos porque la madre se los entregó un día y se fue para no volver.
Está el divorciado que tiene que encargarse de los muchachos y llevárselos a vivir con él (aunque ese no fuera el arreglo legal), porque la mamá es una esloquillá que no sabe administrar el dinero, y menos su tiempo, parece que es alérgica a la limpieza y cree que los menores se crían solos.
Está el abuelo que se asume las responsabilidades de padre y madre (no importa si son casados que viven juntos) de los nietos, o de lo contrario, los nenes no llegan temprano a la escuela y se quedan esperando a la salida, no hay quién estudie con ellos, ni los lleve a las actividades extracurriculares ni los acompañe a las actividades escolares.
Gracias a Dios que estos hombres existen, que son responsables y sacan adelante a los menores, hijos de una madre ausente.
Conozco unos cuantos que alegan ser mejor cuidadores de los niños que la mamá.
Muchísimos otros hacen las veces de todas o algunas funciones de proveedor o coproveedor, maestro, consejero, amigo, chofer, tutor, cheerleader, cocinero, etc. ¡Y qué bueno! Es lo que tienen que hacer.
Una mayoría la componen los padres solteros, casados o divorciados, que organizan el hogar, con o sin su pareja, según sea el caso. No son ricos, ni famosos, ni héroes; son personas corrientes que aman y velan por sus retoños.
Uno de ellos era mi papá.
Papi era un tipo reservado, no hablaba casi de sí mismo. Le gustaba el vacilón, eso sí, aunque no bebía ni bailaba.
Recuerdo que me llevó a comprar mi primer carro, un Datsun automático, aunque yo no tenía licencia y apenas sabía guiar. Pude sacar el auto de la marquesina (por su salud mental y emocional) cuando le demostré que podía hacerme cargo del vehículo durante un viaje a la casa familiar en Fajardo. (Que conste, pasé el examen de guiar, con 71, y eso que fue la primera vez que estacioné en reversa).
Papi sirvió en el ejército, en la guerra de Corea, y estuvo destacado en Panamá. Decía que “después de Dios, los americanos”. Exhibía en su auto una pegatina sobre las fuerzas armadas que le ganaba elogios.
Él criaba aves y tenía tremenda mano con las plantas. Hacía un poco de todo, desde cambiar una cerradura hasta confeccionar (no montar, hacerlo) un mueble. Siempre estaba cuando lo necesitaba. Perderlo, por una impericia médica, fue un golpe brutal e inesperado. Jamás pasó por mi mente que un día él no iba a estar ahí.
Extraño su interpretación de las noticias, que veía sin falta a las 10 pm. Era el mejor analista político, con una lectura de los eventos de pueblo, realista, no contaminada de partidos o intereses. Extraño y extrañaré su paciencia, solidaridad, comprensión y su inmenso y callado amor.
¡Felicidades a todos los padres, los biológicos y los que no, en su día!
Nilka Estrada Resto es periodista.
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Hoy celebramos el Día del Padre. NotiCel ha procurado para sus lectores las experiencias de un grupo de hijos y padres, figuras públicas, plasmadas en un grupo de columnas que publicarán durante todo el día. Felicitaciones a todos.