A diecinueve años, cinco meses y diez días de tu partida
Diecinueve años, cinco meses y diez días de tu partida. Es inevitable que cada Día de los Padres y en el aniversario de tu transición a otro plano, no recuerde ese fatídico día.
Era cerca de las 6:00 a.m. cuando Mami me llamó, para decirme que le notificaron del hospital que “Joe”, se había puesto “malito”. Se me congeló el corazón. En ese momento supe que te habías ido. Llegué al Hospital de Veteranos. Me encontré con mami en el estacionamiento. La tomé de la mano. Presentía que tu frágil cuerpo ya no sufría más.
La noche antes de irte, víspera del Día de Reyes, fui al hospital como lo hice las 15 noches que estuviste recluido.
El egoísmo humano quería que permanecieras conmigo un tiempo más, pero tus ojos, que era lo único que podías mover, me dijeron que no tenías más fuerzas.
Me miraste intensamente. No quise demostrarte que sabía que te estabas despidiendo. Te besé y te dije hasta mañana.
Durante poco más de dos años fui testigo de los estragos de la enfermedad de “Lou Gherig”, la que aceptaste con dignidad.
Al llegar al vestíbulo, mami le preguntó a la enfermera qué había pasado. Ella no le respondió. Corrí a tu habitación y encontré la cama que te habían asignado sin las sábanas. Tus pertenencias en una bolsa. Se me rompió el corazón.
Durante un rato, me sentí aturdida.
Abracé a mi madre. Nos sentamos en una oficina del hospital en espera de llenar unos papeles. Poco después, nos entregaron la bolsa con tu ropa de dormir que aun conservaba tu olor.
El médico nos explicó cómo fueron tus últimos momentos y lo que sufriste poniendo de tu parte para no irte.
En ese momento, tuve sentimientos encontrados. Dolor porque sabía que no iba a poder verte más pero, a la misma vez, aliviada porque se acabó tu dolor físico.
Le di gracias a Dios porque que a pesar de tus defectos y virtudes, tuve la dicha de ser tu hija.
Desde entonces no ha pasado un solo día en que no te recuerde y te agradezca el amor y los sacrificios que hiciste por mis hermanos y por mí.
Decidí recordar los buenos momentos, tu esmero por llevarnos a diferentes parques durante los fines de semana cuando éramos niños para que nos divirtiéramos, tus muestras de cariño, tu espíritu juvenil, tu apoyo y paciencia.
Le hablo de ti constantemente a mi esposo y a la niña, -que es una adulta- a quienes me hubiese encantado que conocieras. Les cuento lo mucho que te encantaba hacer barbacoa, recibir visitas en la casa, la música rock y vivir la vida.
Eres el mejor ejemplo de lo que es la perseverancia a pesar de todo lo que pasaste de niño. Me enseñaste a ser organizada, a luchar por alcanzar mis metas y a darle importancia a las cosas sencillas de la vida. A disfrutar del cine, las obras de teatro, el mar y a amar a los animales.
Fuiste el mejor padre del mundo. Gracias por la feliz y hermosa niñez que me diste.
Estoy segura que nos volveremos a ver algún día. Hasta entonces, mi querido “Papá”.
Melissa Correa es periodista de Las Noticias, de Teleonce.
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Hoy celebramos el Día del Padre. NotiCel ha procurado para sus lectores las experiencias de un grupo de hijos y padres, figuras públicas, plasmadas en un grupo de columnas que publicarán durante todo el día. Felicitaciones a todos.