La verdad, primera baja de la guerra
Columna del abogado y exlegislador Víctor García San Inocencio
La guerra es muerte, dolor, despojo; la guerra sólo es guerra y nunca es como la pinta ningún bando. La realidad termina por dictar sus términos. El pueblo ucraniano está a expensas de las oligarquías del mercado global que tanto en Rusia, como en la OTAN y la Unión Europea utilizan su tierra amada y las vidas de su gente para sus lucrativas operaciones armamentistas, bursátiles que después serán reconstructoras y controladoras de su mercado.
Ucrania es un país estratégico para esos intereses por muchas razones. Entre otra, Ucrania es el segundo país más grande de Europa en extensión territorial, posee cuantiosos recursos naturales en un territorio vasto, tiene una deuda externa relativamente pequeña, por lo que podría tomar mucho dinero a préstamo, cuenta con depósitos de hidrocarburos cuantiosos, sus fértiles valles pueden alimentar a diez veces su población de 40 millones de habitantes (es decir, a 400 millones de personas) y su localización es estratégica desde muchos puntos de vista, como el geopolítico y geoestratégico, el militar y el comercial.
Ucrania tiene el valor añadido de poder ser un muro de contención frente a Rusia o al mal llamado Occidente, según resulte de este capítulo de una guerra que lleva décadas, al menos, desde la caída del Muro de Berlín. No olvidemos que Rusia nació en Kiev, ni que en Yalta, Crimea, entre los días 4 y 11 de febrero de 1945, los próximos vencedores de la Segunda Guerra Mundial, Estados Unidos y la Unión Soviética, pactaron su reparto del mundo empezando por el de Europa para el siguiente medio siglo e irónicamente sentaron cimientos importantes de la llamada Guerra Fría entre ambos.
Mucho de lo que se ha ventilado en los pasados tres meses de guerra son fachadas, de un conflicto donde Rusia había conseguido ocupar la península de Crimea y sublevar territorios al este en el Donbás en manifestaciones bélicas y no bélicas en la década pasada. La nueva escalada de aquella guerra y sus fachadas amenazan con matar no sólo la paz, sino también la verdad y la justicia.
¿¡Justicia!?, debajo de incontables cadáveres, vidas destrozadas, decenas de millones de desplazados y descartados, y de las repercusiones mundiales que sentimos todos, ya de algún modo, lo menos que puede hallarse es justicia, pues la guerra la desvanece.
Durante estos tres meses, los Ministerios de la Información nos habían mostrado una Ucrania invencible e imbatible, de espíritu indomable, con defensas heroicas y exitoso despliegues y contraataques. Tratándose de una guerra de desgaste era muy difícil como cuestión de hechos que esa imagen permaneciera inmutable.
Por más que las cadenas noticiosas de la guerra como CNN y otros medios, se esforzaron en esta primera etapa, era evidente que el cruel aunque torpe castigo recibido habría de debilitar al país invadido y a su capacidad de enfrentar el tercer ejército más grande del mundo. Ello, a pesar del enorme apoyo armamentista, logístico, técnico y satelital recibido, para no hablar de soldados a sueldo- y de la catarata de castigos económicos que ha coaligado una alianza internacional para intentar bloquear y colapsar la economía rusa.
Por primera vez el Washington Post abandona su línea pentagonal-Wall Street de la guerra de Putin y Biden en Ucrania. Acaso mostrando una primera inflexión de la línea propagandística. Quizás esto sea un reflejo de las debilidades evidentes que acosan al aparato militar ucraniano y a su pueblo. La historia del Post de anteayer, muestra una arista del desgaste en el estado de algunas tropas entrevistadas en el el rudo frente del este.
No olvidemos que debajo y detrás de la verdadera y a la vez encubridora agresión rusa, flagrante, criminal y simplona hay muchos otros actores y agentillos con nombres como Hunter Biden y la remota Natalie, y actores maquillados como superhéroes en un libreto que va perdiendo anclaje. Pues la guerra, guerra es. De la soberanía, la independencia y la integridad territorial se ha dejado de hablar muy convenientemente. De la soberanía perdida o arrebatada a otros, en otras guerras, para EE UU y las potencias neo-coloniales, lo mejor es no hablar por lo que han dejado de mencionar la soga en casa del ahorcado.
Desde el primer día estoy con el pueblo ucraniano, no con sus magnates, porque sé que al gobierno de EE UU y a sus manejadores, en el fondo sólo le interesa el bienestar de su oligarquía armamentista, su enorme industria de la guerra, sus Bolsas de Valores y Antivalores, su asesina del planeta industria de hidrocarburos y sus especuladores en Finanzas y commodities.
Hay que rezar y pensar, pues esta guerra entre dos hemisferios del mercado neoliberal mundial nos pisa los talones a todos.