Atletas TRANS, una nueva realidad
El activista por los derechos humanos, el Lcdo. Alberto J. Valentín, lamenta comentarios de Quiñones-Camacho.
No es la primera vez que una controversia relacionada a atletas de experiencia TRANS se apodera de las redes sociales y los medios de comunicación, como el reciente caso de la nadadora Lia Thomas. Desde tiempo inmemorial, nuestra sociedad siempre ha atacado ferozmente aquello que es diferente, las cruzadas, la segregación racial, el casi exterminio de los judíos en la Segunda Guerra Mundial, la crisis del VIH en los 80, la homosexualidad, son algunos de los miles de ejemplos que destacan cuán cruel podemos ser los seres humanos cuando nos enfrentamos a realidades distintas a las que dictan nuestra sociedad como normal. Y es que hasta nosotros mismos los homosexuales somos excluyentes con las personas trans.
Me parece interesante como las controversias sobre atletas con experiencia trans toman color y relevancia cuando ganan un primer lugar, pero pasan desapercibidas cuando ganan un segundo o un tercero, como en las otras decenas de veces anteriores donde Lia Thompson compitió con otras féminas. En ese momento, cuando Lia perdió contra otras féminas, no era importante hablar sobre su identidad de género y escrudiñar su biología o la ética de su participación dentro del género, porque perdió.
Porque ya no era competencia, porque ya su nombre no quedaría registrado para la historia. Y es que nos revuelve el estómago el solo pensar que una persona trans puede ganar un primer lugar, así como hace 50 años atrás nos revolvía el estómago ver a un negro sentado a nuestro lado en un autobús, o hace 7 años ver a dos hombres casarse.
La participación de personas trans en deportes no es algo nuevo, y no es “una moda” que pasará, es una realidad que nos toca afrontar, nos guste o no, como nos tocó afrontar el matrimonio de personas del mismo sexo, como nos tocó aceptar la abolición de la esclavitud y la eliminación de la segregación racial, o como nos tocó aceptar ver a mujeres votar, ser electas o incluso ver a un negro como Presidente. Lo sé, sé que para muchos de ustedes es algo difícil de asimilar, y lo lamento profundamente, pero es un debate que ya ha sido resuelto por una gran mayoría de la comunidad internacional, permitiendo la participación de personas trans dentro de los géneros con los que se identifican. Al menos en esta controversia, la ciencia ha superado a la Iglesia. No obstante, hay mucho por educar aún, porque a pesar de que “google” está al alcance de un dedo, muchos prefieren optar por atacar y desinformar.
Lia Thompson es un ejemplo de admiración, no solo para la comunidad LGBT+ por representarnos dignamente, sino un ejemplo de superación para la humanidad. Una atleta que su tratamiento hormonal ha provocado que su deporte sea incluso más difícil para ella, en vez de más sencillo. Una rápida búsqueda en Internet, sí, eso que tienen todos ustedes en sus celulares, te permite encontrar varios artículos de Lia en los que llegó segundo, tercero y cuarto lugar, incluso último lugar, en competencias de natación similares a la que recientemente ganó. Sí, en competencia de féminas, no contra hombres. Y es que sigo leyendo comentarios como si esta atleta hubiese transicionado los otros días y ya hoy ganó primer lugar. No, Lia Thompson tuvo su porción de derrotas frente a otras féminas, durante largas temporadas. Pero no fue un “issue” en ese entonces. Lia, como cualquier atleta trans, necesita mantener y constantemente monitorear sus niveles de testosterona para poder ser una competidora hábil, según las regulaciones en deportes. Si los niveles de Lia, o cualquier otra mujer trans atleta reflejan niveles por encima de lo permitido a otras féminas, no pueden competir. Incluso, su masa muscular ha decrecido por motivo de sus tratamientos hormonales.
Pero me alegra que se dé esta discusión, porque podemos aprender de ella y porque su caso sirve de representación para miles de millones de jóvenes LGBTQIA que aún cuestionan sus identidades, orientaciones y amor propio. Espero que sigan surgiendo casos como los de Lia, porque a pesar del ataque masivo que ha sufrido, su testimonio queda registrado para la historia, sus vivencias empoderarán a futuras generaciones de jóvenes trans que cuestionan su identidad y no se ven formando parte de esta sociedad. Que muera el odio, que muera la ignorancia, y que viva el amor, la inclusión y la diversidad. Que viva la buena voluntad entre los seres humanos de aceptarnos como diferentes, y entender que entre nosotros no existen géneros, porque todos somos seres humanos, iguales ante la vida.
Momentos como estos nos sirven para reflexionar y mejorar. Y espero que personas como Jasmine Camacho, que tuvo que borrar su tuit luego de recibir múltiples ataques, comprenda la importancia de distinguir entre una opinión o postura y un comentario insensible. Y lamento las expresiones de Jasmine Camacho, no por ser transfóbicas, pero sí por su falta de empatía y competencia cultural con la comunidad LGBT+. “Live however you want” (Vive como tú quieras) siempre ha sido el argumento constante de la comunidad religiosa al atacar a la comunidad LGBT+ en su búsqueda por la igualdad en derechos, como si nuestras orientaciones e identidades fuesen elegibles. Como si el sufrimiento por el que tenemos que pasar durante toda nuestra vida fuese una preferencia.
Ser trans no se escoge, no es un estilo de vida Jasmine, y ser atleta, siendo una persona trans mucho menos. Es triste ver como una persona que fue altamente atacada por representar una bandera que muchos decían no era de ella, hoy se preste para insensibilizar la experiencia de otra compañera atleta, que al igual que ella, solo quiere competir representando quien verdaderamente es y lo que lleva en su corazón.
Es como ver a homosexuales atacar a mujeres trans que desean competir en concursos de belleza. ¿Con qué moral exigimos derechos y reconocimientos, cuando deseamos coartarle los mismos derechos a otras personas? Yo no creo en el aborto, considero que existen otras alternativas para ello, no me gusta, pero ustedes no me ven atacando u oponiéndome a que las mujeres puedan tener más acceso y derechos. No, todo lo contrario, soy el primero que las defiendo y las apoyo, porque ellas me han apoyado a mí en mi lucha, porque yo no puedo exigir más derechos para mí si no quiero más derechos para ellas. Necesitamos más empatía como seres humanos, más solidaridad como seres humanos, como hermanos.
Sé que Jasmine no quiso ser transfóbica, pero en su alocución pudo exponer la ignorancia y la falta de empatía de toda una sociedad. Una sociedad que se empeña en cuestionar nuestras orientaciones e identidades como si fuesen una elección, como si fuesen un estilo de vida que se pega o se contagia, como si fuese una moda que deseamos imponer. Hoy es el deporte (“Live however you want, but with sport...”), ayer fue mi derecho a casarme y a tener hijos.
Yo no escogí ser gay, y definitivamente una persona trans que pasa por el difícil y doloroso proceso de transicionar, tampoco escoge nacer en el cuerpo equivocado. Me alegro que la presión pública haya hecho que Jasmine tuviera que retirar su tuit y reflexionar, porque eso quiere decir que cada día mi comunidad tiene más poder, hace menos silencio y avanzamos con pie firme.