Riesgos del plebiscito “Estadidad sí o no” para el PNP
Licenciado Armando Valdés analiza cómo la celebración de otro plebiscito encierra peligros y oportunidades para los dos partidos principales.
La celebración de otro plebiscito encierra riesgos y oportunidades para los dos partidos principales, particularmente de cara a unas elecciones generales. El Partido Nuevo Progresista (PNP) apuesta a que la estadidad moviliza a su base, alicaída en las postrimerías de un cuatrienio que ha sido difícil para su liderato y que parecería confirmar todas las peores sospechas del pueblo acerca de esa colectividad.
El Partido Popular Democrático (PPD), en cambio, enfrentado a una elección que debería ganar, se ha visto pusilánime en su respuesta a esta nueva papeleta.
A continuación analizo el posicionamiento del PNP ante esta contienda. En una segunda entrega analizaré los riesgos que encara el PPD.
¿Moverá a su electorado?
Muchos analistas operan bajo la teoría de que un plebiscito mueve a votar a los electores ideológicos. En el caso de un voto estadidad sí o no, seguiría que el corazón del rollo del PNP acudiría a las urnas en mayor número para expresar su apoyo por la anexión que si fuera simplemente para votar por un cuadro de candidatos desgastado. La historia, sin embargo, no apoya esta idea. En el plebiscito de noviembre 2012, celebrado simultáneamente con la elección general de ese año, Luis Fortuño obtuvo 50,584 votos más que la estadidad. De igual forma, en las elecciones de 2016, Ricardo Rosselló obtuvo 151,648 votos más que la estadidad en el plebiscito celebrado apenas siete meses después. Parecería que una buena contienda electoral, entre los “gallitos” de cada partido, mueve más PNPs a votar que sus aspiraciones ideológicas.
¿No estarán fatigados los votantes?
Tres plebiscitos, ochos años, cero progreso. Aún controlando absolutamente los poderes ejecutivo, legislativo y judicial, y con los resultados de dos plebiscitos en los que, según ellos, el apoyo a la estadidad creció a un 61% y luego 97%, el PNP no ha logrado acercar la anexión. Si algo, la han alejado. Cada vez son más los políticos estadounidenses, de ambos partidos nacionales, que aseguran que la estadidad no está sobre la mesa para Puerto Rico. Ante esa realidad, ¿querrán los partidarios del PNP ir a votar por la estadidad? ¿O pensarán que nuevamente sus líderes los están cogiendo de lo que no son?
¿Y si gana el no?
Por alguna razón, la estadidad nunca ha ganado un plebiscito en buena lid. Excluyendo el plebiscito de 2017, boicoteado por toda la oposición política y, como señalo arriba, hasta por muchos PNPs, el mayor nivel de apoyo que ha obtenido dicha alternativa fue en el plebiscito de 1998, con un 46.5%. En el 1993, logró un 46.3%, y en el 2012, cuando se incluye en la base todos los electores que acudieron a las urnas, la estadidad alcanzó un menguado 44.8%.
Parecería entonces que hay una mayoría histórica que resiste el impulso a la anexión. ¿Habrá cambiado esa realidad política o estará arriesgando el PNP que esa mayoría, sin tener que debatirse sus diferencias internas, se aglutine para derrotar la anexión? ¿Qué pesará más: el querer castigar al gobierno o el dinero federal que recibe el electorado a borbotones ante la pandemia? ¿Y qué efecto tendría una victoria del “no” para el movimiento anexionista? Como mínimo, un debate que los medios americanos limitan a la pregunta sobre la admisión de Puerto Rico como estado tendría un nuevo marco de referencia al haberse materializado un rechazo explícito a esa alternativa de status.