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Opiniones

Clave medir utilización para combatir el COVID-19

El doctor Ibrahim Pérez destaca que ante la escasez de pruebas es cuantificando los servicios médico-hospitalarios utilizados por los pacientes la mejor manera de medir la verdadera realidad de su impacto en la salud.

Las pruebas diagnósticas del coronavirus son muy importantes, pero lo eran mucho más al inicio del brote. Aquella era la fase de contención encaminada a identificar los casos positivos, aislarlos, trazar los contactos y ponerlos en cuarentena para intentar evitar su propagación al resto de la población.

En Puerto Rico fracasamos en ese periodo inicial por falta de pruebas y de personal para trazar e identificar los contactos. Sin embargo, tuvimos el acierto de comenzar tempranamente con la segunda fase, la estrategia de mitigación para disminuir la magnitud y velocidad de la propagación que ya había comenzado, y lo hicimos tres días después (15 de marzo) de haber identificado nuestros primeros casos positivos.

Hemos completado ya tres semanas en esa fase de mitigación, toque de queda poblacional y cierre de servicios no esenciales, pero todavía nos mantenemos casi exclusivamente ofreciendo datos sobre las pruebas diagnósticas que pisan y no arrancan, y las cuales no son tan relevantes en esta fase en que el detente de la propagación está más influenciado por el distanciamiento social que por la contención, y porque tampoco son indicativas de la patología clínica que el virus pueda causar a cada paciente contagiado.

Seguimos destacando diariamente la insuficiente cantidad de pruebas, los inconvenientes para conseguirlas y hasta las irregularidades para comprarlas.

Desafortunadamente, hemos echado a un lado los indicadores de utilización que son los que realmente miden el impacto letal del virus sobre nuestra gente, algo que ha sido devastador en países como España e Italia, y en algunos estados de EE.UU, principalmente Nueva York.

Debimos ya haber aprendido que las pruebas diagnósticas que buscan los casos positivos son totalmente dependientes del volumen de pruebas que se realizan y no contribuyen a conocer el efecto del virus en la gente.

Sabemos que ocho de cada diez casos no presentan síntomas y que es el restante 20 por ciento la bomba de tiempo que tenemos que monitorear rigurosamente.

Ya estamos más que pasados de comenzar a concentrarnos en las consecuencias del contagio con el virus en nuestra salud pública.

Es cuantificando los servicios médico-hospitalarios utilizados por los pacientes con coronavirus la mejor manera de medir la verdadera realidad de su impacto en la salud de nuestra gente, en provocarle enfermedad y muerte. Es por ello que las visitas a salas de emergencia con síntomas respiratorios, hospitalizaciones, uso de ventiladores en unidades de intensivo son las medidas de utilización más representativas de los estragos causados por el virus.

Es inconcebible que pasadas tres semanas del inicio del toque de queda y a días de alcanzar el pico de casos que proyecta el "Task Force" médico, no exista información pública oficial que nos permita conocer cuánta enfermedad, más allá de los fallecidos, ha causado y está causando el virus en nuestras familias.

Necesitamos saber las visitas diarias y acumuladas de casos con condiciones respiratorias agudas que visitan cada sala de emergencia del país.

Necesitamos saber la cantidad de camas regulares, camas de intensivo, ventiladores, equipos de protección y recursos humanos que tiene cada institución hospitalaria, y sus necesidades diarias.

Necesitamos saber las hospitalizaciones y altas diarias y acumuladas de casos de coronavirus que registra cada hospital del país que atiende casos con dicho diagnóstico.

Necesitamos saber las hospitalizaciones y altas diarias y acumuladas a camas de cuidado intensivo. Necesitamos saber los pacientes que están en ventiladores, diario y acumulado. Necesitamos saber los fallecimientos de pacientes de coronavirus que ocurren en cada hospital diariamente, y si los mismos ocurren en cama regular, intensivo con o sin ventilador.

Los datos diarios y acumulados relacionados al impacto del virus en la salud poblacional representan datos reales que se deben contabilizar cuidadosamente y publicar para poder precisar tres patrones definitorios de esta pandemia: cuan exitosas han sido las estrategias de mitigación adoptadas por el gobierno desde el 15 de marzo, la capacidad real de nuestro sistema de salud para atender la demanda de servicios, y si tendremos que conseguir recursos adicionales (equipo protector, ventiladores, profesionales de la salud, trabajadores de la salud) para atender el exceso de casos que pueda ocurrir y así evitar conflictos éticos sobre muertes potencialmente prevenibles.

El autor es internista y gastroenterólogo. Entre 1993 y 1997, fue director médico del Hospital Auxilio Mutuo. Entre 1997 y 2000, fue director de Salud de San Juan. Estuvo al frente de la entrada a la Reforma de Salud del sistema público de salud de San Juan a partir del 1 de julio de 2000. Entre 1991 y 1992, fue secretario de Recreación y Deportes durante la administración del Gobernador Rafael Hernández Colón (QEPD).