Clemente: Un 'hit' de liderato y carácter que valen más que 3,000 en el parque
[OPINIÓN]
Los puertorriqueños vuelven a beber hoy del manantial llamado Roberto Enrique Clemente Walker para hermanarse y llenarse de orgullo por el 50 aniversario del 'hit' 3,000 que impulsó a la inmortalidad al astro de Carolina. Pero, ¡qué diferente sería Puerto Rico si, además de recordarlo por sus hazañas en el diamante, tratáramos de emular su liderazgo y carácter!
En esta columna no van a encontrar la cascada de estadísticas y premios con los que Clemente Walker escribió su leyenda en el béisbol porque esos son logros del deportista que difícilmente alguien pueda igualar. Lo que cada uno puede poner en práctica a diario son las características humanas que lo llevaron a tener esos logros. Características que Puerto Rico necesita más que nunca.
Clemente Walker no tuvo un camino fácil, con la carretera despejada y los semáforos en verde. Todo lo que hizo, lo hizo cargando sobre sus hombros el peso de tener siempre dos 'strikes' en contra: ser negro y ser visto como extranjero por hablar español. Fue humilde, pero nunca se humilló. No se menospreció a sí mismo y no permitió que otros lo empequeñecieran. Sabía expresarse con el silencio y también sabía alzar la voz. Pero, sobre todo, logró canalizar sus talentos naturales para que fueran su brazo derecho, sus piernas y su arrojo en el campo de juego los que callaran a todos los racistas y escépticos.
Una lección de vida de su padre, un trabajador de la caña del barrio San Antón, fue el fundamento sobre el que construyó su filosofía. "Mi padre me decía: 'Quiero que seas un hombre bueno; quiero que aprendas a trabajar. Y quiero que seas una persona seria'. Crecí con eso en mi mente", recordó.
Su gran sentido de triunfo fue poder comprarle una casa a sus padres. En momentos en que ya los deportistas estaban generando más atención por sus vidas privadas que por su desempeño atlético, Clemente Walker se mantuvo privado y dedicado a su esposa y tres hijos.
Distinto a lo que sucede hoy, que la caridad y solidaridad son una especie de espectáculo donde vale más el 'selfie' que realmente aliviarle el sufrimiento al prójimo, Clemente Walker murió porque se convenció de que la única forma de asegurarse que la ayuda que había recolectado realmente llegara a los damnificados por un terremoto en Nicaragua era si él personalmente la entregaba. No tenía que estar en ese avión plagado de desperfectos el 31 de diciembre de 1972. Su esposa e hijos no querían que se fuera, pero su compromiso con asegurarse que estaba ayudando y no meramente haciendo el aguaje de ayudar pudo más y lo llevó a abordar lo que resultó ser un vuelo al infinito.
En una entrevista meses antes de su muerte, aseguró que no le preocupaba su comodidad material después del béisbol porque lo único que quería era salud para criar a sus tres hijos y recordó sus raíces. "Me gusta la gente que sufre, porque esa gente tiene un enfoque en la vida distinto al de la gente que lo tiene todo. La gente que sufre es la gente que conoce la esencia de lo que es la vida", comentó en esa entrevista.
A Clemente Walker no le han faltado hijos espirituales en el béisbol. Jugadores que, aunque ni lo conocieron, honraron y multiplicaron su legado, tanto dentro del campo de juego como fuera. A mi entender, el mayor de ellos el aguadillano Carlos Juan Delgado Hernández.
Lo que le ha faltado a Puerto Rico, y mucho, es tener más hijos espirituales de Clemente Walker en otros quehaceres sociales, principalmente en la política.
¿Por qué nos emocionamos tanto con el ejemplo de Clemente Walker, pero no podemos elegir líderes que sean, al menos un poquito, como él? ¿Por qué en vez de elegir líderes que sepan hacer equipos para ayudar al país, elegimos a los que saben organizar mafias para saquearlo?
El 50 aniversario del 'hit' 3,000 coincide con el quinto aniversario de María y con el azote del huracán Fiona. Una confluencia de eventos que lleva directamente a la pregunta de cuánto mejor podría estar Puerto Rico hoy si, con liderato y carácter como el de Clemente Walker, la experiencia de María y las oportunidades que surgieron después se hubieran combinado con destreza, pasión y creatividad para fortalecer la infraestructura y nuestra capacidad de respuesta ante desastres.
El liderato y carácter de la estrella de los Piratas de Pittsburgh son tan reconocidos como elementos separados de su talento deportivo que en New Haven, Connecticut, está la Roberto Clemente Leadership Academy for Global Awareness, una escuela de kinder a octavo cuyos principios educativos se basan, en parte, en sus atributos. "Empatía, colaboración, comunicación y cooperación", me contestó la principal Mia Duff cuando le pregunté qué características de Clemente Walker intentan inculcar en sus estudiantes. La educadora se enorgullece de que la matrícula desborda líderes y activistas con conciencia global y relata que todos los días se recita por los altavoces el "Juramento Clemente". "Puedo lograr todo a lo que le ponga mente y corazón... soy una persona compasiva... soy un líder", es parte del juramento que se lee a diario porque, me enfatizó, "queremos que lo internalicen y que lo hagan una realidad".
El periodista deportivo Jerry Izenberg ofreció un resumen fascinante de Clemente Walker. "Creo que Clemente realmente es uno de los más grandes que jamás vivió", argumentó. "No tenía el ojo de bateo de Ted Williams, no tenía la elegancia de Joe DiMaggio, no tenía la velocidad de Lou Brock, solo tenía suficiente de todo y tenía un corazón más grande que un estadio".
¿Acaso no puede decirse eso mismo de Puerto Rico y los puertorriqueños? Siempre habrá dónde apuntar para encontrar a alguien que hace algo mejor que nosotros. Pero pocos tienen el cúmulo de recursos y de talentos que tenemos y mucho menos el corazón.
Clemente Walker dijo una vez: "Si tienes la oportunidad de lograr algo que mejorará las cosas para las personas que vienen detrás de ti, y no lo haces, estás perdiendo el tiempo en esta tierra”. Suena a un buen juramento y, especialmente, suena a buena medida de liderato.