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Música

Raúl Eliza: “La salsa fue lo que me mantuvo cuerdo”

El veterano boricua explica cómo fue su relación con la música mientras fue militar. Segundo de una serie.

Raúl Eliza muestra la dualidad musical que lo define.
Foto: Suministrada

Trujillo Alto - En la década de los 80, cuando el rock experimentaba un renacer tras la fiebre del soul y, al mismo tiempo, la salsa comenzaba a experimentar un declive tras el boom de los años 70, los jóvenes puertorriqueños aún se debatían entre identificarse como rockeros o salseros.

Era la época de la “guerra” musical entre “cocolos” (salseros) y rockeros. Emisoras como Alfa Rock y Radio Rock lideraban el renacer rockero en la Isla, al tiempo que emisoras como Z-93, Salsoul y Salsa 63 eran las banderas salseras.

Eran aquellas discusiones en los pasillos de la escuela o la universidad en donde se argumentaba si Journey, Kansas, Van Halen, REO Speedwagon o Metallica era lo mejor de la música mundial o si El Gran Combo, la Sonora Ponceña, Willie Colón, Willie Rosario o la Fania All Stars llevaban más gente a los conciertos.

Luis Raúl Eliza, un adolescente criado en la urbanización Fairview -entre San Juan y Trujillo Alto-, se identificó como rockero. Le encantaba esa música y no quería saber nada de la salsa, pero en 1988, a los 19 años, decidió hacer una carrera militar sin saber que la lejanía de su tierra lo llevaría a reevaluar su gusto general por la música.

“Era un fan. Era un rockero pelú y me viví esa película; iba a todos los conciertos que hacían Alfa Rock y Radio Rock. Hasta que entré al Navy”, contó Eliza a NotiCel.

“Cuando termino el entrenamiento básico me asignan al primer barco. Alejado de mi familia, conocí a varios puertorriqueños allí y me dio mucha nostalgia, me dio homesickness. Una hermana mía me envió dos cassettes de salsa, uno de Frankie Ruiz (‘Más grande que nunca’) y uno de Eddie Santiago (‘Sigo atrevido’). Esa fue mi introducción a la salsa y entonces me empecé a preguntar cómo pude haber ignorado esa música”, recordó.

El cambio de percepción sobre la música tropical llevó a Eliza a abrazar al género salsero hasta hacerlo su acompañante habitual.

“De ahí en adelante me convertí en coleccionista de salsa de todos los países. Me gustó tanto que te puedo decir que las dos cosas que me mantuvieron a mí teniendo un norte en mi carrera militar fueron mi familia y esa cultura musical salsera que nos unía a los puertorriqueños. Hasta en Islandia había boricuas en la base y fuera de la base. Nunca faltaba la salsa en el background cuando nos reuníamos como amigos a jugar dominó”, rememoró Eliza.

Eliza con su uniforme de combate.
Foto: Suministrada

Y llegaron los tiempos difíciles…

El boricua vivió en carne propia las altas tensiones que sufren los soldados en cualquier rama militar. Estuvo activo en tierra en la recordada Operación Tormenta del Desierto, operativo militar que ejecutó Estados Unidos contra Irak entre 1990 y 1991 tras la invasión de Kuwait y luego, en la guerra de Afganistán, estuvo activo en las aguas del Golfo Pérsico, en uno de los barcos que disparaban los misiles Tomahawk.

“Fueron tiempos muy difíciles en la Tormenta del Desierto… momentos difíciles cuando sonaban las alarmas y teníamos que ponernos las máscaras de gas. Nos dispararon, pero nunca me dieron… Luego de eso, los momentos de ocio para mí eran ponerme los ‘headphones’ y escuchar salsa. Eso fue lo que me mantenía cuerdo”, confesó el músico.

Con el pasar del tiempo, Eliza seguía subiendo de rango, pero la salsa seguía sirviéndole de escape mental. Llegó a ser comandante del USS Green Bay, un barco de guerra anfibio cuya misión principal era el transporte, pero con todas las características de un barco de guerra regular. “Yo era el Chief Executive… me reunía con los jefes de departamento y daba todas las instrucciones de lo que se haría en el día o en la semana”.

Pero para él, también era importante que la música seguía acompañándolo. “Llegué al punto en que, como comandante, tuve mi propia habitación con baño y mi escritorio y oficina. Yo siempre tenía la puerta abierta para mis marineros. Mi filosofía era tener puertas abiertas para que cualquiera se sintiera en confianza de hablarme o consultarme. Y siempre la salsa estaba de fondo. Eso me ayudaba durante el día a hacer mi trabajo y a relajarme”, reveló.

Eliza en uno de los barcos a los que fue asignado.
Foto: Suministrada

Al final de su carrera militar, Eliza fue asignado como diputado de Estados Unidos en la “Supreme Headquarters Allied Powers Europe” (SHAPE), la rama militar de la OTAN (Organización del Tratado del Atlántico Norte), con sede en Bélgica. Cuando concluyó su servicio allí, le otorgaron a Eliza una de las medallas más prestigiosas de las fuerzas armadas: la “Superior Service Medal”, una medalla normalmente otorgada a “flag officers” (generales o almirantes) y a oficiales que se han destacado por servicio meritorio superior en una posición de gran responsabilidad. “En mis 30 años de servicio, nunca vi a alguien de mi rango, ganársela”, confesó.

Una rápida revisión de sus evaluaciones profesionales, a las que NotiCel tuvo acceso, muestra las cualidades excepcionales de Eliza como líder. Frases como “líder visionario”, “entrenador y mentor probado”, “excelente oficial” y “líder excepcionalmente talentoso” son comunes. Sobre su trabajo en SHAPE se dijo: “Eliza estuvo brillante en un entorno extremadamente desafiante bajo un intenso escrutinio internacional”.

Entonces comenzó su nuevo proyecto de vida

“Cuando llegaba al final de mi carrera militar empecé a pensar opciones para mi retiro. Siempre me habían interesado los instrumentos musicales, pero nunca le había puesto el interés suficiente. Tomé clases de bajo en Bélgica, mientras trabajaba en la sede de la OTAN, pero no era lo mío. Desde ese momento empecé a escribir canciones que hablaban de las cosas que vi mientras estaba activo, letras en contra de la guerra, la violencia, el PTSD y lo que tuviera que ver con la vida militar”, dijo el ahora veterano.

En una de sus misiones con el Navy.
Foto: Suministrada

Para sus composiciones, Eliza decidió recuperar sus “viejas canciones” de rock, pero creándoles un nuevo arreglo musical en salsa. Es decir, utilizando la melodía de grandes clásicos del rock estadounidense, el boricua les escribía nuevas letras en español, pero en ritmo de salsa.

Cuando finalmente se retiró en 2018, y ya de regreso en Puerto Rico, el exmilitar comenzó a darle forma a su proyecto musical, una orquesta a la que nombró Conciencia Clásica, la que dirige y en la que toca el bajo.

“Empecé a pedir permisos que me permiten usar la melodía de una canción existente, aunque la letra sea distinta. Eso se llama ‘derivative work’ Desarrollé esa idea de unir ambos géneros y así nació Conciencia Clásica”, expresó.

La orquesta ya ha circulado dos producciones: “Entre cielo e infierno” (2019) y “Si se acaba el mundo” (2021). Una tercera producción podría circular el próximo año. En ambas grabaciones, la mayoría de los temas tocan algún tema social de importancia.

El trabajo de Conciencia Clásica ha sido apoyado por varios artistas de renombre que han colaborado en algunas de sus grabaciones, tales como Andy Montañez, Carlos Esteban Fonseca, Jerry Medina, Yaire, Medina Carrión, Willito Otero y Welmo, entre otros.

Y su nueva misión

Pero, además de su trabajo musical, Eliza abrazó otra misión en su vida.

“Después de un año y medio viendo Netflix y en el gym, me estaba volviendo loco. Me siento diestro para seguir contribuyendo a la sociedad. Fui al Departamento de Educación y pregunté si había alguna oportunidad como maestro voluntario. Presenté prueba de mis estudios y no pedí salario porque tengo mi pensión, pero me dijeron que para poder entrar a un salón tenían que contratarme. Así fue como me convertí en maestro de inglés”, manifestó con orgullo.

Su primera experiencia fue en la escuela Ángel Millán en Carolina y ahora está en la escuela Ernesto Ramos Antonini en Barrio Obrero, San Juan. “Me encanta esta etapa. Trabajar con chamaquitos es mi mejor proyecto de vida ahora”, reveló.

“Usualmente el gobierno ayuda al veterano que se retira en la transición de lo militar a lo civil y le ofrece trabajo en alguna agencia federal. Pero decidí que podía servir mejor a la sociedad ayudando a la juventud. Me considero un consejero disfrazado de maestro. Me encanta estar en el salón de clases. Trato de hablarles de oportunidades positivas en la vida, y que no se arriesguen en la vida criminal. Soy bien estricto y sé que algunos no me soportan, pero la mayoría sí. He llegado a ellos”, respondió con orgullo.

Raúl con sus estudiantes de la escuela Ernesto Ramos Antonini en Barrio Obrero.
Foto: Suministrada

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Como principales temas de interés tiene a los deportes, la radio y la música tropical. Posee estudios académicos de bachillerato y maestría en periodismo de la UPR Río Piedras. Autor del libro “Fundamentos del periodismo deportivo”.