Roma - A pesar de los problemas del fisco italiano, hoy Roma vibra con el fervor de católicos que vienen de todo el mundo, recordando la pasión y muerte de Jesús manteniendo un luto simbólico, durante el cual no comen carne, no abren negocios o agencias gubernamentales, visitan iglesias y asisten al Vía Crucis.

En Roma el luto se ha dejado a un lado, y el peso de los cientos de miles de turistas que visitan la Ciudad del Vaticano ha permitido que los restaurantes, tiendas de regalos, de ropa, el transporte público, vendedores ambulantes, entre otros, se mantengan accesibles a todo el que venga.

Los restaurantes como 'Il Bersagliere' sirven de plato principal cochinillo con patatas, y la imagen de procesiones por todas partes o de calles desiertas se esfumó por completo, para dar paso a espacios que comparan con los del Viejo San Juan en las Fiestas de la Calle San Sebastián.

Beatriz Arredondo, estudiante chilena que reside en Alemania, vino a experimentar la celebración del Viernes Santo. 'Aquí la celebración es mayor, pero no es como en mi país. Allá el comercio cierra y por lo general hay muchos retiros espirituales; aquí no se respeta el feriado', comentó. Por otra parte, Valentina Ramos, nacida en Perú pero residente en Roma desde hace 20 años, reconoce que la capital italiana también cuenta con variadas religiones, pero considera que la celebración es a la altura de la cuidad sede del catolicismo.

Prueba de esto es que la Plaza de San Pedro cuenta con una fila de miles de personas que esperan su turno para entrar a la Basílica donde se realiza la misa en conmemoración a la pasión de Jesús. Incluso cuando se abrió el paso para la misma, la multitud trataba de acceder a empujones, pero la situación fue controlada de inmediato por la policía italiana y la Guardia del Vaticano.

Luego del pequeño incidente por la euforia católica, la fila continuó, aunque muchos se quedaron con las ganas de ver al nuevo papa argentino en persona ya que debían reservarse las entradas con meses de anticipación. De todas maneras podrán disfrutarlo por la transmisión que se muestra en pantallas gigantescas afuera de la Basílica.

No importa si pudieran entrar o no, la mayoría del público se muestra feliz, tomando fotografías de todo cuanto sucede aquí. Una pareja irlandesa no escondían su emoción: 'es impresionante y vendremos el domingo a la bendición del Papa'.