Rusia ignora pedidos para que detenga la guerra
Justificó su ataque a Ucrania en el máximo foro de los derechos humanos en Ginebra.
Rusia acudió hoy al mayor foro internacional sobre los derechos humanos en Ginebra para justificar con todo un arsenal de argumentos su guerra contra Ucrania e hizo oídos sordos a los pedidos de la comunidad internacional de detener su operación militar, mientras que la Unión Europea y Estados Unidos dijeron que los responsables deberán rendir cuentas de sus actos.
El ministro de Asuntos Exteriores de Rusia, Serguéi Lavrov, acusó al Gobierno de Kiev de ser "neonazi" y de maltratar y violar los derechos de la población rusohablante en Ucrania desde 2014, cuando un movimiento ciudadano logró la caída del entonces presidente, Viktor Yanukovich, aliado cercano de Moscú.
Lavrov habló por videoconferencia ante el Consejo de Derechos Humanos de supuestas "fosas comunes encontradas en la región del Donbás", con muertos causados por bombardeos de Ucrania contra las regiones de Lugansk y Donetsk, con importantes comunidades rusohablantes, que hace ocho años cayeron bajo control de grupos separatistas que contaban con el apoyo de Rusia.
El ministro, que lleva 18 años como jefe de la diplomacia rusa y es considerado uno de los colaboradores más próximos al presidente Vladimir Putin, tenía previsto plantar cara al Consejo de Derechos Humanos y exponer su argumentación en persona, pero las sanciones actuales impedían que su avión sobrevolara varios países europeos de camino a Suiza.
Lavrov evitó sin querer el desaire que le tenían preparadas todas las delegaciones occidentales del Consejo de Derechos Humanos, a las que se unieron varias de Latinoamérica, que habían planeado abandonar la sala cuando apareciese en la tribuna. La acción se produjo, pero cuando apareció la imagen del mensaje que había grabado previamente.
Más temprano, Lavrov compareció del mismo modo en la Conferencia de Desarme, que se reúne paralelamente en Ginebra, para denunciar como "inadmisible" la existencia de armas nucleares estadounidenses en Europa y reiterar la exigencia de Moscú para que la OTAN le presente garantías de seguridad.
Pocas horas después fue el turno del jefe de Exteriores de Estados Unidos, Antony Blinken, quien denunció la magnitud de los ataques rusos contra centros urbanos en Ucrania, que han causado la huida masiva de sus residentes hacia otras regiones del país o a algunos de los países en su frontera occidental, así como cientos de muertos y heridos, decenas de ellos niños.
"Rusia bombardea escuelas, hospitales y áreas residenciales, destruye infraestructura esencial que permite a millones de ucranianos tener acceso a agua potable, a gas, para no morir de frío, y a electricidad. También ha disparado contra autobuses con civiles, automóviles y ambulancias. Rusia está haciendo esto cada día en toda Ucrania", denunció Blinken, a través de un mensaje por vídeo.
En el terreno político, el secretario de Estado de Estados Unidos preguntó a las delegaciones en el Consejo de Derechos Humanos si Rusia puede seguir siendo miembro de este órgano, cuyo rol principal es la promoción y defensa de los derechos fundamentales en el mundo, una misión opuesta a la guerra lanzada por Moscú en Ucrania.
Ni Lavrov ni Blinken mencionaron las negociaciones que el lunes mantuvieron representantes de ambos países, coincidiendo con el quinto día de la ofensiva y que no dieron resultados concretos, ya que los delegados dijeron que debían realizar consultas con sus respectivos gobiernos.
El único compromiso fue que se volvería a la mesa de diálogo en los próximos días en el mismo lugar, la frontera ucraniano-bielorrusa.
Mientras tanto, el alto comisionado de la ONU para los refugiados, Filippo Grandi, dijo en una conferencia de prensa en Ginebra que más de 150,000 ucranianos han huido del país en guerra en menos de 24 horas.
Con estos nuevos registros, el número de refugiados que han entrado a alguno de los países vecinos llega ahora a los 677,000. Más de la mitad de ellos han conseguido entrar en Polonia, mientras que 90,000 han llegado a Hungría, 60,000 a Moldavia, 50,000 a Eslovaquia y 40,000 a Rumanía, precisó Grandi.
Blinken advirtió de que si el Gobierno ruso consigue derrocar al Gobierno de Volodimir Zelenski en Ucrania "la crisis humanitaria y de derechos humanos sólo empeorá".