Bolivia llora a sus estudiantes muertos
La tragedia en la Universidad Pública de El Alto (UPEA) cobró la vida de siete jóvenes que cayeron al vacío desde un cuarto piso
El dolor por la muerte de siete estudiantes de la estatal Universidad Pública de El Alto (UPEA) aún se respira en esa ciudad boliviana, donde este jueves los familiares y amigos del fallecido más joven le daban el último adiós.
Limber Lucana tenía 19 años, era el penúltimo de nueve hijos, estaba empezando a estudiar Economía en la UPEA y "tenía muchos sueños" por cumplir, dijo a Efe su padre, Alberto Lucana.
"Hoy me encuentro totalmente destrozado, mi hogar, mi familia, todos lo estamos. Perder un hijo ha sido muy lamentable", sostuvo Alberto, quien también aseguró que Limber "era muy destacado".
El joven fue la última víctima en fallecer 24 horas después del accidente. Tenía fracturas en el cráneo y diversos golpes en el cuerpo por la caída de casi 17 metros sufrida junto a otros diez universitarios el martes, tras romperse una baranda en un pasillo de la universidad.
El adiós a Limber
La modesta casa de los Lucana en el barrio alteño Tahuantinsuyo fue acondicionada para el velorio del muchacho, con un moño negro en la puerta principal, un parlante a través del cual sonaba la música fúnebre para comunicar el duelo y varias sillas en el patio, además de un toldo para proteger a los visitantes del sol.
El ataúd blanco fue acomodado en una habitación llena de coronas de flores, con sillas colocadas a un costado para los padres y hermanos de Limber.
Familiares, excompañeros de colegio, maestros y amigos de Limber llegaron a su domicilio para presentar sus respetos, pero no lo hacían con las manos vacías.
Además de flores, los dolientes llevaban cajas de refrescos y bolsas con hojas de coca y "pasank'allas", una especie de maíz inflado cubierto de azúcar muy popular en la zona andina boliviana, para compartir con la familia y los demás asistentes al velorio.
Nacido en El Alto y de padres migrantes del área rural, Limber quería ser militar, pero no fue aceptado por su estatura, por lo que postuló a la universidad, según explicó su padre.
El día trágico "él estaba haciendo los trámites para pasar clases y ver sus horarios, por eso estaba yendo a esa reunión y ahí pasó este fatal accidente", lamentó.
Alberto exigió que las autoridades que han hecho compromisos con las familias de las víctimas los cumplan para dar con los responsables de este suceso y también pidió que el caso no se politice.
Indignación y dolor
Por ahora la familia se dedicará a llorar la pérdida del joven, quien sería enterrado este jueves en la tierra de su padre, la localidad de Pucarani, en el Altiplano paceño.
Y una vez que pase el duelo, Alberto aseguró que presentará una denuncia penal por la muerte de su hijo, que lo tiene "indignado".
En la zona Los Andes, colindante con el barrio de Limber, están las instalaciones de la UPEA, que permanece cerrada desde este jueves hasta mañana por un "duelo" decretado por sus autoridades.
Las puertas de ingreso a los distintos bloques universitarios lucen moñas negras y la de la carrera de Economía, donde se produjo el accidente, tiene además flores, velas, pancartas con mensajes que reclaman justicia y desde esta jornada otras con mensajes que dejaron los amigos de Limber.
La gente pasa por el lugar curiosa, intentando ver el interior de la universidad a través de las rejas, mientras que otros se acercan a leer los mensajes y algunos se quedan a hacer una oración por los fallecidos. Todos lamentan lo ocurrido.
En la víspera fueron enterrados otros tres jóvenes que murieron instantáneamente, Gemio Mamani, Raúl Cadena y Anahí Chipana, en medio del dolor de sus familias y el clamor de justicia.
Otra de las víctimas, Saúl Mamani, iba a ser enterrado en esta jornada en El Alto.
La Policía Boliviana aprehendió en las últimas horas a siete personas que presuntamente están implicadas en la convocatoria a la reunión que derivó en la gresca previa al accidente.
Otros estudiantes y sus padres han denunciado que el centro de estudiantes presionó para que los universitarios asistieran a ese congreso mediante llamadas y amenazas de multas que llegaban a unos 8 dólares si no participaban.