Operativo internacional desmonta red de narcotráfico que armaba a yihadistas
Más de cien detenidos, 11,400 armas y diez toneladas de explosivos incautadas, además de un millón de cartuchos y cien toneladas de hachís, es el resultado de una operación internacional contra una red que financiaba a yihadistas en países del Mediterráneo.
Esta macrooperación se llevó a cabo gracias al trabajo conjunto de España, Italia, Francia y Grecia coordinados por Europol y con la colaboración de la DEA estadounidense.
De acuerdo a las investigaciones, que datan de 2013, la organización criminal gestionaba buques cargados de droga que salían de Turquía con destino a Libia y Egipto.
Con la droga financiaban la compra de armas destinadas a grupos yihadistas asentados en países de la cuenca mediterránea, entre ellos Libia.
Según informó hoy la Guardia Civil española, desde el inicio de la operación se han intervenido siete buques, cinco de ellos cargados de droga y dos con armas, todos procedentes de Turquía, donde la red contaba con logística.
Los barcos eran adquiridos en subastas cuando ya estaban prácticamente para el desguace y, por tanto, a precios muy bajos.
Se da la circunstancia de que uno de ellos, con bandera boliviana cuando fue intervenido con una carga de 5,000 armas largas y 500,000 cartuchos.
Esa embarcación estuvo abandonada durante unos años en el puerto español de Málaga (sur) y fue adquirido en 2014 por un empresario sirio-libanés.
Otro buque fue intervenido por las fuerzas de seguridad griegas, con bandera de Togo, con 6,400 armas largas, 570,000 cartuchos y 10 toneladas de nitrato amónico, cuyo destino final era la ciudad libia de Misrata, bastión del califato islámico.
Los investigadores han constatado que tras la salida de los barcos de Turquía, la droga, procedente principalmente de Marruecos, era cargada en alta mar para después dirigirse hacia aguas del Mediterráneo con destino a Libia y Egipto fundamentalmente.
Pero esta red también utilizaba la vía terrestre para el transporte de hachís desde Marruecos y a través del Sahel, atravesando Mauritania, Mali y Nigeria para llegar a Libia, desde donde se distribuía sobre todo a Egipto.
La colaboración de la Guardia Civil española con la Gendarmería marroquí hizo posible diversas intervenciones de camiones en el país norteafricano e, incluso, permitió detener en España a uno de los principales miembros de la red.
Una de estas operaciones tuvo lugar en septiembre del pasado año, con la interceptación de un camión con casi 10 toneladas de hachís que se dirigía desde Marruecos a Mauritania.
Ya este año, la Guardia Civil descubrió otros dos camiones, en España con casi media tonelada cada uno, aunque las mayores partidas se transportaban en los barcos.
En total, se han incautado desde el inicio de la operación 100 toneladas de hachís, de las cuales 36 han sido aprehendidas por la Guardia Civil, el cuerpo policial que más hachís consigna del mundo.
La última de las intervenciones de esta macrooperación tuvo lugar recientemente con el abordaje de un buque de bandera panameña, el Martí N., que transportaba casi 20 toneladas de hachís con rumbo a Libia entre una carga legal de madera.
El asalto permitió detener a doce tripulantes: once ucranianos y uno de Uzbekistán, que ya están en prisión.
Estos forman parte de los 109 arrestados en toda la operación por las distintas policías, todos varones, de entre 30 y 40 años.
De ellos, 34 son sirios, 26 marroquíes y 14 españoles. Además, hay turcos, indios y egipcios, entre otras nacionalidades.
Según el teniente coronel Javier Rogero, portavoz de la Guardia Civil española, la mayoría forman parte de las tripulaciones, enrolados para obtener un beneficio económico y no por ser adeptos a la causa yihadista o insurgente.
Todo avala que el tráfico ilícito de droga están sirviendo para financiar a los insurgentes en el norte de África y Oriente Medio, así como al terrorismo yihadista, recalcó el teniente coronel Rogero.
Como ejemplo citó la reciente actuación de las fuerzas de seguridad egipcias que, en colaboración con Grecia, interceptaron un buque con 750 kilos de hachís (otra cantidad pudieron arrojarla al mar) y 1.2 millones de pastillas de Captagon, la droga que tomaron los yihadistas antes de actuar en París.