Prohíben el ocio para combatir el crimen
Los habitantes del estado sursudanes de Yonglei ya no podrán practicar en Port el baile ni la lucha tradicionales, pues han sido prohibidos para evitar que los jóvenes abandonen sus casas para viajar hasta allí, lo que, según las autoridades, desprotege la zona y aumenta de la criminalidad.
El Gobierno de la ciudad de Port, capital de Yonglei, ha pedido a los ciudadanos que se encuentran en esta población practicando estas actividades de ocio tradicional que regresen a sus localidades de origen, que han sido blanco recientemente de saqueos, robos y secuestros.
Con ello, las autoridades pretenden que estas personas protejan sus aldeas, que se han vaciado de jóvenes que han acudido en masa a Port, tras registrarse recientemente secuestros de niños y robos de vacas.
En un decreto, el Gobierno local ha asegurado que las personas que participen en actividades de ocio como la danza y el combate tradicional corren el riesgo de ser castigados con un pena de dos años de prisión y una multa de 10 mil libras sursudanesas (200 dólares).
Uno de los aficionados a la lucha tradicional, Madol Yok, asegura a Efe que está "sorprendido" por este decreto, ya que, según él, la participación en dichas actividades no impide a esas personas proteger sus aldeas.
Yok indica que los jóvenes se unen una vez al mes en Yonglei para aprender a practicar la lucha tradicional, considerada como uno de los rituales más importantes del patrimonio cultural de los miembros de la tribu dinka que viven en esa región.
Suele ser practicada por comunidades de pastores y muchos jóvenes organizan competiciones donde defienden el orgullo de sus clanes.
"Presentaremos un recurso contra el decreto de las autoridades porque el deporte de la lucha no puede ser clasificado como algo prohibido", precisa.
Asimismo, insta al Gobierno a "reclutar a los jóvenes para que trabajen en la Policía local y así proporcionar empleo y proteger las aldeas".
En la ciudad de Port, se celebran también cada fin de semana fiestas de baile tradicional, denominado Naqara, como un espacio de encuentro entre los jóvenes ante la escasez de la oferta de ocio.
Estos conciertos reciben a cientos de jóvenes de los dos sexos y duran desde el mediodía hasta bien entrada la noche.
Por su parte, un responsable local en la comarca de Port, Peter James, asegura a Efe que el decreto pretende animar a los jóvenes a que practiquen las actividades de ocio en sus pueblos, en lugar de desplazarse para hacerlo en la urbe.
"El problema es que los jóvenes abandonan sus aldeas y vienen a la ciudad para buscar la diversión, la danza y ejercer la lucha. Es algo que pueden hacer en sus zonas de origen", precisa.
Las autoridades creen que la permanencia de los jóvenes en sus aldeas puede suponer un escudo contra los ataques de los ladrones de ganado y de los criminales que suelen secuestrar a los niños.
El robo de las vacas y el secuestro de niños son prácticas frecuentes en la provincia de Yonglei, y las autoridades locales acusan a grupos armados que dependen de las tribus de pastores nueres y murles de perpetrar esos actos.
Las autoridades sursudanesas han fracasado en contener este fenómeno y en detener a los miembros de los grupos criminales que los cometen, debido a la propagación de las armas entre los civiles a causa de la guerra que ha vivido el país en los últimos dos años.