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Sídney convierte a su costa en una inmensa galería de arte

La ciudad de Sídney, conocida por sus espectaculares paisajes, ha engalanado uno de sus más populares paseos marítimos con un centenar de esculturas, varias de ellas con mensajes contra el calentamiento global y la pobreza.

La muestra anual 'Esculturas junto al mar', expuesta hasta el 8 de noviembre, viste el ya turístico sendero de unos dos kilómetros que une las playas de Bondi y Tamarama, con trabajos de artistas de 41 países, entre ellos el del brasileño Geraldo Zamproni.

Marejadas de personas recorren el paseo para apreciar las esculturas, y se rinden ante ellas con diversas expresiones de asombro en diferentes idiomas ante los trabajos realizados con materiales como metales, vidrio, rocas y hasta muñecas Barbie.

'La idea es muy original y creativa', comentó a Efe el argentino Daniel Leiva, mientras otra transeúnte, la española Alejandra Sánchez García, que visita la muestra por tercer año consecutivo, destacaba que la exposición 'merece la pena' y 'cada año te sorprende alguna de las esculturas'.

La muestra, que se realiza en el mismo lugar desde 1997, se amalgama con el escenario de acantilados y formaciones rocosas que caracteriza a ese sinuoso paseo que en esta época del año se ve acompañado por el sol primaveral y el paso ocasional de las ballenas que migran de regreso hacia la Antártida.

Una de las esculturas más destacadas es 'Planeta dividido', del artista alemán Jorg Plickart, ganadora de esta edición del premio Macquarie Group, que se entrega entre los participantes de la exposición.

La obra consiste en una esfera rota de más de tres metros que representa la energía que se desperdicia y que invita a la resolución de los problemas humanitarios y ambientales más urgentes.

Al borde del acantilado también se levanta 'Escucha pasar el tiempo', en la que la artista australiana Barbara Licha representa a través de unas figuras humanas encerradas en unas jaulas de alambre los diferentes recuerdos y la reflexión sobre el pasado, el presente y el futuro.

Otra de las esculturas que se levantan imponentes es 'Media verja', de los australianos Matthew Asimakis Caitlin Roseby y Clarence Lee, que está compuesta por dos conjuntos de paneles de espejos que reflejan el mar, la tierra y el cielo.

Las imágenes que se reflejan en los espejos son dinámicas como el tiempo, de intenso sol, nublado o lluvioso, o de tonos rosáceos de los atardeceres de Sídney, que por su belleza provocan los disparos de las cámaras fotográficas de los visitantes.

Entre el espacio que crean esas dos paredes de espejos se aprecia 'Pez volador', una escultura de ese animal marino atado a una cuerda que gira con el viento realizada por los australianos Gillie y Marc Schattner para concienciar sobre el impacto del cambio climático en la naturaleza.

La muestra, a la que tradicionalmente acude medio millón de personas y atrae a mucho público infantil, también incluye esculturas interactivas como la enorme concha blanca acústica de los artistas Arissara Reed y Davin Nurimba, que replica el eco del mar y obliga a los transeúntes curiosos a apoyar la oreja en ella.

Entre los visitantes, el fundador del colectivo español Basurama, Juan López Aranguren, quedó 'enamorado' de unos rociadores blancos del tamaño de una persona que al pulsar el gatillo, grande como un brazo, soltaba chorros de agua provocando la risa y complicidad de la gente.

'Personalmente me encanta cuando el arte consigue estas cosas, activar la complicidad a su alrededor desde el juego y el humor', comentó a Efe el arquitecto y artista español al referirse a esos trabajos lúdicos esparcidos en la playa Tamarama.

(EFE)
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