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El control del Tíbet pasa por la reencarnación

Hace dos decadas, el Gobierno chino arrestó a un niño de seis años y aún hoy se desconoce su paradero. El muchacho había sido nombrado segundo líder religioso más importante del Tíbet, pero Pekín no lo aprobó y ahora, con el control del Tíbet en juego, los tibetanos temen que la historia se repita.

La conmemoración esta semana del 50 aniversario de la fundación de la región autónoma del Tíbet ha vuelto a poner sobre la mesa una pregunta que ha marcado las relaciones entre el Gobierno chino y la comunidad político-religiosa que se resiste al control de su cultura y su territorio por parte de Pekín.

Dónde está Gedun Choekyi Nyima, el niño que con seis años fue nombrado en 1995 panchen lama -la segunda autoridad religiosa más importante del Tíbet-, para ser inmediatamente detenido por el régimen comunista?

El panchen lama es una figura de importancia capital para una sociedad como la tibetana, en la que lo religioso y lo político van de la mano. Él es clave en la identificación de la reencarnación del dalái lama, el líder espiritual y político del Tíbet, y por tanto de decidir quién ocupa ese puesto de capital relevancia.

'Al reivindicar su autoridad en la selección de un importante lama (el panchen), Pekín quiso reafirmar su control político sobre las instituciones tibetanas, incluido las religiosas', dice a Efe Matteo Mecacci, presidente de Campaña Internacional por el Tíbet.

En las últimas dos décadas, nadie ha tenido noticias de Choekyi Nyima. Detenido junto a su familia cuando fue reconocido como reencarnación del XI Panchen Lama, el Gobierno chino lo trasladó a un lugar desconocido y Pekín jamás ha respondido a las múltiples peticiones para que aclarara lo sucedido con él, limitándose a contestar que 'está viviendo una vida normal y no quiere ser molestado'.

El régimen chino, que se declara ateo, se reserva sin embargo el derecho a decidir si la reencarnación de un lama es correcta o 'ilegal'. Tras borrar literalmente del mapa al entonces niño Choekyi Nyima, Pekín nombró otro panchen lama, que nunca ha recibido el reconocimiento de los líderes espirituales tibetanos.

Ahora, los tibetanos temen que el régimen comunista pueda hacer lo mismo con la futura reencarnación del dalái lama, en un año en el que su máximo líder, que vive en el exilio y fue distinguido con el Nobel de la Paz, ha cumplido los 80 años, lo que hace que un conflicto por su sucesión pueda desatarse en cualquier momento.

'Es bastante evidente que el siguiente movimiento de las autoridades chinas será elegir al XV dalái lama, al que utilizarán como un títere', opina Tsering Passang, presidente de la comunidad tibetana en Reino Unido.

El propio Dalái Lama ha lanzado mensajes que dejan cada vez más en el aire su sucesión, con tal de que ésta no sea controlada por el régimen comunista. Este año, llegó a afirmar que quizá no se reencarnaría, lo que provocó una airada reacción de Pekín.

'La reencarnación tiene su tradición, él no puede tomar esa decisión', critica Jia Xiudon, investigador del Instituto chino de estudios internacionales de Pekín.

En línea con la versión oficial, este experto chino asegura a Efe que el dalái lama está 'politizando' el asunto: 'Con sus declaraciones y comportamientos evidencia que su fin es la independencia del Tíbet'.

El dalái lama rechaza buscar la independencia aunque sí una mayor autonomía para Tíbet dentro de China. Según documentan numerosas organizaciones, los tibetanos siguen sufriendo represión a su cultura en la región, una zona muy restringida e incluso prohibida para colectivos como la prensa extranjera.

'Aunque los tibetanos están viendo un desarrollo material de la región, la esencia de su identidad y cultura continúa estando amenazada por las opresivas políticas de China', destaca el tibetano Bhuchung Tsering, quien trabajó para la Administración del dalái lama en Dharamsala y es actualmente vicepresidente de Campaña Internacional por el Tíbet.

Con él coincide Alistair Currie, de Free Tibet, quien considera que la postura de China está siendo 'contraproducente'.

A pesar de que este año está 'siendo tranquilo', dice a Efe, ello no significa que Pekín haya conseguido ganarse el corazón y la mente de la población. 'La tapadera a la libertad de religión y expresión' de los tibetanos, augura, estallará de un momento a otro.

(EFE)
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