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En Gaza, un ejército de licenciados sin trabajo sueña con huir

Cada año, las diez universidades y escuelas superiores de Gaza arrojan a 17.000 jóvenes graduados a un mercado laboral prácticamente inexistente, en un territorio sin prácticamente actividad ni ocio del que es imposible escapar.

La felicidad de las ceremonias de graduación y la obtención del flamante título de licenciado se desinflan en Gaza muy pronto, cuando los jóvenes comprueban mes a mes y año a año que no hay trabajo para ellos, ni posibilidad de buscarlo en otro lado, en un enclave con uno de los niveles de paro más altos del mundo (42 %; 60 % entre los jóvenes) y cerrado a cal y canto por el bloqueo israelí apoyado por Egipto.

La problemática del desempleo juvenil, común en otros países, se agrava aquí por dos cuestiones: la práctica inexistencia de oportunidades de otro tipo y escasez de ocio, en una sociedad empobrecida, sin recursos y controlada por el movimiento islamista Hamás, y la imposibilidad de emigrar para buscar un futuro en otro lado.

El título de Licenciado en Ciencias Empresariales con Honores no ha ayudado a Mahmud Salem, joven graduado hace cinco años, a encontrar un trabajo estable.

En este periodo, este soltero de 27 años no ha dejado de soñar con un trabajo normal, que le permita construir un futuro mejor y formar una familia.

Al igual que el resto, Salem pasa la mayor parte del día yendo de un negocio a otro, de tienda en tienda para buscar una oportunidad que nunca llega en un territorio en el que, según el Banco Mundial, la economía está al borde del colapso.

Al anochecer, se junta con amigos con los que se repite una y otra vez la misma conversación: las quejas por la realidad que les ha tocado vivir, la imposibilidad de encontrar un empleo en un territorio sitiado por Israel desde hace ocho años y donde el 80 % de las familias depende de la ayuda humanitaria.

Poco pueden hacer los jóvenes además de compartir un café, una shisha (pipa de agua para tabaco) o dar un paseo por la playa, por supuesto sin mezclarse los grupos de hombres y mujeres.

'La alegría de mis padres fue enorme cuando me licencié con honores', narra Salem, que enseguida añade que 'desde entonces, he estado buscando un futuro profesional que me garantice una vida estable, pero nunca pensé que esto me llevaría tantos años perdidos inútilmente'.

En cinco años, como muchos otros, solo ha conseguido ocasionalmente contratos cortos a través de programas de empleo financiados por ONG u organismos internacionales.

'Cada trabajo era de unos tres meses. Y luego volver al vacío y esperar un mañana mejor', se lamenta, y culpa al bloqueo israelí del deterioro económico que 'hunde a Gaza en la pobreza y el desempleo'.

También el cierre de la frontera con Egipto y la división entre las facciones palestinas Fatah, que gobierna en Cisjordania, y Hamás, que controla Gaza, están detrás de la pésima situación del territorio.

'Es realmente trágico. No podemos tener ninguna visión optimista de nuestro futuro. Nos vemos incapaces de cambiar esta situación o hacer algo', asegura Nuha Abú Obeid, activista en la web originaria de Gaza capital.

También sin trabajo, Abú Obeid pasa gran parte de sus días participando en seminarios y cursos de periodismo o haciendo de voluntaria en instituciones y empresas de medios para ir acumulando, gratuitamente, experiencia que rellene su currículum.

Hace años que se pregunta cuándo conseguirá un empleo de verdad.

Decenas de miles de jóvenes buscan oportunidades para salir del enclave costero palestino, a través de becas del extranjero o contactos que les faciliten un permiso para abandonar Gaza por Rafah, la frontera con Egipto, que se abre con cuentagotas y solo para casos humanitarios o especiales.

Es el caso de Mahmud Saed, cerca de la treintena, casado y con dos hijos, que resume la situación asegurando: 'Todos se quieren marchar de Gaza y escapar de esta situación de vida horrible y dura'.

'Mi sueño es conseguir un billete a cualquier país del mundo, solo para librarme de esta situación por la que atraviesa Gaza. La frustración y desesperanza han estado creciendo durante tantos años y, mientras, nuestra vida transcurre sin que logremos nada', reflexiona.

Pero la puerta está cerrada, sobre todo para los jóvenes: Israel controla los pasos hacia su territorio y solo permite cruzar en circunstancias excepcionales y, generalmente, solo a niños o a mayores de cuarenta años sin antecedentes.

Para Amjad Shawa, activista social de la capital, la desesperación, sobre todo los hombres jóvenes que sueñan con irse a otros países 'demuestra que la franja de Gaza se ha convertido en la mayor prisión del mundo.

(EFE)
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