Log In


Reset Password
SAN JUAN WEATHER
Mundo

Se alquilan ‘novios' en La Habana (video)

La Habana - No es que sea una ciudad ajetreada, pero las calles siempre están llenas. Los cubanos salen cargando bolsas . Los vendedores empujan una carreta con verduras por el área residencial. Andan con los ajos a espaldas, o anuncian con voz de altoparlante la venta de escobas. En una esquina, juegan dominó; los niños practican el fútbol. La mayoría se asoma desde sus casas a hablar con los vecinos o a ver la gente pasar.

Sin importar la complejidad de la tarea o de la vida diaria, los hombres interrumpen cualquier faena, con tal de halagar a la mujer que se pasee frente a sus pupilas. Sin publicidad que domine el estereotipo de la belleza, en la calle sorprende la belleza al natural.

- Cómo el cubano gasta energías! - protesta en voz alta una mujer con quien comparto la acera.

La fama es tanta que los portales de viajeros ya advierten de lo coquetos, piroperos y dados al baile que son los cubanos: 'si eres chica, prepárate a escuchar los más bellos piropos', adelanta una usuario de Trip Advisor.

Pudiera parecer acoso, pero la sutilidad con que en voz baja te dicen, 'se me han abierto las puertas del cielo... qué linda' o 'después dicen que las flores no caminan', halaga y engríe, más de lo que importuna. La equidad que han logrado las mujeres en el parlamento, también se percibe en la calle, donde los hombres se dirigen con cierta ternura, en lugar de con la agresividad o descortesía habitual.

'El hombre cubano es muy enamora'o', me admitirían en más de una ocasión, muy atento a los detalles, 'pero es porque a la cubana le gusta eso', excusó Páez, un empleado de hotel, quien jura que le gusta intercambiar halagos por sonrisas.

II.

Voy caminando por la acera agrietada de la calle 15. Pedazos de cemento se elevan y rebelan, dispersos por las raíces, más como el deshielo de un glaciar, que como el pavimento que caracteriza a las ciudades modernas. Salgo a la carretera para esquivar a un muchacho sentado en su bicicleta, quien conversa con una señora asomada desde su balcón en el segundo piso. 'Espérate', le dice. Pretende interrumpir la conversación para seguirme el paso, pero desiste. Cuando creí haberme librado de él, me alcanza en su bicicleta.

- Señorita: vengo a preguntarle si puedo ser de utilidad para usted de alguna manera... Si necesita que la lleve a algún sitio, que le dé una dirección o que le recuerde lo linda que es durante el camino... No? No puedo ser de utilidad para usted de ninguna manera? - me pregunta sonriendo.

III.

El amor y el interés a menudo se juntan, y en Cuba cuesta trabajo descifrar quién es quién. Las invitaciones son tantas que provoca suspicacia. La labia, las adulaciones... Será que te miran como vuelo de ida? O realmente, han hecho de las relaciones humanas su capital principal?

Sumida en mis pensamientos, caminaba con prisa, cuando un muchacho saltó de su escondite para seguirme. No recuerdo bien qué dijo, pero se pegó como un chicle del cual cuesta zafarse.

Caminamos el malecón al paso de los piragüeros y vendedores de 'popcorn', cuando decidió asumir el papel de guía turístico exclusivo: 'Esta es la vivencia cubana... Estos son los chicos que no tienen dinero para ir a una discoteca, y están complacidos con la Cuba en que vivimos', me dijo, previo a sugerir una discoteca en Miramar, un distrito donde sólo van los que tienen dinero, y los que consiguen quién les pague: la bondad tiene un precio.

Así que pagué el viaje en almendrón y la entrada a Don Cangrejo, donde mi acompañante saludó aOscarito, un hombre de contorno ancho y músculos grandes, quien conversaba con los brazos cruzados. También saludó a otro empleado, que se crió junto a él. Ambos se mostraron sorprendidos de verlo allí. Sorprendidos de verme con él.

Confesó que solía robar. Desde que estafaron a su madre cuando era pequeño, él y los hermanos salieron a recobrar el dinero de las formas en que podían. Antes, robaba. Ya no. 'Ahora se dedica a robar mujeres', me diría un colega a mi regreso. Pero la realidad es que se dedica a ingeniárselas para salir del país. Ya el hermano emigró, 'falto yo porque tengo que ayudar a mi familia', dijo inquieto, previo a preguntarme si quería bebida.

- Qué viva el turismo! - celebró el amigo de Jorgito al darme una mirada de arriba a abajo.

Son muchos los que alquilan sus 'servicios' y viven de él.

IV.

En la calle Calzada, me intentaron vender novio en la bodeguita. Era la hora del almuerzo. Estaba preguntando por recomendaciones al empleado de la tienda, cuando una señora con el pelo recogido - más recogido que la lengua - comenzó con las preguntas y las ocurrencias.

- De dónde eres, de Argentina? Pero mira que trigueño más lindo! No quisieras llevarte un trigueño así para Puerto Rico?

Entonces, preguntó cuántos días estaría en La Habana, que si necesitaba guía turístico, y hasta ofreció prepararme almuerzo el domingo. Quedé en llamar, por lo que intercambiamos números de teléfono.

Al otro día, Marcos, el empleado, llamó para disculparse. Se sintió avergonzado, dijo. Continuó hablando de otros temas hasta que finalmente, preguntó lo que la señora nunca inquirió: 'qué estás buscando en términos sentimentales?'. Hubo un pequeño silencio. 'No me malinterpretes... Con el poco tiempo que vas a estar aquí... Si me amas, es un milagro'.

Marcos no terminó estudios pre universitarios, como se le conoce allá a la escuela superior. Dice que es un desastre el sistema. Está desilusionado. 'Hay que hacer el sacrificio, pero claro... si se me da la oportunidad de irme fuera, me voy'. Entonces, sigue hablando, pero mi mente ha regresado a la bodeguita donde lo conocí, y me parece escuchar a la señora tal como si estuviera frente a mí: 'no quisieras llevarte un trigueño así para Puerto Rico?'.

*Busca todas las historias en nuestra serie #AndandoLaHabanaSola en las plataformas web, móvil y sociales de NotiCel este fin de semana. Además, si ya visitaste la Antilla Mayor y quieres compartir tus fotos y relatos, hazlo en nuestro Instagram con el hashtag #AndandoLaHabanaSola http://bit.ly/1FaT1sp