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Afable discusión entre EE.UU. y Cuba para abrir sedes diplomáticas mutuas

Washington - Productivo, alentador u optimista fueron algunos de los principales calificativos que los Estados Unidos y Cuba utilizaron este viernes al describir la segunda ronda de diálogos para restablecer sus relaciones, algo que, a juzgar al menos por las apariencias, demuestra la suavidad de su cauta aproximación.

En esta jornada de negociaciones celebrada en Washington el objetivo era claro: sentar las bases para abrir cuanto antes las sedes diplomáticas en los dos países, haciendo de tripas corazón y asumiendo que ese objetivo es de pleno interés mutuo pese a las grandes e históricas diferencias entre las dos naciones.

Tanto Josefina Vidal, directora general para Estados Unidos del Ministerio de Relaciones Exteriores de Cuba, como Roberta Jacobson, secretaria de Estado adjunta estadounidense para Latinoamérica, cargaron sus declaraciones posteriores al encuentro de una fuerte dosis de optimismo.

A su término, las negociaciones no ofrecieron una nueva fecha para dialogar entre las dos delegaciones, sino que acordaron 'una comunicación continua' y sentaron las bases para realizar intercambios técnicos sobre cuestiones específicas.

No se respiraba un ápice de tensión.

En ese sentido, Jacobson anunció las visitas de varios grupos de expertos a La Habana en las próximas semanas para dialogar sobre asuntos tales como el problema del tráfico de personas, acuerdos sobre aviación civil, la mejora de las comunicaciones para la isla y el tan espinoso asunto de los derechos humanos, sin abandonar, en ningún momento, el tono afable de la discusión.

'Es probable que parte del optimismo se deba al hecho de que en esta ronda de negociaciones se hayan examinado una serie de peticiones que son, por ambos lados, bastante razonables y fáciles de resolver, con la excepción, quizás, de la presencia de Cuba en la lista de países que apoyan el terrorismo internacional', explicó a Efe Vanni Pettinà, historiador cubanista y experto en las relaciones entre los Estados Unidos y La Habana.

Esa, una de las mayores preocupaciones de la isla, parece también haber sido resuelta sin muchas complicaciones tras la confirmación de Vidal en su rueda de prensa de que Cuba acepta el hecho de que el restablecimiento de las relaciones se dirima de manera independiente a la exclusión de La Habana de la lista.

Como apunta Pettinà, Cuba entró en la lista a principios de los años ochenta por su apoyo a las guerrillas de izquierda latinoamericanas, algo que 'en un contexto de postguerra fría y teniendo en cuenta que ese tipo de apoyo se ha desvanecido, podría permitir en términos objetivos una resolución positiva del asunto'.

Tanto es así, que no se puede obviar el nombramiento la pasada semana de Bernard Aronson como enviado especial estadounidense para el proceso de paz en Colombia, un gesto que de alguna manera legitima a Cuba como interlocutor capaz para la resolución de uno de los conflictos más enquistados en América Latina.

'El rol decisivo que Cuba está jugando en la resolución del conflicto armado colombiano tendría que ayudar hacia una resolución positiva para la isla en el proceso de revisión' del Departamento de Estado para sacarla del listado, agrega el experto.

Sin duda, los dos países abordaron muchos de sus desencuentros durante los cerca de dieciocho meses de contactos secretos que mantuvieron antes de hacer pública la voluntad del deshielo el pasado diciembre, dejando ahora un camino mucho más limpio hacia el éxito.

La Cumbre de las Américas que se celebrará el próximo mes de abril en Panamá tampoco resultó una fecha intimidatoria para Jacobson, que no descartó la posibilidad de que para entonces ya esté listo el acuerdo para abrir las embajadas de los dos países en sus respectivas capitales.

'Como era de esperar, las negociaciones llegaron con un tono optimista que refleja la voluntad de ambas partes, priorizando dialogar sobre una nueva relación a pesar de los muchos obstáculos en el camino', explicó a Efe Ted Piccone, experto en Cuba para el prestigioso centro de estudios Brookings.

'Espero que este progreso siga avanzando, tanto antes como después de la Cumbre de las Américas en Panamá de este abril', agregó el especialista.

Y es que, como apunta Pettinà, el tiempo apremia para los dos países, ya que presentar avances tan concretos como históricos en la cumbre de Panamá no solo sería un gesto lleno de simbolismo sino que supondría 'la señal más clara de que la Guerra Fría en el Caribe ha llegado a su fin'.

Estados Unidos y Cuba, una suave aproximación. (EFE)
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