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Periodista boricua compartió con una de las víctimas de Charlie Hebdo

En el segundo piso del edificio diez de la calle Nicolas-Appert, en París, se encontraban los autores intelectuales de una revista combatiente. Los jefes de edición y caricaturistas de Charlie Hebdo se reunían temprano cada miercoles para planificar cómo mofarse de las instituciones y personas que aborrecían. La sátira era su arma contra el poder y el fundamentalismo, por lo cual el periodista puertorriqueño Hector Feliciano llamó a ver el ataque como una afrenta inadmisible a la libertad de expresión.

El ataque a la mesa de redacción de Charlie Hebdo, ocurrido el 7 de enero de 2015, fue atípico, pues en lugar de ser perpetrado contra un sitio de interés público o alguna institución representativa de la hegemonía occidental, se hizo contra una revista de unas 60,000 tiradas. Se hizo con el propósito de silenciar una voz que resultaba incómoda.

Pese a que el silencio no se logró, puesto que el director de Charlie Hebdo, Philippe Val, ya anunció la próxima tirada del semanario que publica fielmente desde 1979; el terror sí ocupó las calles parisienses y la revista enfrenta una crisis de personal, con prácticamente toda su plana mayor liquidada.

'Esto es inadmisible. Matar por unas caricaturas es inadmisible. Su intento es coartar esa libertad, que la gente tenga miedo, que de pronto se pongan friolentos cuando vayan a criticar algo. Eso no es bueno para la democracia, la autocensura nunca es buena', resaltó con indignación.

Feliciano descartó que este tipo de humor provoque divisiones sociales o sea una amenaza contra la diversidad. 'La libertad de expresión no es negociable', insistió, previo a aclarar que los extremistas pueden ser de cualquier ideología y no representan a una religión particular.

'El alma de Charlie Hebdo eran todos ellos', mencionó Feliciano, quien conoce al periodista sobreviviente, Philippe Lançon.

Lançon fue uno de 50 heridos esa mañana. Se encontraba al final de la mesa de redacción, cuando llegaron dos hombres a ametrallar contra toda la mesa. Sólo una bala le atravesó el mentón. Cuando los yihadistasfueron rematando uno a uno, no le dispararon porque estaba debajo del cuerpo de uno de sus compañeros y tenía toda la caraensangrentada. 'Está vivo de milagro', mencionó Feliciano, confortado por la noticia de su estabilidad.

Lançon se había especializado en Literatura de América Latina y trabaja como crítico en el diario Liberation, además de escribir sátira para Charlie Hebdo. Entabló una amistad conFeliciano, luego de entrevistarlo por la publicación del libro del boricua, El museo desaparecido.

Feliciano contó que muchos de los periodistas que escribían en Charlie Hebdo, escribían también en otros lugares. Otros no eran periodistas, sino que mantenían sus oficios como médico emergenciólogo, economista banquero y psicoanalista. 'Era una revista que lo hacían por convicción, porque no ganaban lo suficiente', comentó el puertorriqueño, sobre el enfoque anticlérigo, y antimilitarista de la publicación.

Ese modelo de periodismo no existe en América. Representa una tradición antigua del siglo XIX, proveniente de Inglaterra y toda Europa, donde se contaba con varios periódicos de burla, apuntó el escritor puertorriqueño. La Fundación de Nuevo Periodismo Iberoamericano condenó los hechos al insistir en la defensa del derecho a la burla y a la irreverencia, cobijado por la libertad de expresión.

'Es bueno que existan (esas revistas) para que nuestras instituciones no se tomen tan en serio y que uno recuerde que se puede burlar de ellas', opinó Feliciano.

Contrario a lo que han comentado algunos sectores de que se trataba de un periódico representativo de una élite francesa, con ideales antisemitas que rayan en la islamofobia, Feliciano comentó que en esa revista trabajaba una periodista marroquí y un corrector argelino, ambos países africanos.

El periodista puertorriqueño Héctor Feliciano.
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