Rebeldes detienen ofensiva de Gadafi
Zauiya es la punta de lanza del avance rebelde en el oeste de Libia. Y lo seguirá siendo, al menos de momento. Los insurgentes que controlan esa ciudad desde hace cinco días han logrado repeler esta pasada madrugada una importante ofensiva de las fuerzas leales al dictador Muamar el Gadafi, que emplearon tanques y artillería pesada para castigar este enclave estratégico para la conquista de Trípoli, al situarse únicamente a 50 kilómetros de la capital.
Los opositores al régimen hicieron frente a la ofensiva, que se prolongó durante seis horas, en igualdad de condiciones, ya que contaron con tanques y ametralladoras de soldados desertores que ahora luchan en su bando. Testigos han asegurado que la ciudad fue atacada sin éxito desde seis flancos, publica el diario español El País.
'No entregaremos Zauiya a ningún precio. Sabemos de su importancia estratégica. Ellos seguirán luchando pero nosotros no nos rendiremos. Hemos logrado defender la ciudad porque nuestros ánimos están por las nubes y los suyos bajo mínimos', proclamó uno de los defensores contactados por AP.
Grupos de jóvenes se han encaramado a los techos de los edificios más altos de la ciudad para ejercer de vigías y alertar de los movimientos de sus rivales. Testigos de los choques aseguran que el régimen está empleando todas las estrategias posibles para doblegar al enemigo. En paralelo al castigo militar, las fuerzas gubernamentales han comenzado a impedir la entrada de víveres y medicinas. Además, han ofrecido generosas cantidades de dinero a los rebeldes para que entreguen sus armas.
Es probable que haya más ofensivas sobre Zauiya, a juzgar por las últimas amenazas vertidas por el líder libio, que no descarta bombardear desde el aire a los manifestantes por su negativa a expresarle apoyo, según ha informado la cadena catarí Al Yazira. La amenaza fue transmitida a los líderes de la revuelta por Mohamed Mektuf, quien desempeña el papel de mediador entre el régimen y los rebeldes de esa ciudad.
Perdido ya el control de la gran mayoría de las instalaciones petroleras y sin aliados de postín, ni siquiera en el mundo árabe, el destino de Muamar el Gadafi y sus huestes es sombrío después de haber provocado más de mil muertes e inmensos daños a la economía del tercer productor de petróleo de África desde el estallido de la revuelta el 17 de febrero.
Todo apunta a que, tarde o temprano, Gadafi será derrocado tras 42 años instalado en el poder. Incluso en Trípoli, cientos de personas osaron protestar ayer contra el sátrapa antes de ser disueltos por la policía. 'Estoy sorprendido porque tenemos una alianza con Occidente para luchar contra Al Qaeda, y ahora que combatimos contra los terroristas nos han abandonado', declaró Gadafi a la cadena de televisión estadounidense ABC.
Fue un mensaje desesperado a Barack Obama, a quien calificó como 'un buen hombre', aunque 'desinformado' sobre lo que sucede en el país magrebí. Apeló, asimismo, al sentimiento antiestadounidense tan extendido en el Magreb y Oriente Próximo.
'América no es el policía del mundo... Tal vez quieran ocuparnos', añadió. Otro síntoma de que le restan pocos asideros. Y una señal más de su inquietud: Gadafi decidió enviar al jefe de los servicios secretos a Bengasi para negociar con los rebeldes. Según pasan los días, los alzados contra el régimen -casi todo el país- consolidan sus conquistas sobre el terreno.
A medida que el cerco sobre el tirano se estrecha, muchos entre los 6.5 millones de libios creen capaz a Gadafi de perpetrar una carnicería. A medio camino entre Bengasi y Trípoli, en la ciudad de Sirte, sus leales, unos 3,000 individuos bien pertrechados, son todavía fuertes. Es su región natal y hábitat de su tribu, los Gadafa. Y es el principal escollo que los insurgentes deberán salvar para ver expedito el camino a Trípoli, a mil kilómetros de distancia de la cuna de la revuelta.