Ejército EEUU usó trucos para manipular senadores
La revista Rolling Stone reveló que el ejército de los Estados Unidos le ordenó ilegalmente a un equipo de soldados especializados en 'operaciones psicológicas' que manipularan a los senadores norteamericanos de visita en Afganistán para que éstos aceptaran otorgar más tropas y financiación para la guerra, y cuando un oficial intentó detener la operación, fue presionado por investigadores militares.
Las órdenes vinieron del Teniente General William Caldwell, un general de tres estrellas a cargo del entrenamiento de tropas afganas, el eje de la estrategia de los Estados Unidos en la guerra. El año pasado, durante un período de cuatro meses, una célula dedicada lo que se conoce como 'operaciones de información' en Camp Eggers, en Kabul, se vio repetidamente presionada para ocuparse de senadores de visita y otros VIP que venían a reunirse con Caldwell. Cuando la unidad se negó a cumplir la orden, alegando que infringía las leyes de los Estados Unidos que prohíben el uso de propaganda contra ciudadanos estadounidenses, fue víctima de una campaña de represalias.
'Mi trabajo en operaciones psicológicas consiste en jugar con la cabeza del agente, en hacer que el enemigo se comporte de la manera en que queremos que se comporte', dice el Teniente Coronel Michael Holmes, el líder de la unidad de 'operaciones de información', que recibió una reprimenda oficial por resistirse a las órdenes. 'Tengo prohibido hacérselo a nuestra propia gente. Si se me pide que use esas mismas habilidades con senadores y congresistas, se está transgrediendo un límite'.
La lista de visitantes que constituían objetivos de la operación era larga, según entrevistas con integrantes del equipo de operaciones de información y documentos internos reseñados por Rolling Stone. Algunos de los blancos eran los senadores John McCain, Joe Lieberman, Jack Reed, Al Franken y Carl Levin; el representante Steve Israel del Comité del Senado de los Estados Unidos sobre Apropiaciones; el Almirante Mike Mullen del Estado Mayor Conjunto; el embajador checo en Afganistán; el ministro del interior alemán; y una legión de influyentes analistas políticos.
El incidente constituye una señal de cuán desesperado está el comando del ejército estadounidense en Afganistán por manipular a los líderes civiles del país para que apoyen una guerra cada vez más impopular. Según la definición del propio Departamento de Defensa, se supone que las operaciones psicológicas -el uso de propaganda y tácticas psicológicas para influenciar las emociones y el comportamiento- deben utilizarse exclusivamente con 'grupos extranjeros hostiles'. Las leyes federales le impiden al ejército realizar operaciones psicológicas contra blancos estadounidenses, y las leyes de autorización de defensa siempre incluyen una 'cláusula de propaganda' que también prohíbe ese tipo de manipulación. 'Todo el mundo que está en operaciones psicológicas, inteligencia y operaciones de información sabe que no se pueden estar dirigidas a blancos estadounidenses', dice un integrante de larga trayectoria de otro equipo de operaciones psicológicas que se ha desempeñado en Irak y Afganistán. 'Es lo primero que te enseñan'.
Cuando Holmes y su equipo de cuatro hombres llegaron a Afganistán en noviembre de 2009, su misión era evaluar los efectos de la propaganda estadounidense en los talibanes y la población local afgana. Pero el siguiente mes, Caldwell comenzó a recibir órdenes del estado mayor de Caldwell para que aplicara sus habilidades a un nuevo blanco: los visitantes de EE.UU. Al principio, las órdenes se daban verbalmente. Según Holmes, que participó de al menos doce reuniones con Caldwell para hablar sobre la operación, el general quería que la unidad de operaciones de información realizara las tareas aparentemente inofensivas que solían delegarse a los 24 empleados de asuntos públicos: realizar perfiles detallados de los VIP, incluyendo sus antecedentes de voto, sus gustos y rechazos, y sus posiciones respecto de temas candentes. En un mail enviado a Holmes, el staff de Caldwell también quería saber cómo organizar las presentaciones del general antes los dignatarios visitantes, y cuál era la mejor manera de 'refinar nuestros mensajes'.
Las delegaciones del Congreso -conocidas en la jerga militar de los EE.UU. como CODEL- no son ajenas a la manipulación. Los legisladores estadounidenses suelen realizar excursiones al frente del combate, donde reciben informes cuidadosamente orquestadoes y visitan mercados locales antes de posar la foto de recuerdo vestidos con cascos y chalecos antibalas. Informalmente, estos viajes son una forma que tienen los generales de ejercer presión sobre los miembros del Congreso, y darles actualizaciones de primera mano sobre la guerra. Pero lo que buscaba Caldwell era más que la acostumbrada verificación de antecedentes de los senadores. Según Holmes, el general quería que el equipo de operaciones de información le suministrara 'un análisis más profundo de los puntos de presión que podríamos utilizar para influenciar a la delegación para que nos otorgue más fondos'. El secretario de estado del general también le preguntó cómo podía hacer Caldwell para manipular secretamente a los legisladores estadounidenses sin que ellos lo supieran. 'Cómo hacemos que estos tipos nos otorguen más gente?', le preguntó. 'Qué tengo que plantar dentro de sus cabezas?'. Según los expertos en política de inteligencia, pedirle a un equipo de operaciones de información que use sus habilidades contra dignatarios visitantes sería como si el presidente le pidiera a la CIA que compilara dossiers con los antecedentes de sus rivales en el Congreso. Incluso se le pidió a Holmes que asistiera a las reuniones que tenía Caldwell con los senadores y que tomara notas, sin divulgar quién era. 'Llevar a tu personal de propaganda a una reunión con senadores no queda muy bien', dice John Pike, un importante analista militar. 'No pasa el menor examen. Cualquier operador de prensa que se precie mínimamente te lo podría decir'.
Como mínimo, el empleo del equipo de operaciones de inteligencia contra senadores de los Estados Unidos constituyó una malversación de fondos vitales destinados a combatir al enemigo; les costó a los contribuyentes cerca de U$S 6 millones enviar a Holmes y a su equipo a Afganistán por un año. Pero Caldwell parecía más preocupado por progresar en su propia carrera que por derrotar a los talibanes. 'La llamábamos Operación Cuarta Estrella', dice Holmes. 'Caldwell parecía más preocupado por los estadounidenses y por el flujo de fondos que por los afganos. Habíamos ido ahí a enseñarles y a entrenar a los afganos. Pero los primeros cuatro meses, todo giró alrededor de los EE.UU. Luego empezó a hablar de adoptar como objetivos a las poblaciones de la OTAN'. En un momento dado, según Holmes, Caldwell quiso desarmar el equipo de operaciones de información y asignarle a cada general de su estado mayor su vocero personal con entrenamiento en operaciones psicológicas.
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