Víctima de sextorsión cuenta su historia para que otros no sufran en silencio
La joven de 27 años, durante casi cuatro años de su adolescencia, sufrió el abuso por parte de una figura religiosa
Para crear conciencia y fomentar la educación, Abigail Concepción, quien actualmente estudia en la Escuela de Derecho de la Universidad de Puerto Rico Recinto de Río Piedras (UPR), relató la sextorsión que vivió en su adolescencia por parte de una persona allegada a su familia.
La joven de 27 años compartió, en entrevista con NotiCel, el abuso que vivió desde sus 14 años hasta los 17. El término sextorsión surgió recientemente para describir un tipo de chantaje “utilizado por los delincuentes para adquirir contenido sexual adicional del niño para obligarlos a participar de actividades sexuales u obtener dinero del niño”; así lo explicó la cofundadora de la Coalición Protectora de Menores, Margarita Millán.
En el caso de Concepción, su chantajista no estaba en busca de dinero, ya que era pudiente. Sin embargo, la estudiante de Derecho relató que la manipulación del acosador provocó que sintiera vergüenza y culpa, a pesar de no ser la responsable de lo sucedido.
El victimario era cercano a la iglesia a la que asistía Concepción, y era “una figura de poder” ante las personas que acudían a la iglesia. Previo al abuso, Concepción se acercó a esta figura religiosa para pedirle que orara por su familia. Posteriormente, el victimario le pide que, en la semana, lo llamara para orar.
“En mi casa habían muchas situaciones, como en cualquier otro hogar, y me acerqué a esta persona para que orara por mi familia, y él me dijo que oraramos por teléfono en la semana. ¿Qué iba a pensar yo que en una llamada telefónica para orar por mi familia vendrían otras cosas involucradas? En la primera llamada, él me preguntó de qué color eran mis pezones, y me hizo otras preguntas íntimas y de índole sexual. Yo ni siquiera había tenido mi primer beso a los 14 años”, compartió Concepción.
La estudiante fue chantajeada y manipulada hasta los 17 años, ya que al principio le contó a un adulto, y esta persona no le creyó. En ese momento, Concepción no tenía una figura paterna presente en su hogar, y el victimario la manipulaba al decir que sería “su padre espiritual”.
“La primera vez que pasó, esa misma semana yo se lo conté a alguien y la persona me dijo que no hiciera nada. Yo fui a esta persona adulta a expresarle que estaba asustada y esta persona no hizo nada. No fue hasta mis 17 años que un compañero de escuela me ayudó a decirle a alguien más”, expresó Concepción.
La estudiante había grabado conversaciones con el victimario, y se utilizaron como evidencia. Pese a las pruebas, aún había personas que no creían en el relato de Concepción, ya que el victimario era una figura importante en la iglesia, y “todo el mundo sabía quién era”.
“Yo tenía las llamadas grabadas en una aplicación del teléfono, y esa era la evidencia. Si no hubiera tenido eso, nadie me hubiera creído, porque a pesar de haber salido a la luz, la gente no me creía porque él era una persona líder en la iglesia. Al ser líder en la iglesia, la gente le tenía respeto y pensaban que yo era una niñita que se enamoró y que quería tratar de manipularlo y dañar su ministerio. El proceso de recuperación para mí fue bien difícil, porque me juzgaron sin conocerme”, indicó Concepción.
Actualmente, la estudiante colabora con la Coalición para llevar su testimonio, y fomentar la educación sobre el tema en los hogares. Asimismo, exhortó a las personas que estén pasando por una situación similar a que hablen, ya que “es mejor soltarlo ahora para lograr ser libres, para continuar y sanar”. Concepción señaló que las relaciones interpersonales y de pareja se afectan a largo plazo. Por esta razón, resaltó la importancia de buscar ayuda.
La estudiante le recomendó a padres, madres y encargados que escuchen a sus menores sin juzgar y validen sus sentimientos.
“Que se interesen por las cosas que a sus niños le interesen, ya que ese interés crea seguridad en el niño y en la niña. Al menor sentirse protegido, seguro y confiado de sus familiares, será mucho más fácil hablar las cosas que tenga que hablar. Sin embargo, si está en un ambiente en el que no se validan sus emociones y sienten culpa, no se sentirán confiados para hablar”, expresó Concepción.
La joven compartió que, precisamente, para ayudar y educar a menores, estudió su bachillerato en Trabajo Social y maestría en Trabajo Social Clínico. De esta manera, lo puede complementar con la carrera de Derecho que actualmente cursa.