La ciencia detrás del criminal
La seguridad y justicia del país se cifra todos los días en un grupo reducido de científicos y peritos que se dedican al estudio minucioso de evidencia a traves de lentes microscópicos, autopsias y análisis químicos. Desde el laboratorio, combaten la delincuencia con ciencia para dar con los asesinos que rondan las calles de Puerto Rico.
Detener el crimen requiere de una reingeniería constante de más de $1.7 mil millones por parte del Estado, en una estructura anti crimen que se extiende mucho más que las rondas preventivas y persecuciones policíacas, sino que incluye todo el componente judicial y carcelario. El presupuesto del Instituto de Ciencias Forenses (ICF) representa solo uno de cada cien dólares que se invierte en seguridad.
La sala de autopsias del ICFrecibe sobre 5,000 casos anuales. Cada cadáver lleva un número. El conteo se reanuda en cero cada primero de enero. Cambian los números, pero sigue el mismo trajín con los muertos: se les toma una foto para identificación, se les abre un expediente donde se almacenan todos los datos, se le coloca un brazalete con su número de caso, se mide, se pesa y se toman huellas dactilares con un equipo digital. La Policía entonces se conecta a la base de datos para trabajar un reporte sobre los antecedentes penales. Se le toma una foto del cuerpo vestido para tener idea de las condiciones en que llegó. Y cuando termina el protocolo inicial se deposita en la nevera hasta el día siguiente, en que el director distribuye los casos a los patólogos.
Las autopsias se realizan exclusivamente por razón de muertes violentas, como homicidios, accidentes de tránsito o suicidios, o en casos de intoxicaciones por envenenamiento o sustancias controladas. El patólogo también está facultado para realizar una autopsia en circunstancias donde es imprecisa la causa de muerte.
Durante el proceso de autopsia, se desviste al cadáver, se coloca en la mesa boca abajo, se describen los hallazgos externos del cuerpo, se limpia y se abre el cuerpo para comenzar la documentación interna: la condición de los órganos y la trayectoria del proyectil: por donde entró, por dónde salió, qué daño hizo y si se recupera el casquillo. La evidencia recuperada se lleva a los laboratorios. Se toman secciones de todos los tejidos, se cierra el cadáver, se entra la información al sistema y se entrega el cadáver ya sin órganos, ni cráneo a los familiares que lo reclamen.
Sin embargo, el ICF cada semana debe disponer de cuerpos no reclamados. En el Cementerio Nacional yacen cientos de personas enterradas como John y Jane Doe porque nadie los vino a reclamar. En un periodo de seis años, de 2009 a 2014, el Registro Demográfico de Puerto Rico ha entregado 22 certificaciones de defunción a nombre de John y Jane Doe, o 'Juan' y 'Juanadel Pueblo'. Desde 1992, esa cifra se eleva a más de 300 casos de personas sin identificar.
En algunos casos, cuando el cuerpo está muy deteriorado y las facciones son irreconocibles, los científicos proceden a la identificación científica, a través del estudio de radiografías.
Piezas de evidencia
En la división de balística, se puede vincular los casquillos a un arma mediante análisis microscópico. La naturaleza de ese examen científico nace de la construcción del arma de fuego, explicóEdwardPérez, director de la oficina, 'todas las armas imprimen ese impacto o estriado cuando el proyectil pasa a través del cañón. La impresión es única... Hay unas características únicas impregnadas en el casquillo o proyectil'.
Los ocho empleados de balística pueden concluir cuántas armas dispararon los criminales, así como qué tipo de arma se utilizó y vincular el arma del asesino a los casquillos recogidos de la escena del crimen. 'La ausencia del arma de fuego no nos va a evitar a nosotros la conclusión sobre la cantidad de armas de fuego (que se utilizaron)', recalcó.
La vinculación del arma se da mediante tecnología más avanzada con sistema de microscopio electrónico al que someten evidencia, un banco de data que va correlacionado la información de los casquillos. De ahí se puede vincular un arma que sometieron, por ejemplo, tres años atrás a los casquillos recopiladas en una escena reciente. Esta tecnología es comparable a las jurisdicciones más avanzadas de Estados Unidos.
Al laboratorio de balística llegan armas tradicionales compradas en el mercado ilegal, como la glock automática o la AK 47, que salió al mercado en la década de los noventa, pero los expertos están viendo que su uso ha incrementado nuevamente. Esta pistola larga dispara casquillos de acero inoxidable, por lo cual resulta complicado extirparlos del cuerpo. La automática dispara hasta diez balas en menos de dos segundos para garantizar un tiro certero. Pero no hace falta dinero para comprar pistolas: los criminales crean también sus propias armas con objetos tan comunes como bolígrafoso grapadoras.
'Le digo a los estudiantes, que mientras ellos están recibiendo adiestramiento, el criminal está creando e inventando cómo lograr su acometido en la calle', resaltó Pérez.
El mal manejo de la escena por parte de los investigadores forenses puede conllevar no solo a impunidad, sino a que se acuse a una persona inocente del delito. 'El delincuente va más allá en la búsqueda de no ser acusado o de alterar la escena para que otras personas sean acusadas', acotó. De ahí la importancia de la labor que realizan.
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