La sequía es para largo, así lo predice la historia
Muchos de los periodos de sequías en Puerto Rico han durado más de un año. Nuestro clima varía. Por lo general hay períodos de poca lluvia durante los meses de diciembre a abril, en especial en la región sur, aunque, periódicamente, cambios en el clima regional limitan la lluvia en los meses de abril y mayo, extendiendose el período seco hasta agosto.
A estas sequías anuales se suman sequías generales causadas por los efectos climáticos regionales que afectan el clima en toda la Isla y el Caribe, como la que estamos atravesando y que ha provocado racionamiento del servicio para extender la vida útil de los principales embalses.
De acuerdo al geomorfólogo José Molinelli Freytes, Puerto Rico ha atravesado períodos de sequía extrema, siendo las del 1934, 1966 al 1968, del 1971 al 1974 y la del 1994 representativas de estas condiciones históricas.
La sequía de 1966 al 1968 afectó principalmente la región sur de la Isla, mientras que la de 1994 fue principalmente en la región norte, cuando se redujeron drásticamente los niveles en los embalses de Loíza y La Plata, resultando en que la AAA tuviera que racionar el agua potable a los residentes de la zona metropolitana de San Juan desde mayo hasta agosto de 1994.
Datos del Servicio Nacional de Meteorología establecen que la década del '60 fue bien intensa ya que la lluvia mermó aproximadamente en un 30 % del promedio anual, lo que representó un déficit de aproximadamente 40 pulgadas en dos años. Esa y la de la década de los '70 se consideran las más significativas, previo a las sequías más recientes.
'Es importante el marco conceptual. En el pasado, las sequías en Puerto Rico no han sido frecuentes. Un factor que nos afecta es el crecimiento de la población y por ende el aumento en la demanda de agua. Siendo esencialmente la misma agua, tan pronto hay un evento de merma de precipitación tiene un impacto socioeconómico', explicó el profesor universitario.
Según este, el análisis de las sequías en Puerto Rico se debe dar dentro del contexto del crecimiento poblacional y la demanda por agua, aún con la emigración masiva.
'En Puerto Rico hay agua en abundancia. El problema es que en la zona metropolitana las fuentes de abasto provienen de dos embalses como Carraízo y La Plata y el traspaso de agua que se hace con el Superacueducto; almacenamos solo una fracción de la lluvia que cae en la isla y para colmo la población está concentrada en grandes ciudades y se tiene que llevar agua de otros lugares hacia donde está la gente', insistió.
El serio problema de abasto de agua del '94 se debió a una serie de factores, dice Emilio M. Colón, exdirector ejecutivo de la AAA, en un escrito interno de la corporación pública. Apunta a que hubo 'una falta de visión y planificación de la infraestructura adecuada'; así como la falta de conciencia en el buen uso del recurso agua, la sedimentación del embalse Carraízo, entre otros factores que agravaron la crisis.
En aquel momento, se dragó Carraízo, removiendo 6 millones de metros cúbicos de sedimento. El racionamiento del servicio se extendió en periodos inicialmente de 12 horas y se fue incrementando hasta llegar a 32 horas en la zona metropolitana.
La ola de calor hizo que gente utilizara el recurso de forma indiscriminada y en agosto de ese año, al empeorar el nivel de los embalses La Plata y Carraízo, se llegó a racionar el agua en periodos de 36 y 40 horas. El racionamiento duró hasta septiembre. Carraízo recuperó primero sus niveles, pero La Plata no llegó a sus niveles óptimos hasta verano del 1995.
El efecto que producen las sequías en la actividad económica de Puerto Rico es variable y complejo. Se estima que la sequía del 1994 causó pérdidas a la economía de aproximadamente $300 millones, de los cuales $165 millones fueron en la agricultura. También experimentaron pérdidas sustanciales la manufactura, la construcción, la transportación, el comercio, las finanzas y los seguros, los servicios y el Gobierno. Impactó la vida diaria de 1.6 millones de personas.