'Figue', el 'despedidor' de duelos
Su nombre se escucha a lo largo de todo el pasillo de la escuela. Los jóvenes de intermedia de Berwind lo interrumpen y le hacen chistes en el camino. Él les responde con el mismo afecto de hace 36 años, independientemente de que ha visto cómo voces similares han sido silenciadas por las balas con el pasar de los años.
Fernando Figueroa no sólo ha sido maestro. Sin querer, se ha convertido en un 'despedidor de duelos' de sus propios estudiantes.
En sus 36 años como educador, Figueroa cuenta que le ha tocado enterrar a más de 200 estudiantes de Monte Hatillo y áreas limítrofes como Parcelas Falú, Monte Park y Hill Brother. No hubo bachillerato de educación que lo preparara para eso. En su salón de clases aún guarda las fotos de sus alumnos, junto a los recortes de periódico de los fenecidos. 'Me convertí en un experto en duelos', sostuvo mientras mostraba las fotografías.
El hombre de 57 años no se amilanó por el entorno violento que amenazaba con arrebatarle a esos jóvenes las destrezas y esperanzas que los maestros como él les intentaban inculcar. Al cuestionarsesobre las razones que llevaron a jóvenes de entre 14 y 21 años de la escuela a la tumba, Figueroa cree conocer la respuesta: 'después que salen de aquí, no tienen ese adulto que les dé seguimiento. Empiezan las tentaciones del ambiente, las presiones de grupo y el dinero bien facilito; no tienen quién los guíe y después que están metidos en esa pocavergüenza, es bien difícil que salgan', enfatizó sereno, como quien ha sido anestesiado contra el dolor.
Al 30 de noviembre de este año han habido 819 asesinatos en la isla. El 38% de las víctimas eran varones entre 16 y 29 años, según los datos de la Policía. San Juan es el pueblo con la cifra más alta de crímenes violentos, seguido por Bayamón, Carolina, Ponce y Caguas.
La primera vez en que Figueroa habló en un velorio fue para el '85, en que asesinaron a uno de sus exalumnos. 'Me sale en el momento, después ni recuerdo lo que dije', comentó, al atribuirlo a los dos años que estuvo en un seminario católico para ser sacerdote. 'Todavía me queda algo, lo que pasa es que me dediqué al sacerdocio de la educación', reflexionó.
El coraje y la frustración se han apoderado del maestro en ocasiones, pero los mismos estudiantes se encargan de darle el ánimo y motivación para seguir con su tarea. 'Estos estudiantes me han enseñado mucho, me han enseñado a amar el prójimo', aseguró quien fue criado en el barrio de Trastalleres.
Desde joven pasó muchas vicisitudes y quizás por eso se identifique tanto con sus alumnos. Su papá era un veterano desempleado, que gastaba el billete en la bebida y los juegos de casino, mientras su mamá buscaba el peso como planchadora. 'Quería salir de mi barrio siendo una persona de bien. Tenía una meta fija: yo llevar el sustento a donde yo vivo'. Contó que en una ocasión le pidió a su padre, dinero para comprar un par de zapatos, pero en su lugar le trajo un cajón de limpiabotas. 'Allí fue que me propuse trabajar por todo lo que quería lograr'.
En la escuela, Figueroa ha hecho lo posible por ser más que un maestro, un amigo y mentor de sus estudiantes. Su salón está lleno de pailas de pintura y computadoras viejas porque enseñar fórmulas algebraicas es sólo una de las cosas que hace allí. 'Hacemos de todo. Esas pailas las traje de casa y si la escuela está así de linda es porque la pintamos con los estudiantes', contó, al asegurar que los estudiantes reparan computadoras viejas en sus horas de recreo y hacen labor voluntaria en la comunidad aledaña. 'Les da un sentido de pertenencia', opinó.
El maestro da las clases en camiseta y mahón. Como su vestimenta, su estilo de enseñanza también es casual y coloquial porque lo ve como una forma de acercarse al mundo de sus alumnos. 'Hay que darle la confianza porque estos estudiantes no tienen la confianza en el hogar', afirma el hombre convencido de que 'hay que querer al estudiante'.
Desde finales de los 70, cuando comenzó a impartir clases aún siendo estudiante de bachillerato, Monte Hatillo llevaba una guerra con el residencial Monte Park, pero fue en 2006 que el residencial estaba dividido entre norte y sur por el control del punto de droga. Para ese entonces los jóvenes tenían que evadir algunas rutas para llegar a sus casas. El conflicto acaparó la atención pública cuando en ese año asesinaron dentro del residencial al sargento José Burgos, quien fue otro de los alumnos de Figueroa.
Para ese entonces, el maestro también era entrenador de boxeo en el gimnasio Monte Hatillo Boxing, junto a Orlando 'Canito' Rodríguez, quien también fue uno de sus estudiantes. Ese fue el único gimnasio que ofrecía tutorías de matemáticas, mencionó jubiloso, al agregar que los estrechones de mano que le daban a esos jóvenes y el sentarse a hacer cuentos con ellos son las cosas que más necesitan. 'La mayoría de estos muchachos no tienen quién le dé un apretón de mano, quien le diga ‘lo hiciste bien''.
El resultado de su trabajo se ha evidenciado cuando más de un estudiante retorna a la escuela y pregunta por 'Figue', cuando se encuentra a exalumnos que lo saludan con efusividad y le cuentan que van por buenos pasos, y cuando en una ocasión fue atendido en el hospital por uno de sus exalumnos. 'Mi estilo es loco, pero me ha dado resultado', confirmó satisfecho.
Pese a la tragedia que significa ver cómo se pierde el futuro de algunos jóvenes cada día, este maestro sigue comprometido con su trabajo, y aunque está a punto de retirarse, afirmó que seguirá ofreciendo tutorías en las tardes. 'De aquí me sacarán muerto', dijo al tiempo que enfatizó que seguirá con su fórmula que lo lleva a ser algo más que un maestro de matemáticas. 'Hay que seguir luchando. Se van algunos, pero vienen otros', puntualizó mientras caminaba por el plantel y reaccionaba al grito que le hacía un estudiante desde el tercer piso.