Coger fiao en el Colmado Colón
Desde el Colmado Colón en la Barriada Morales de Caguas, María Colón, conocida como doña Meri, hace una suerte de labor filantrópica. Allí registra, en una libreta grande, la comunidad en números, pues la cultura de coger fiao aquí todavía forma parte de la vida diaria de muchos.
El local hace esquina. Varias calles apuntan hacia el Colmado Colón, así como el local pareciera abocar al que lo visita devuelta a la comunidad. Es la una de la tarde de un lunes. En el colmado hay un transitar continuo de personas. Mientras Doña Meri atiende a clientes, en ocasiones se sirve de sus páginas en donde anota o consulta algunos nombres y números. La libreta da constancia de la red de apoyo que supone este espacio.
Fundado en 1938 por Juan Colón González y Celia Santos Berríos, el Colmado Colón existe desde el comienzo de la Barriada Morales. De la tercera generación de los Colón a cargo del local, doña Meri contó que el colmado siempre ha fiado a los clientes de la comunidad que así lo necesiten. Ancianos, 'muchachos de vicio' y demás personas visitan el colmado a diario; con el dinero que dispongan adquieren comida o artículos personales, y lo que falte se anota en la libreta grande. Así, cuando disponen de sueldo u ayudas, poco a poco abonan a la deuda.
Son las necesidades de la comunidad las que le motivan a ella a continuar su labor de fiadora. 'Me veo obligada a unirme a los problemas de la comunidad', comparte doña Meri.
La señora agradece el rol de su suegra. 'Todo lo que sé me lo enseñó ella', mientras que otros reconocen la labor de esta fiadora, aún estando lejos de la comunidad. Doña Meri narra como a veces los presos desde la cárcel recuerdan 'a la doñita del colmado que le ha cubierto sus necesidades' y cuenta de personas que regresan a pagar tras estar algún tiempo fuera de la comunidad. Junto a doña Meri trabaja Teresa Navarro, usuaria de drogas rehabilitada desde hace nueve años, y Carmen Donen, encargada de los sándwiches que allí se preparan, ambas oriundas del municipio de San Lorenzo. Para Navarro el local ha sido el lugar en donde, tras rehabilitarse, ha podido trabajar y aprovechar sus días.
Doña Meri invita a pasar a Doña Santos Rivera Vázquez, quien a sus 90 años es testigo de la formación de la Barriada Morales. Santos, de caminar pausado, pero firme, llega acompañada de dos de sus 18 hijos: Ramonita, maestra artesana, y Bernardina, maestra de primaria. Al igual que el Colmado Colón, doña Santos ha asistido al desarrollo de la Barriada Morales. La comunidad comenzó como un lugar sencillo con varias casas y dedicado a la agricultura, según ella. El colmado fue el espacio en donde doña Santos vendía las frituras que confeccionaba. Santos aún continúa con su rutina de visitar el local en las mañanas, para saludar o para comprar.
Las hijas de doña Santos rememoraron la solidaridad y el respeto que regían la comunidad mientras crecían; los mismos que procura doña Meri –y quienes le acompañan- diariamente en su labor desde Colmado Colón.
Doña Meri lleva 30 años trabajando desde el local y hace 20 años es dueña y administradora del mismo junto a su esposo, Carlos Colón. El Colmado sigue siendo así un foco importante en la Barriada Morales desde el cual, a través de la cultura de coger fiao y la empatía, se gestiona un sentido de pertenencia y oportunidad para diversos miembros de la comunidad.
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