Qué pasó hoy? (vídeo)
Martes, 13 de diciembre de 2011 – 'Por fin libre!': Expira el orgullo de Luquillo y de todo Puerto Rico: Rosendo Matienzo Cintrón, visionario de la 'Guachafita' del Congreso de EE.UU.
Un día como hoy, hace 98 años, falleció el gran pensador y político puertorriqueño: Rosendo Sotero Matienzo Cintrón.
Don Rosendo, quien expiró en su pueblo natal, Luquillo, llegó a servir como representante ante la Cámara de Delegados y en varias otras capacidades dentro del Gobierno insular que operó bajo la Ley Foraker que impuso el Congreso de Estados Unidos. Posteriormente, a un año de su fallecimiento, Matienzo Cintrón fundó el Partido de la Independencia (1912), en el que militó, además, Manuel Zeno Gandía y Luis Llorens Torres.
Gracias al Historiador Mario R. Cancel, compartimos la siguiente columna que publicó don Rosendo Matienzo Cintrón en el periódico La Correspondencia de Puerto Rico en noviembre de 1911. Resulta interesante leer cómo este visionario expone claramente un problema crónico que parece pasar de vista en la discusión actual del tema del estatus político de Puerto Rico. Así pues, hace ya más de un siglo, Matienzo Cintrón expuso con claridad lo que aún muchos de nuestros compatriotas que se dedican a la política profesional no parecen comprender o querer entender:
'La guachafita fá es la ciudadanía americana para los puertorriqueños.
Si la pedís de buena fe no os la dan fundados en que tenéis, en unión de los americanos, la ciudadanía puertorriqueña, en que la ciudadanía americana es un gran mal que traería la ruina de Puerto Rico, en que hay demasiados negros en los Estados Unidos para añadir un millón más.
Si no la queréis, si queréis la independencia del país, entonces os dicen, pedid la ciudadanía y os la darán. Cómo no? Volvéis a pedirla al Congreso y si el Congreso no os la da, os la dará el pueblo, el noble pueblo americano. No se desanimen ustedes. Y después es evidente que dentro de cien o doscientos años podréis formar un Estado. Interinamente, gozaremos aquí, americanos puertorriqueños, los goces puros y honestos de una colonia pero no de una colonia cualquiera, sino de una colonia la mar de curra. Para formarse usted una idea de cómo es y será la colonia americana de Puerto Rico, recuerde usted los esclavos de esclavos que ganaron su carta de libertad por cualquier medio.
Y entre los americanos se dicen: boy, conviene ayudar ahora a los espiquitis a conseguir la ciudadanía americana que les sentará a ellos como un santo Cristo a un par de chancletas. Porque es evidente que los puertorriqueños son sentimentales y les bastará (como a los muchachos una caña al hombro para creerse soldados) a ellos la ciudadanía americana para creerse americanos.
Lo cual no será así, porque ser ciudadano americano quiere decir ser soberano y el puertorriqueño no lo será nunca, aunque vaya vestido de toga viril de nuestra ciudadanía. Es verdad que así habría tres ciudadanías americanas: las dos del continente y la tercera de Puerto Rico, a saber: la ciudadanía americana de los blancos del norte, la de los negros del norte y la de los puertorriqueños.
La de los soberanos, la de los libertos, la de los welelés o pendangas de países no contiguos y que no hablan inglés.
El negro de los Estados Unidos tiene allá su problema, en el que nosotros no podemos entrar por el momento sino en una línea general humana. Pero el negro, sea por sus culpas o por las ajenas, no es tal ciudadano de los Estados Unidos. Es un perro, un buey, privilegiado en cuanto se le permite tener propiedad, pero es un ciudadano cosa o es una cosa ciudadano, no es un ciudadano.
Si los blancos quieren los negros votan, si no no votan; si los blancos quieren viven, si no mueren ahorcados o apedreados o fusilados como un perro o un lobo rabioso.
Habrá, pues, si se llegase a dar una tercera ciudadanía, tan envilecedora para los americanos como para los puertorriqueños, una ciudadanía dada por conveniencia, por negocio, por cálculo, por business. El negocio trabado entre el impudor welelé y la codicia yankee. La ciudadanía sin la soberanía es una ciudadanía que no se tiene para enaltecerse sino para envilecerse. La toga viril al caer desprestigiada sobre la espalda del enclenque pendanga, se convierte en el acto en pobre túnica de esclavo. Y queda, por modo tan singular, rebajada la ciudadanía sin elevar al elevar al agraciado con ella.
Sabemos que se quiere engañar al país concediendo la ciudadanía con colonia, es decir, sin soberanía; es decir, una especie de nuez vana que se le da a un mono para divertirse con él. Pero los buenos boys que viven en el país, se habrán llegado a creer que aquí creemos esa farsa?
No amigos, no. No queremos vuestra ciudadanía porque es de tercera clase, y si por ser de tercera no queríamos la que España nos daba, cómo hemos de querer la vuestra?
Nos negasteis la ciudadanía de mala fe para podernos explotar impunemente y ahora nos ofrecéis y quizás nos forzaréis a aceptar la famosa de tercera clase, como las viejas cédulas personales, también de mala fe, para seguirnos explotándonos y acallar el clamoreo que contra vosotros en la isla se levante. Una ciudadanía que cubrirá al pueblo como las flores con que se cubrían las victorias (hostia) llevadas al sacrificio.
Pero ya es tarde. No queremos más vuestro gobierno sin la ciudadanía, ni con la ciudadanía. Antes creíamos que la libertad no podía conseguirse sin vosotros. Después creíamos que podía conseguirse con vosotros y sin vosotros. Hoy creemos que la verdadera libertad que lleva consigo la soberanía, el gobierno propio, no puede conseguirse con vosotros sino sin vosotros, quizás contra vosotros.
Mientras ustedes, los que justifican la libertad, y los códigos de su propia patria, gobiernes, gobernarán la mentira, los negocios feos y los trusts en Puerto Rico.'
La Correspondencia de Puerto Rico, 21 de noviembre de 1911.
-Rosendo Matienzo Cintrón
Según el Dr. Luis M. Díaz Soler, justo antes de fallecer aquel 13 de diciembre de 1913, Rosendo Matienzo Cintrón afirmó:
'Por fin libre!'
Hoy, en ocasión del aniversario 98 de su fallecimiento, nos preguntamos cuánto más libre seríamos si entendiéramos lo que hace más de cien años nos comunicó este prócer de Luquillo y orgullo de todo Puerto Rico.
Para más información histórica, sigue a Hans Perl Matanzo y a Ana Gabriela González Oliva en Rico Puerto Rico.