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Domingo 11 de diciembre de 2011 – Fallece el fundador de la Cruz Roja en Puerto Rico y autor de la antología que nos habló de fauna y política puertorriqueña: Manuel Fernández Juncos

Un día como hoy, hace 165 años, nació en Asturias un iberoamericano que habría de emigrar a Puerto Rico como un niño pobre que llegó a trabajar arduamente para educarse a sí mismo con la ayuda de generosos mentores y contribuir al Boriquén de su época: Manuel Fernández Juncos. Al llegar a Puerto Rico tenía apenas diez años. A su muerte en 1928, Fernández Juncos ya era tan boricua como cualquiera de sus compatriotas, y había aportado a nuestra Nación como pocos otros.

Entre algunas de sus grandes contribuiciones, Manuel Fernández Juncos se destacó como uno de los periodistas más influyentes en nuestra historia, compuso la letra del Himno del Estado Libre Asociado de Puerto Rico y, en 1906, fundó la Casa de Niños Manuel Fernández Juncos (para huérfanos y niños desamparados).

Además, fue el editor de varias antologías cuyo legado nos permite conocer mejor las figuras históricas que desde el siglo pasado forjaron gran parte de lo que compone nuestra Nación presente. Entre éstas, vale destacar la Antología puertorriqueña: prosa y verso, en la cual reseña la vida del periodista y escritor mayagüezano, José M. Monge, quien describe la fauna política de su época. Por la sorprendente pertinencia que guarda con el presente, conviene citar un extracto de esta carta que le escribe José M. Monge a uno de los más apreciados mentores y maestros de Manuel Fernández Juncos: El Caribe, José Gualberto Padilla:

'... Si viera Ud. cuántas especies nuevas he encontrado á mi regreso á esta Villa, y las transformaciones que han sufrido algunas de las que ya conocía!

Los hombres patos, por ejemplo, que á mi salida frecuentaban los dos partidos aquí existentes, parece que no han podido sostenerse por más tiempo en la política anfibia, y han tenido que declararse. Unos, convertidos en verdaderos zaramagullones, se han lanzado por completo á la laguna conservadora; y otros, por temor del agua, han alzado el vuelo y recorren ahora las campiñas liberales. Huya Ud., Sr. Caribe, de los hombres patos, huya de una especie que, como ésta, es susceptible de vivir y engordar en dos elementos tan opuestos.

Otra de las que más han llamado mi atención, es la de los hombres boyas,individuos que sin conocimiento alguno de la geografía hidrográficia, se han colocado por sí mismos en el mar de nuestras reformas, para indicar á nuestro Gobierno los escollos que en él se encuentran y los peligros que corre la nave del Estado que los cruza en estos momentos.

Entre ellos, unos creen de buena fe en los peligros de la nación, y merecen nuestro respeto; otros temen los de sus intereses, y hay que dejar al tiempo que los desengañe; los menos, en fin, fervientes devotos de San Hermenegildo, desean crearlos para medrar y obtener una posición que por sus méritos no llegarían jamás á obtener.

Y qué diría Ud., Sr. Caribe, si viese á los hombres gusarapos, esos que presentándose rara vez en la superficie, se agitan constantemente en el fondo, y allí sin ser vistos fomentan con sus maquinaciones los odios que deberían esforzarse en aplacar?

Y qué diría Ud. de los hombres triquitraques, que hacen muchísimo ruido en todas partes, pero son incapaces de hacer daño? De los hombres Janos,de esos que tienen dos caras en un solo cuerpo, y estrechan hoy vuestra mano y os llaman amigo, para injuriaros mañana, sólo por saciar su vil mordacidad?

Si no fuera por temor de extenderme demasiado y de cansar su paciencia, le iría presentando uno por uno los tipos de mi variada colección.

Hombres actores, que aparecen solos ante el público ocupando el escenario, pero que en realidad representan el papel que les asigna la comparsa que se agita tras de bastidores.

Hombres caracoles, que salen á insultar á los demás, lanzándoles epítetos injurioso, y que tan pronto se ven combatidos por la razón y la justicia, corren á refugiarse en la concha de la nacionalidad.

En fin son tantos y tan variados los personajes que van apareciendo desde hace poco en el campo de los partidos! Y para qué? No sabemos por experiencia que la política de nuestra isla es un organillo cuya manigueta está en manos del Ministro de Ultramar, y el registro en las del Gobierno, y que á merced de ambos está que el instrumento deje oir las notas de la marcha Real ó del himno de Riego? ...'

-José M. Monge citado en Antología puertorriqueña: prosa y verso, por Manuel Fernández Juncos

'El ridículo es que el débil se ría del fuerte, como que le insulte, lo serio es combatirle, y lo inteligente es vencerle.'

-Eugenio María de Hostos

–Para más información histórica, sigue a Hans Perl Matanzo y a Ana Gabriela González Oliva en Rico Puerto Rico.