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Qué pasó hoy? (vídeo)

Viernes, 30 de septiembre de 2011 - Fueron 3,000 y todavía seguimos contando

Un día como hoy, hace 39 años, en el recién estrenado parque Three Rivers Stadium de Pittsburgh, Roberto Clemente pegó el imparable 3,000 de su carrera en las Grandes Ligas. Un reducido grupo de puertorriqueños viajó desde la Isla para disfrutar del juego y lograron ser testigos de este épico momento en la historia de nuestro béisbol e histórica gesta para toda nuestra América Latina.

Según relataron los hermanos Carlos Ignacio y Farrique Pesquera, dentro del seno de este núcleo de fanáticos boricuas que viajó a ver este histórico partido, se encontró un joven boricua, Carlos, quien a pesar de sus 16 años de edad, pronto se convertiría en el líder de un grupo de adultos que logró organizar un viaje desde Puerto Rico a Estados Unidos para presenciar aquellos juegos de la postrimería de la temporada. Iban conscientes que al avecinarse la conclusión de aquella temporada del 72, existía la posibilidad de que, a pesar de las retantes lesiones que enfrentaba, Roberte Clemente se convertiera en sólo el undécimo jugador en la historia de las Grandes Ligas en pegar su hit tres mil.

Y así fue. El 30 de septiembre de 1972, en el juego de los Piratas de Pittsburgh contra los Mets de Nueva York, Jon Matlack le envió una pelota a Clemente que lo convertiría en el primer latinoamericano en ingresar al cotizado y exclusivo club de los 3,000.

Farrique no pudo dar el viaje hasta Pittsburgh, la ciudad de los Piratas. No obstante, vivió vicariamente la experiencia maravillosa que, además, también pudimos escuchar de su propio hermano, Carlos, quién lideró esta travesía que hoy tenemos ocasión de revivir. Luego de que un amigo de Roberto Clemente les dijo que éste desearía celebrar este momento especial junto a los boricuas que se encontraban en Pittsburgh, Carlos, aún en plena adolescencia, no se quedó cruzado de brazos cuandos Roberto no llegó al hotel donde se estaban alojando. A pesar de los pocos ahorros que le restaban, decidió organizar un largo y azaroso viaje en taxi que los condujo a tocar a la puerta de Clemente, precisamente aquel mismo domingo, 30 de septiembre de 1972, el mismísimo día en que, más temprano, nuestro número 21 se había llenado de gloria en el último turno al bate de su carrera. Pesquera nos narró que compartió esta maravillosa experiencia junto a su primo y unos pocos otros que logró convencer a unirse a una aventura que los llevó a celebrar este gran triunfo en plena sala de la casa de su ídolo, nuestro pelotero amado y admirado por prácticamente todos los puertorriqueños.

Después de múltiples esfuerzos por encontrar la casa de Clemente, cuando el grupo de fanáticos boricuas liderados por Pesquera finalmente llamó a la puerta del hogar de la familia Clemente, Roberto hizo alarde de su gran nobleza y patriotismo al recibirlos sin reparo alguno. Aún en pijamas, Clemente los invitó a sentarse en el sofá donde literalmente le narraba con lujo de detalles los eventos que su padre, Melchor Clemente, tanto ansiaba por escuchar y revivir por medio de lo que su propio hijo le contaba. Mientras conversaba con don Melchor, nuestro astro del béisbol brindó junto a ellos luego de descorchar una botella conmemorativa de champán que le habían obsequiado en ocasión de esta gran gesta. Durante el tiempo que estuvieron allí, éstos se tomaron fotografías celebrando junto a Roberto y pudieron compartir, además, con su esposa Vera.

Hoy podemos revivir este mágico momento en que nuestro inmortal boricua llenó de gloria a los Piratas de Pittsburgh, a la Nación puertorriqueña y a toda América Latina, al compartir en la intimidad de su hogar con estos boricuas que, junto a él, vinieron a celebrar este logro de nuestra patria entera. Así pues, este viaje a Pittsburgh que llevó a cabo este pequeño contingente boricua, constituye una metáfora del rico Puerto Rico que enriquecemos aun más mediante actos emprendedores y liderazgo constructivo que trascienden los retos cotidianos y maximizan las capacidades de todas y todos los puertorriqueños.

No debemos de olvidar que, además de un gran humanitario que dio la vida en su esfuerzo por apoyar a la hermana nación de Nicaragua luego del terremoto de Managua de 1972, Clemente siempre se caracterizó por reivindicar nuestra identidad boricua y rendir tributo a las personas que lo habían criado y apoyado a lo largo de los años. Así pues, evocamos las primeras palabras que pronunció Clemente al terminar el juego en que sería honrado con el premio de Jugador Más Valioso de la Serie Mundial que ganó junto a sus Piratas de Pittsburgh en 1971. Cuando lo entrevistan en la televisión estadounidense, Roberto conmovió a una nación entera de boricuas dentro y fuera de Puerto Rico, al afirmar que, antes que nada, hablaría en español, dirijiéndose a sus padres y a sus hijos, a través de la cámara que transmitía al mundo en vivo y a todo color:

'En el día más grande de mi vida, para los nenes, la bendición mía, y que mis padres me echen la bendición en Puerto Rico'.

Hoy, a 39 años del imparable 3,000 de este campeón de la dignidad boricua, todos los hijos de esta Patria que hemos crecido admirando el legado de nuestro gran Clemente continuamos recibiendo su bendición y esperamos poder pasar a las próximas generaciones la antorcha del rico legado de una de las figuras cumbres de nuestra historia nacional.

Qué viva Roberto Clemente, inmortal fuente de inspiración de todo Puerto Rico, El Caribe y de toda nuestra América Latina!

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