Llega Puma a Puente Blanco tras desastre de CAPECO
Tras el incendio de CAPECO, la Comunidad Puente Blanco continúa en pie de lucha y se prepara para la llegada de Puma Energy Caribe. Un aproximado de 400 hogares, 1,500 vecinos, una cancha bajo techo, un parque y un centro comunal componen lo que varios residentes consideran su tesoro más preciado.
Un recorrido por Puente Blanco se extiende por 20 minutos a menos que los personajes de 'La momia' y 'Torpedo' se acerquen a relatarte algunas historias. Una vez adentro, se observa a la gente en sus quehaceres, algunos lavan autos, otros limpian con manguera las aceras y otros prefieren hablar con el vecino en un sofá en las afueras de sus casas. Durante el trayecto, no hay sonrisa que falte.
Esta vez, la Comunidad Puente Blanco no estaba rodeada de humo, ni del intenso calor que hace más de un año alarmó a los residentes llevándolos a evacuar sus hogares. El área ahora se encontraba sin ningún rastro de incendio. Algunas viviendas se veían recién remodeladas, pero otras permanecían tal y como quedaron, afectadas el pasado 23 de octubre de 2009.
Por la calle, a lo lejos se contemplan los residuos de las facilidades de Caribbean Petroleum Corporation (CAPECO). Pero la imagen se opaca al encuentro con dos lideresas comunitarias de Puente Blanco, Wanda Figueroa Rivera y Bernice Sánchez Otero, quienes disfrutaban de una pequeña charla entre amigas mientras pintaban unas cruces hechas de cartón para sus niños de la catequesis. No pasó ni un minuto antes de que ambas ofrecieran algo de tomar y acercaran unas sillas a la mesa para comenzar la entrevista.
Figueroa Rivera y Sánchez Otero están activas en su comunidad desde el 1999 y a partir de ahí han brindado un servicio incondicional a su gente, en especial a niños y jóvenes. Ofrecen asignaciones supervisadas, realizan actividades recreativas y deportivas, e inclusive convocan actividades de recaudación de fondos para aquellas personas que necesitan ayuda.
'Mucha gente dice: Uy, Puente Blanco! Y piensan que es lo peor. Y para mi es una comunidad bien especial. Hay de todo como en todos lugares. Pero es una comunidad segura y son colaboradores en todo. Esto aquí es como una familia. Por eso la velamos tanto y la protegemos tanto. Yo estoy bien orgullosa de mi Puente Blanco', manifestó Figueroa Rivera.
Relataron sin ataduras algunos de los problemas sociales que identifican en su barrio: la deserción escolar, las drogas y el abandono hacia los ancianos. Además, destacaron que una de las mejoras que han logrado ha sido el mantener limpios los alrededores de Puente Blanco y el Caño La Malaria, los cuales constantemente se convierten en vertederos por personas ajenas a la comunidad.
Lo cierto es que el fuego de CAPECO se mantiene vivo en los recuerdos de estas dos lideresas. Después de todo, el evento es símbolo de transformación en su comunidad.
'Fue una experiencia que nada más de pensarla se me paran los pelos. Que cada vez que tengo que hablar de ella, vuelvo atrás y es como si fuera a revivir la situación. Luego me quedo dos o tres días sin poder dormir porque aún siento y oigo las explosiones, el revolú. A la verdad que fue una experiencia horrible, horrible. La estamos pagando todavía', expresó Figueroa Rivera.
Los relatos dramáticos sobre el suceso son innumerables a tal grado que las lágrimas se apoderan de Sánchez Otero cuando recuerda aquella madrugada en que no pudo ayudar a su vecina Mingui, quien tenía a su mamá en cama. 'Mi deber era pararme a ayudarle por líder que soy, pero estaba tan asustada y mi esposo estaba tan desesperado. Realmente, aprendí una lección con esto porque nadie puede decir cómo tú vas a reaccionar', indicó.
Para estas compueblanas de Cataño, no era la primera vez que presenciaban un fuego de gran magnitud. Hace unos 25 años el Caño La Malaria, ubicado frente a sus hogares, se prendió en llamas que subieron a unos 20 pies de alto. Sin embargo, especifican que este último fue 'peor todavía'.
Al detallarnos el manejo de la emergencia, rápidamente hicieron referencia a la prontitud con la cual el gobierno estatal y municipal gestionó diversas ayudas. Entre ellas, el desalojo de los residentes de sus hogares.
'Yo entiendo que se trató de hacer lo mejor que se pudo las primeras dos semanas. De que no funcionó, no funcionó, porque no hubo compromiso de quien de verdad debía. Ellos se fueron y nosotros nos quedamos con las mismas situaciones o peores', sostuvo Figueroa Rivera, quien al mismo tiempo aseguró que tales hechos demostraron que Puerto Rico no está preparado para una emergencia de esta categoría.
De la misma manera, Sánchez Otero puntualizó que la mala organización, la ubicación de gente inexperta trabajando y la toma de decisiones de agencias como Manejo de Emergencias, el Departamento de la Vivienda y el Departamento de Familia, llevó a que Puente Blanco no recibiera la ayuda que necesitaba.
En un momento de pausa tras la exaltación que provocó en la mujeres relatar su disgusto con el Gobierno, Figueroa Rivera se levantó de su asiento y partió a unas oficinas dentro del Centro Comunal. Cuando salió de allí, traía consigo un mapa que localizaba las instalaciones de la antigua refinería Gulf en Cataño y mostraba los 21 tanques de gasolina afectados tras la explosión. Todo tenía un propósito: enseñar lo cercana que estuvo la comunidad Puente Blanco al peligro.
'Todavía aquí hay personas que nunca las visitaron. Personas que todavía tienen las ventanas dañadas o las puertas y casas agrietadas. Nuestros niños, ni adultos no recibieron ayuda psicológica. Al largo plazo que ahora tenemos pues no vivimos tranquilos', reveló Sánchez Otero.
En ese instante, para evidenciar sus palabras, salió a la calle y vio a Ana Vega, una de las residentes de Puente Blanco. Con confianza le dijo: 'Abre tu casa, que vamos para allá'. De camino, el pavimento se veía levantado y desprendido como consecuencia de la explosión. Llegando a la vivienda, Figueroa Rivera entre risas le añadió: 'Otra vez para acá para ver si algún día aparece la solución. Algún día voy a venir con una clase de cheque para ti'.
El hogar de Ana Vega es sencillo y cálido. Grandes grietas son visibles en las paredes de los cuartos y baños. Aunque le habían arreglado las ventanas, es bastante el trabajo que falta por realizar.
'Lo que hicieron fue una tramposería, yo hasta se lo dije al mismo Gobernador. Ellos te hacían firmar una hoja de trabajo y lo que hacían era engañando a las comunidades. Y mira que el Gobernador dijo que esto iba a quedar mejor o igual', afirmó Vega.
Según las vecinas, otras situaciones adversas como consecuencia de la explosión e incendio fueron enfermedades respiratorias, descargas contaminadas al agua, aire y terrenos, fuertes olores, problemas emocionales e insomnio.
A pesar que todavía la tragedia rodea a la comunidad Puente Blanco, nuevos aires se avecinan a la antigua refinería de CAPECO. Figueroa Rivera y Sánchez Otero prefieren evitar el tema de la nueva 'invasión' pero de igual modo, están al tanto de todos los pormenores.
'La compañía Puma son las nuevas personas que están negociando el terreno de CAPECO. Nosotros no quisiéramos que eso abriera, pero la verdad es que yo no voy a oponerme, no porque quiera que abran o dejen de abrir. Sencillamente, porque lo van hacer como quiera. Tienen el poder de hacerlo', indicó Figueroa Rivera.
En diciembre de 2010 Puma Energy Caribe fue seleccionado por el Tribunal de Quiebras de Delaware como el licitador para comprar los activos de CAPECO por $82 millones. La transacción de compraventa no ha finalizado. Sin embargo, las comunidades aledañas a CAPECO hacen énfasis en que un cambio puede aproximarse.
Y es que durante el diálogo con estas líderes salió a relucir un dato curioso. Puma Energy Caribe había realizado cinco reuniones durante estos últimos meses con las comunidades de Puente Blanco y Cucharillas.
'Empezamos a tener una serie de reuniones con ellos. La primera reunión cuando ellos llegaron todo el mundo estaba con los puños puestos. Ellos vinieron hacer su presentación de lo que ellos piensan hacer. Querían que nosotros viéramos como ellos trabajan. La seguridad que ellos tienen versus la seguridad que había acá', manifestó Figueroa Rivera.
Ante la curiosidad de conocer las intenciones que llevan a Puma Energy Caribe a tener un acercamiento con la comunidad, una de las líderes facilitó un contacto. Fue a través de una llamada telefónica que Víctor Domínguez, gerente general de Puma Energy Caribe, respondió a varias inquietudes.
'Nosotros no somos CAPECO. Por eso es que hemos tomado la iniciativa, pero más allá, la responsabilidad de acercarnos a la comunidad. Ser absolutamente transparentes porque es la única manera en que la comunidad podría volver a tener confianza en las operaciones, sin que parezca que nosotros simplemente estamos tratando de comprar voluntades porque de verdad no se trata de eso', indicó Domínguez.
Asimismo, confesó que con su experiencia de 32 años en esta industria no se explica como un suceso como el de CAPECO pudo haber ocurrido. 'Si se hubieran llevado a cabo los estándares y procedimientos adecuados, si estuvieran utilizando los equipos y sistemas adecuados para poder tener una operación segura, definitivamente, esas cosas harían que ese evento no hubiese pasado', puntualizó.
Entre los acuerdos a los que llegaron en las reuniones sobresale un comité de 'empresa-comunidad'. El mismo permitirá que los líderes comunitarios elijan las personas que junto a Puma Energy Caribe estarán a cargo del establecimiento del plan de emergencias, como también de varias discusiones sobre el desarrollo de las facilidades.
'Espero que después que hemos establecido una buena comunicación, que permanezca. Que no hagan como hacen otras compañías. Que estemos integrados a todo el proceso y que no se nos violen nuestros derechos. Que nos respeten en todos los sentidos', manifestó Figueroa Rivera.