¿Quién es y qué hace el Procurador General?
El licenciado Fernando Figueroa Santiago es producto del sistema público de enseñanza de Puerto Rico, y es un joven de origen humilde, cuyo norte siempre ha sido la justicia.
Tiene 35 años de edad y tan sólo ocho como abogado, pero sobre sus manos recae una de las responsabilidades más pesadas del sistema judicial de Puerto Rico.
Fernando Figueroa Santiago es el procurador general de Puerto Rico y dirige la oficina que representa al gobierno en todos los asuntos criminales y civiles ante los tribunales apelativos, locales y en Estados Unidos. En sus manos está la determinación de si procede acudir a un foro apelativo a pedir reconsideración ante un dictamen adverso al gobierno. Ese es su cliente principal.
También realiza investigaciones sobre quejas y procesos incoados en contra de los abogados admitidos a la práctica en la isla.
“Lo más difícil es decidir no ir al tribunal. La decisión de no recurrir”, dijo el licenciado, de hablar veloz y de palabra fácil.
“Nosotros somos los representantes legales del gobierno a nivel apelativo. La decisión más difícil es decir que no. Es decirle que no al propio gobierno, que es tu cliente, pero siempre he dicho que yo promuevo la honestidad intelectual. Los hechos pueden ser horribles pero reconozco que los acusados tienen derechos y si al acusado le cobija el derecho yo no voy a ser obstáculo para que se le reconozca y no voy a gastar dinero del pueblo peleando algo que no tiene méritos. Cuando eso pasa, nos allanamos”, explicó en entrevista con NotiCel.
El licenciado nos recibió en su despacho, donde hay una bandera de Estados Unidos y una figura diminuta de la juez del Supremo de Estados Unidos, Ruth Bader Ginsburg, una jurista que se destacó en la lucha por la igualdad legal de género, y que falleció en septiembre del año pasado a causa de cáncer de páncreas.
Sobre su rol apelativo, aseguró, por regla general, aunque hay excepciones, si una determinación del Tribunal Supremo es sólida, no piden reconsideración. “La mayoría es final. Si no vemos oportunidad de prevalecer, una vez denegado, ya”, dijo.
En este momento tienen casos que no están dispuestos a “entregar”, como lo es el caso de un hombre que, en estado de embriaguez, ocasionó un accidente y dejó parapléjico a un policía. El Juez que atendió el caso lo sentenció a restricción domiciliaria, determinación que el Tribunal Supremo avaló.
“Nuestra posición es que el Juez no tiene discreción para eso. Si es cárcel, es cárcel. Un acto como ese, en total desprecio de la vida de otro…”, indicó.
Otro caso que también pelean es el de una mujer que fue acusada de asesinato porque mató a una de dos hijas por malnutrición. La otra niña sobrevivió.
“Es un caso horrible, horrible, absurdo. La autopsia reveló que la niña tenía pedazos de mattress en el estómago, así de hambre parece que pasaba. Hay casos en los que genuinamente pensamos que tenemos razón en derecho. Y este es uno. Su abogado apeló. Sacó el libro de todo lo posible y lo puso en el recurso”, dijo. El abogado impugnó el proceso y la condena de cárcel.
¿Quién es el Procurador General?
Nació en Caguas. A los seis años se mudó a Juncos y saltó de casa de alquiler a casa de alquiler tanto como de escuela. Pero sus maestros vieron el potencial en él y vía excepción, le recomendaron matricularse en la escuela del pueblo, la que no le correspondía por dirección física.
Era bien presentao’, aseguró, y constantemente se refiere a su madre como “mi pobre madre” porque no sólo lo levantó prácticamente sola, a él y a su hermana, sino que tenía que vivir haciendo arreglos para cumplir con los compromisos que hacía su hijo, Consejo de Estudiantes, trabajo voluntario, y cuanta cosa se presentaba.
“Yo era el estudiante ese que nunca llevaba los vasos. Era el que ofrecía el arroz con gandules y también el lechón. Pobre madre mía”, rió diciendo.
El licenciado comenzó a cursar clases de universidad desde el grado décimo junto a tres compañeros que según dijo, “éramos bien nerdos”. Formaban parte del programa Articulación Universitaria e iban a la Universidad de Humacao, tres días a la semana, a tomar clases avanzadas a las siete de la mañana. Eran clases que les acreditarían al ingresar a la universidad.
“Eso me lo dio la Escuela Isabel Flores en Juncos. Tuve una muy buena base en la escuela”, sostuvo.
Y nuevamente surgió el tema de su madre. “Cuando me gradué, pobre madre mía, decía: este perfil de muchacho se va a perder en Río Piedras”, sostuvo. No ocurrió. Tenía claro que quería ser abogado y aunque vaciló en qué bachillerato hacer, estudió Ciencias Políticas, solicitó un intercambio internacional, compró su pasaje a Nueva York con un préstamo y así llegó a State University of New York, en la ciudad de Oswego.
“Recuerdo el primer día en que llegué. Me fui a caminar por la universidad y empecé a llorar. Estaba solo. No conocía a nadie y hacía un fríiiiio”, dijo. Ese mismo día asistió a una actividad de orientación y conoció a un joven natural de Azerbaijan, un país de la antigua Unión Soviética y a una chica ucraniana. El primero terminó siendo su pareja y de la ucraniana, recuerda que le sorprendió que temprano en sus años educativos había leído en la escuela a Gabriel García Márquez.
Posteriormente viajó a la capital federal, hizo un internado en el Departamento de Salud, y regresó a la isla a tomar su clase final, tras lo cual ingresó a la Escuela de Derecho de la Unversidad de Puerto Rico. Tomaba clases de forma diurna y nocturna, mientras trabajaba en un bufete en Caguas y en febrero de 2013 juramentó como abogado. “Mi meta era el Supremo. Quería empezar ahí y comencé en el Tribunal Supremo, en el panel central, que es un grupo de 10 a 12 abogados que ven todos los casos e informan a los jueces”, relató.
Un buen día lo llamaron del bufete Pietrantoni, Méndez y Alvarez, lo que le llamó la atención porque no había solicitado empleo. Luego se enteró de que el licenciado Jaime Sanabria lo había recomendado luego de trabajar con él varios artículos de derecho laboral para la Revista Jurídica. Al bufete llegó montado en su Lancer del 2008 chocado. Y cuando surgió una plaza de oficial jurídico, que lo llamaron del Tribunal Supremo, abandonó la lucrativa práctica privada, y regresó al servicio público con su mismo Lancer chocado.
Ha sido profesor universitario y sobrevivió la tormentosa administración pasada- de tres gobernadores y siete secretarios de la gobernación.
“Me encantó”, dijo.
No conocía personalmente al entonces gobernador electo Pedro Pierluisi Urrutia pero el hoy secretario de Justicia, Domingo Emanuelli, lo llamó para entrevistarlo para la plaza de Procurador General. Lo recomendó con el gobernador electo, que le entrevistó y dos días más tarde, un 17 de diciembre, se anunció su designación.
Y volvió la pobre madre suya.
“Le hice la maldad de que no se lo dije. Como no podía ir por el covid, le pedí a mis tías que pusieran el Facebook Live del Gobernador. No sabía ni entendía a qué me habían nombrado y mis tías le decían que a Juez y ella les decía que no era a Juez. No entendía lo que era pero que a Juez no era. Lloró. Es una validación de todo el trabajo que pasó para sacarme a mí y a mi hermana. Soy la primera generación de universitarios, primer abogado de la familia y eso fue gracias a ella”, dijo.
Su madre era hasta hace unos meses cocinera en un supermercado de Yabucoa, un trabajo que requería levantarse a las tres de la madrugada, que ganaba poquísimo y que tuvo efectos en su salud. Cuando él llegó a la posición, le pidió que se retirara y se comprometió a mantenerla. Ahora ella cocina y vende fiambreras en Juncos.
Le preguntamos qué es lo próximo en su carrera. Y respondió que “la Judicatura y la academia”.
Y si algún día lo nombran Juez, esa vez le avisará con tiempo a su madre.