Toma de posesión de gobernadores: una fiesta entre el optimismo y el autoengaño
Pedro Pierluisi tiene récords garantizados en su juramentación.
Cuando el 2 de enero Pedro Pierluisi Urrutia juramente al cargo de gobernador, ingresará a una línea de poder que viene desde 1508. Aún cuando está corriendo contra 512 años de historia, ya tiene dos ‘logros’ que apuntarse: es la primera vez que un gobernador desafía medidas salubristas por una pandemia para realizar la pompa de la toma de posesión y es la primera vez que un gobernador juramenta por segunda vez, habiendo la primera ocasión sido anulada por el Tribunal Supremo.
Otro elemento anticipable, a menos que Pierluisi Urrutia rompa con siglos de sicología política, es que la juramentación es el momento en que los gobernadores están más llenos de optimismo, y también de autoengaño. Para constatarlo solo basta repasar el volumen “Pensando a Puerto Rico”, en el que el periodista Antonio Quiñones Calderón recopila los discursos inaugurales, y las circunstancias de la toma de posesión, de los gobernadores desde Antonio Dabán en 1893 hasta Pedro Rosselló González en 1993.
En la era constitucional de Puerto Rico, Pierluisi Urrutia es el decimocuarto gobernador que juramenta al cargo y el tercero que ocupa la posición desde 2017. A los 61 años, será el segundo gobernador de mayor edad después de su correligionario novoprogresista, Luis A. Ferré, quien juramentó a los 64 en 1969. Cuando fue gobernador de facto por cinco días el año pasado, a los 60, también era el segundo de mayor edad porque la sucesora de Ricardo Rosselló Nevares, Wanda Vázquez Garced, tenía 59 años al juramentar el año pasado.
“Yo respeto las críticas, pero el acto de toma de posesión de un gobernador está establecido en nuestra Constitución. Es una formalidad indispensable en una democracia como la que vivimos en Puerto Rico”, dijo Pierluisi Urrutia sobre su decisión de realizar la ceremonia en medio de una pandemia. Pero la realidad es que la constitución del Estado Libre Asociado ni siquiera menciona una ceremonia de toma de posesión, mucho menos dónde hacerla ni con cuántas personas. Lo único que dice es que los gobernadores ejercen sus cargos a partir del 2 de enero siguiente a su elección. De hecho, la juramentación de Pierluisi Urrutia el año pasado, cuando no había pandemia, fue sin público y en casa de su hermana. Entre sus defensas de la ceremonia están que los invitados se limitan a 400 y que todos deben mostrar prueba negativa de coronavirus, pero el mismo 31 de diciembre la Organización Mundial de la Salud volvió a pedir a los habitantes del planeta que no hagan actividades exteriores que aglomeren personas.
La Rama Judicial confirmó que la jueza presidenta Maite Oronoz Rodríguez tomará el juramento, lo que la empata, a tres cada uno, con Federico Hernández Denton y José Trías Monge como los jueces presidentes que más gobernadores han juramentado. Oronoz Rodríguez les tiene la ventaja de haber hecho sus tres juramentaciones en el curso de apenas unos cuatro años y tiene la juramentación más temprana, con aquella de Rosselló Nevares poco después de la medianoche del 2 de enero de 2017.
De haberse mantenido la validez del juramento que la jueza de apelaciones Luisa Colom García le tomó el 2 de agosto de 2019, Pierluisi Urrutia también hubiera hecho historia porque ningún gobernador ha juramentado en casa de su hermana, como ocurrió en esa ocasión. Las escalinatas, o terrenos, del Capitolio han sido el escenario para las tomas de posesión desde Theodore Roosevelt, Jr. en 1929, con la excepción de Rosselló González, quien hizo su segunda toma en los terrenos del Morro en sincronía con las dimensiones de su triunfo electoral de 51% y un millón de votos, y de Aníbal Acevedo Vilá, quien en 2005 juró en el parque Luis Muñoz Rivera, dejando a un lado una Casa de las Leyes donde ese mismo año entraba una Asamblea Legislativa dominada por su opositor, Partido Nuevo Progresista (PNP).
Antes del 1929, las tomas de posesión se hacían en las escalinatas del Tribunal de los Estados Unidos para el Distrito de Puerto Rico en el Viejo San Juan, en el Teatro Tapia, en los terrenos de La Fortaleza o hasta en ningún lugar, simplemente con un anuncio o mensaje publicado en gacetas y boletines. El ya mencionado Dabán tuvo un discurso tan breve que podemos reproducirlo íntegramente aquí: “En el día de hoy he tomado posesión de los cargos de Gobernador General y Capitán General, en los cuales el Gobierno de S. M. Se ha dignado honrarme. Dirijo afectuosos saludos a las Autoridades, Corporaciones, Ejército, Marina, Voluntarios, funcionarios públicos y habitantes de esta Isla por cuya prosperidad y bienestar velaré incesantemente”.
Seguramente el discurso de Pierluisi Urrutia será más extenso que eso, y con misericordia nos eximirá de una repetición de la casi hora que estuvo hablando Rosselló Nevares en 2017, pero difícilmente trascienda de las variaciones sobre un mismo tema que se aprecian en todos los discursos inaugurales que se compilan en la obra de Quiñones Calderón y en los de gobernadores más recientes. Al repasarlos, queda la impresión de que los gobernadores primerizos hablan sin saber lo que les espera y los reincidentes descansan sobre el convencimiento de que la nueva oportunidad es la que es.
En 1949, el primer gobernador electo por los puertorriqueños, Luis Muñoz Marín, tomó posesión en una ceremonia que duró de 10:00 am a 4:30 pm con una asistencia, según las fuentes de la época, estimada en 125,000, un número que no se ha registrado otra vez y que, para comparación tenía a los 40,000 que habían asistido a la toma de posesión de su antecesor, Jesús T. Piñero. Ese cuatrienio, Muñoz Marín tuvo Revuelta Nacionalista (1950) y la creación del Estado Libre Asociado (1952). “Creo que el nuestro es un pueblo que no necesita definiciones jurídicas para sentirse bien en su espíritu. Y esto, en el mundo de la energía atómica, es una virtud preeminente y pionera. Para salir del colonialismo obsoleto no se encuentra obligado a recurrir al nacionalismo obsolescente”, planteó en un discurso mayormente preocupado por el status político. Para tener una idea de lo que ha cambiado la comuniccación social, curioso es notar que dedicó una línea a “todos los que me oyen (y) todos los que mañana oigan a los que me oyen hoy”.
En la toma de posesión de su sucesor, Roberto Sánchez Vilella, en 1965, estuvo el vicepresidente de los Estados Unidos, Hubert H. Humphrey, la visita de más alto rango del Gobierno de los Estados Unidos en una juramentación de gobernador en Puerto Rico y, en una costumbre que se perdió poco después, Muñoz Marín no solo acompañó al nuevo gobernador, sino que tuvo un discurso, como lo tuvo Sánchez Vilella en la juramentación de su sucesor, Luis A. Ferré Aguayo. “Cada puertorriqueño es mi causa y Puerto Rico debe ser la causa de todos los puertorriqueños”, dijo Sánchez Vilella, quien también lanzó una invitación “a todo aquel que tenga motivaciones de servir a su pueblo, que venga a acompañarme en esta empresa, que es la empresa del pueblo”.
Al juramentar en 1969, Ferré Aguayo aprovechó la entonces novedosa y excitante carrera espacial para centrar su discurso en la ciencia, un tema que dominaba por su trasfondo académico. Su tema fue la “Nueva Vida” y, distinto a los demás gobernadores, hizo un reconocimiento directo y entusiasta de los logros de un antecesor, Muñoz Marín. “Al igual que el lanzamiento del Apolo 8 requirió el esfuerzo coordinado de miles de seres humanos, el logro de las metas que nos hemos fijado requiere el esfuerzo coordinado de todos los puertorriqueños”, dijo. Distinto al camino que ha seguido su PNP de utilizar plebiscitos como un gancho para poder ganar elecciones, Ferré Aguayo prometió luchar por la estadidad, “pero en un plebiscito, no en elecciones generales”.
En su primer turno en el cargo, 1973, Rafael Hernández Colón realizó una toma de posesión marcada por el luto de la muerte del pelotero Roberto Clemente, apenas horas antes en un viaje humanitario de Año Nuevo. En lo que hoy se considera ya una estrategia que limita el desarrollo económico en vez de potenciarlo, Hernández Colón prometió que “los mecanismos que impulsan el desarrollo económico tales como la exención contributiva, habrán de fortalecerse y utilizarse hasta el máximo para poner la economía puertorriqueña en acelerada y decidida marcha adelante”. A la vez, aseguró que “exploraremos nuevos caminos para lograr nuestros objetivos”.
En 1977, un año antes de los asesinatos del Cerro Maravilla, Carlos Romero Barceló juró a su primer término resaltando que los puertorriqueños hacían revoluciones sin violencia e inauguró un tema al que, más que menos, han recurrido todos los gobernadores subsiguientes. “[Es] la primera vez en que al juramentar su cargo un nuevo gobernador, el progreso económico de nuestro pueblo está detenido y nuestro gobierno atraviesa por una difícil situación fiscal”, planteó antes de declarar palabras a las que todavía hoy recurre: “Habrá quienes estén dispuestos a trabajar por Puerto Rico tanto como yo. Pero, ¡más que yo, nadie!”.
El próximo gobernador primerizo fue Rosselló González en 1993, y ha sido también el último en repetir en el cargo. Su discurso consistió en llevar a la enésima potencia el mensaje que le había ayudado a ganar las elecciones: “¡Se puede!”. “Hace unos instantes juré servir a Puerto Rico. Sé lo que he jurado y sé por qué lo he jurado”, afirmó al presentar su “Nuevo Comienzo” y al recurrir también a su frase multipropósitos “el pueblo habló y yo voy a obedecer”. Ya para su segundo cuatrienio, algunas de las formas en que se habían podido cumplir sus promesas eran materia de acusaciones criminales a nivel federal.
Las dimensiones históricas de la juramentación de Sila Calderón Serra en 2001 estaban aseguradas, al ser la primera mujer que ascendía al cargo. La ceremonia fue la que mayor presencia de dignatarios extranjeros tuvo con la asistencia de los entonces presidentes de Haití, Venezuela, Panamá y República Dominicana. "Ante todo, somos puertorriqueños", exclamó la gobernadora en un discurso de corte nacionalista en el que, con el máximo jefe de la Marina de los Estados Unidos en nuestra región en el público, afirmó que Puerto Rico quería la suspensión de las prácticas de ese cuerpo castrense en Vieques. En vez de encontrarse con su antecesor, Rosselló González, en un lugar apartado para ir juntos al Capitolio, Calderón Serra optó por tener el encuentro en el mismo Capitolio.
Cuando juramentó en 2005, Acevedo Vilá fue el primero de los gobernadores que había nacido después de la creación del Estado Libre Asociado, y pidió, con un ojo puesto a la legislatura opositora, dejar a un lado “los colores que nos dividen y recordar los colores de la bandera que nos unen”. Al recalcar que la ceremonia se realizaba en el Parque Muñoz Rivera en vez del Capitolio, Hernández Denton recordó que al extremo del parque está la sede del Tribunal Supremo, en la que el gobernador inició su carrera en el servicio público como su oficial jurídico. Sin embargo, el final de la gobernación de Acevedo Vilá estaría marcado por otra visita histórica a un tribunal, la primera de un gobernador de Puerto Rico para ser fichado por cargos criminales.
Luis Fortuño Burset juramentó en 2009, otra vez con un millón de votos en el saco. De sus antecesores vivos, solo se ausentó Rosselló González, quien lo había retado en primarias. El gobernador del PNP le añadió un toque de celebridad a su lista de invitados con la presencia de los entonces esposos Marc Anthony y Jennifer López. “Habrá sin duda quienes pretendan minar nuestros esfuerzos. Nos dirán, por ejemplo, que la medicina que nos tenemos que tomar para devolverle la salud a nuestras finanzas y a nuestra economía es muy amarga y que no se la quieren tomar. Sin duda será amarga. Pero ¿quién de ustedes dejaría enfermo a un hijo sencillamente porque se rehúsa a tomar la medicina que le devolverá la salud?”, dijo en su discurso centrado en los principios de la vertiente de conservadurismo fiscal de su ídolo político, el expresidente Ronald Reagan. Durante su cuatrienio, la “medicina” incluyó la mayor ola de despidos de empleados públicos.
Alejandro García Padilla conceptualizó su juramentación en 2013 como una “Gran Fiesta de Pueblo” que tuvo eventos del 1 al 6 de enero, pero la principal fue la toma de posesión del 2 de enero en la que su hija mayor, Ana Patricia, lo presentó. Su antecesor, Fortuño Burset, tuvo relieve al recoger al nuevo gobernador en una residencia privada para acompañarlo al Capitolio y al dejarle una carta de recibimiento en manuscrito, al estilo de los presidentes de Estados Unidos. Cuando Fortuño Burset fue presentado en la ceremonia, provocó que se pusieran de pie los jueces asociados del Supremo que él nombró al cargo. Pero el exgobernador también fue objeto de parte del discurso de García Padilla, quien, a contrapelo de la “medicina amarga”, dijo que: "La solución no está en los anaqueles de una farmacia distante. La solución está en nosotros; somos el paciente, pero somos también el médico. La fuerza está en nosotros; la fuerza está en nuestro propio País". Para el final de su cuatrienio, y después de una controversial emisión de bonos de más de $3,000 millones, García Padilla declaró la quiebra y recurrió a una solución congresional, la Ley PROMESA y la Junta de Control Fiscal, para tratar de detener el colapso total del gobierno.
A los 37 años, Rosselló Nevares tomó posesión en 2017 como el gobernador más joven y el primero en ser hijo de un exgobernador. Juramentó formalmente poco después de la medianoche y había firmado seis órdenes ejecutivas para la hora en que se realizó la ceremonia en el Capitolio. En la ceremonia, usó la misma Biblia y las mismas yuntas de camisa que su papá e, igual que su papá, cambió el juramento para decir “Puerto Rico” en vez de “Estado Libre Asociado”. Se autoproclamó el “último gobernador de la colonia” y juró desempeñarse “con el mayor grado de respeto, ética, honor y compromiso con Puerto Rico”. “Lo nuestro será un gobierno transformacional”, aseguró. En retrospectiva, y teniendo el deshonroso distintivo de ser el primer gobernador que renuncia al cargo precisamente en un escándalo que mezcló innovación tecnológica con inmoralidad e ilegalidad, al torrente de actividad de sus primeras horas podría aplicarle el ‘no por mucho madrugar, amanece más temprano’.
Pocas horas después de que el Supremo acabara con la la primera gobernación de Pierluisi Urrutia, la secretaria de Justicia, Vázquez Garced, prestó juramento al cargo el 7 de agosto de 2019. Ese día, a eso de la 1:00 pm se conoció la determinación del Supremo, a las 4:00 pm Pierluisi Urrutia abandonó La Fortaleza y a las 5:05 pm prestó juramento Vázquez Garced ante la Jueza Presidenta tras llegar a la sede del Tribunal Supremo con su esposo, el juez superior Jorge Díaz Reverón, y una de sus hijas. No hubo ceremonia ni discursos en el Capitolio, solo un mensaje televisado. “[N]uestro ordenamiento legal impone en mí, el deber de dirigir los destinos de este pueblo. Asumo el cargo de Gobernadora, con la certeza de que la historia me ha traído hasta aquí sin aspiración política alguna, pero con el firme deseo de cumplir a cabalidad con el Pueblo”, dijo quien un año después protagonizaría una de las más cruentas batallas primaristas, precisamente contra Pierluisi Urrutia.