‘Fake news' y noticias pagadas por el gobierno, versión años 50
Casi setenta años después, los eventos de la mitad del siglo pasado siguen, pesados, amarrados al cuello de un Puerto Rico que intenta salir a flote.
Los años cincuenta del siglo 20 vieron la última rebelión política armada con la Insurrección Nacionalista; vieron el nacimiento del Estado Libre Asociado, un asfixiante status político que no nos permite ser ni una cosa ni la otra, ni aquí ni allá; y vieron también la institucionalización de un virus que sufrimos hasta hoy y que barniza, encubre todo con una capa de propaganda fuertemente subsidiada por el poder político con fondos públicos.
De la mano del nuevo status político inaugurado en 1952 ocurrió el período de industrialización más acelerado en la historia de Puerto Rico y también un esfuerzo concertado entre gobierno y medios de comunicación para definir y atosigar la imagen de 'un nuevo Puerto Rico'. A la misma vez, se instalaba la práctica, que nos carcome todavía hoy, de que la comunicación pública no es la difusión de la verdad sino la difusión del libreto de lo que un gobierno o un partido político quiere pintar como la verdad.
Las bases para estas conclusiones por poco se pierden en algún vertedero.
En el 2006, el Dr. Julio Quirós, de la Fundación Luis Muñoz Marín, rescató 400 cajas de documentos del hoy quebrado Banco Gubernamental de Fomento (BGF) que se iban a botar.
El doctor en historia José Orlando Sued localizó en ellas documentos confidenciales que cuentan cómo, a mediados del siglo pasado, se armó una estructura con fondos públicos para hacer pasar propaganda del gobierno como si fueran noticias reales. En los documentos 'se ve el poder desnudo, esa cotidianidad, esa impunidad... son documentos que no se supone que salieran a la luz publica', recalcó Orlando Sued al comparar su naturaleza con la del chat de Telegram cuya revelación provocó la renuncia como gobernador de Ricardo Rosselló Nevares en agosto pasado.
El libro ‘La Noticia Paga: Cine, propaganda y política pública en Puerto Rico 1950-1970' recoge cómo el cineasta Juan Emilio Viguié Rodríguez interactuó con los gobiernos de Luis Muñoz Marín y Luis A. Ferré para crear noticias favorables a esas administraciones, pagado con fondos públicos.
Era un mundo sin internet y sin redes sociales, pero con los mismos instintos gubernamentales de manipular un mensaje para engrandecer su imagen y controlar votantes. Las tecnologías cambian, las motivaciones no.
Viguié Rodríguez, puertorriqueño de ascendencia francesa y ecuatoriana, se destacó como camarógrafo al servicio del ejército de los Estados Unidos en la Segunda Guerra Mundial. El Puerto Rico al que regresó después de la guerra era uno en el que la comunicación masiva solo ocurría por radio, periódicos y el cine, que era el único medio masivo visual. Más específicamente, los noticieros (newsreels) que se mostraban antes de las películas principales.
'(Viguié Rodríguez) era un visionario del cine, él tenía claro cuál era el negocio, se puede decir que tenía el manual de cómo hacer negocio y no perder dinero, difícilmente filmaba algo que ya no estuviera vendido', describe el autor.
Con esos instintos, al ocurrir la Insurrección Nacionalista de 1950, invirtió de su propio dinero para filmarla con un sesgo editorial a favor del gobierno del Partido Popular Democrático (PPD). 'Ahí él prueba que no tiene problema en estar con la línea editorial del gobierno', subraya.
Literalmente, su reportaje sobre la rebelión armada fue su propuesta para iniciar una relación con la Administración Muñoz Marín, principalmente a través de la Compañía de Fomento Industrial (CFI), en la que obtuvo préstamos, contratos con diversas agencias de gobierno y otras dádivas que le permitieron crecer su compañía, Viguié Films, a escalas millonarias (en dinero de los años 50) durante una racha que corrió de 1950 a 1966, para luego retomar el rumbo por tiempo adicional bajo la Administración Ferré.
El hiato lo protagonizó el gobernador Roberto Sánchez Vilella, quien le cortó el apoyo a Viguié Films. Con Ferré siguió el modelo que usó con Muñoz Marín. El reportaje de la insurrección ayudó a vender a Viguié Films con la administración popular y el documental 'Que florezca la zafra', hecho para las Empresas Ferré, ayudó a vender a Viguié Films con la incipiente administración novoprogresista.
'Reconocemos la gran labor que viene realizando la Compañía de Fomento, razón por la cual hacemos esta petición y nos unimos con nuestros mayores deseos de cooperación en el camino ‘Jalda Arriba' hacia la industrialización del país', dice la propuesta de auspicio de Viguié Films al gobierno popular echando mano del legendario lema de campaña del PPD.
Para ver la propuesta, pulse aquí.
En un Puerto Rico en el que todavía regía la Ley de Mordaza, Viguié Films tuvo rienda suelta, y chequera abierta, de parte del gobierno para impactar de 100 a 150 mil personas semanalmente en unos 120 cines de Puerto Rico y Estados Unidos para llevar reportajes en los que el propósito fue que eran 'anuncios con la estética de noticias… a favor del gobierno y de las empresas privadas'.
'La clave de este noticiero es que no se va a identificar que ustedes lo están pagando', indica Orlando Sued al resumir lo que era el servicio que Viguié Films le vendía al gobierno. 'Es evidente que el primer noticiario fílmico producido en Puerto Rico fue uno en el que noticias, relaciones públicas, propaganda, ideología y política pública, irían al unísono… el gobierno pagó por que se fabricara contenido mediático noticioso para impulsar una agenda política', declara.
'Yo soy el precursor de las noticias paga en Puerto Rico', afirmaba Viguié Rodríguez en sus correos electrónicos antes de morir el 2 de marzo de 2004. La compra oficial ocurría como auspicio de la sección 'La Industria en Marcha', pero el noticiario completo estaba al servicio de las necesidades de la administración que mantenía pujante a su empresa.
Para ver memo sobre conflicto de 'La Industria en Marcha' con Empresas Ferré, pulse aquí.
Para 1962, Viguié Films cobraba $600 por cada minuto de reportaje que pasaba en el noticiario. Recibía dinero del gobierno, de las empresas que pagaban sus reportajes y también del propio PPD como colectividad, que también le encomendaba grabaciones de campaña, según una carta de la agencia West Indies Advertising incluida en el libro.
El modelo no se quedó solo en el cine porque cuando la televisión llegó a la Isla en 1954, Viguié Films proveía los reportajes para la pantalla chica al punto que el autor afirma que 'el Puerto Rico visual de los años 50 lo construyó Viguié Films'. En esos años embriónicos de la televisión, el material de Viguié Rodríguez se usaba en ambos, el canal 2 y el 4.
La documentación que nutre el libro es minuciosa y tiene como coprotagonista al escritor Salvador Tió, quien, entre otras posiciones, fue director de relaciones pública en la CFI. Tió es el elemento emblemático de la relación simbiótica que Viguié Films tuvo con la Administración Muñoz Marín. En una secuencia de eventos que estarían prohibidos por la Ley de Ética Gubernamental si se realizaran hoy día, Tió fue uno de los que recomendó que la CFI le aprobara a Viguié Films un primer préstamo de $60,000 y, cuatro meses después, se convirtió en vicepresidente de Viguié Films.
Desde esa silla, y según los documentos oficiales, Tió ejerció las artes de lo que hoy se llama cabildeo para mantener y aumentar el subsidio que Viguié Films tenía del gobierno. Llamadas, visitas, almuerzos y hasta aparecerse en las oficinas de funcionarios de alto rango para abogar por la empresa de Viguié son algunos de los actos de Tió que obran en cartas, informes y memos. Desde el punto de vista de los intereses de Viguié Films, los empujes de Tió incluso llegaron a influenciar en la creación de la Ley Antimonopolística (porque los monopolios de salas de cine afectaban la distribución del material de Viguié) y la legislación sobre contratos de distribución, ambas piezas que están vigentes hoy.
Para ver memo sobre presiones de Tió, pulse aquí.
La confianza y naturalidad que desplegaba Tió al comunicarse con funcionarios de un partido al que conocía muy bien, y al que había servido como funcionario, dejaron también pasajes con un brillo histórico. 'Mi generación que ha hecho tantas cosas extraordinarias en Puerto Rico durante los últimos 25 años, es también responsable, tal vez por inexperiencia, o por inocencia, o por falta de sentido histórico en muchos de los hombres que llevamos a los puestos clave, de muchos de estos males de hoy que pueden sernos fatales', dijo en una carta de 1966 al entonces secretario de Justicia, Rafael Hernández Colón en la que sugiere lenguaje para la legislación antimonopolio.
La historia que recoge Orlando Sued también arroja que durante la relación de Viguié Films con el gobierno intervino como funcionario Gaspar Roca, futuro editor y dueño del periódico El Vocero.
Los restos de esta historia ya solo quedan en los documentos recogidos en el libro y en algunas películas que han sobrevivido. El estudio de lo que fue Viguié Films, en la Avenida Roosevelt donde ubicaba el Conservatorio de Música, ya no existe y la compañía desapareció en diversas fusiones corporativas posteriores.
Sin embargo, el legado de Viguié Rodríguez en la comunicación pública sigue en todos lados.