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Estados Unidos

El discurso migratorio de Trump también sacude a Canadá

Desde mediados de 2024 el Gobierno canadiense empezó a retocar sus normas migratorias para reducir el número de residentes temporales.

El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, en una fotografía de archivo.
Foto: CHRIS KLEPONIS /POOL

Montréal (Canadá) (EFE).- El enorme aumento de la inmigración en Canadá, disparado tras la pandemia de la covid y que hace solo seis meses era uno de los temas más preocupantes para los canadienses, ha sido otro de los asuntos opacados por las amenazas del presidente Donald Trump sobre su vecino del norte, pero resurgirá sin duda en el futuro.

País con una gran tradición de acogida, Canadá ha visto pasar el número de trabajadores temporales de 356,000 en 2011 a 845,000 en 2021, y la cifra de nuevos residentes permanentes fue solo en 2023 de 430,000. Además, en 2023 un millón de estudiantes internacionales residían en el país.

El profesor Chedly Belkhodja, especialista en movimientos migratorios en la Universidad Concordia de Montreal, comenta a EFE que el sentimiento general sobre la inmigración ha dado un giro en cinco años debido también a Trump, pues él "ha endurecido su discurso migratorio y eso ha contaminado el discurso de todos los partidos políticos, en Canadá y en todo el mundo".

Prueba de ese giro es que desde mediados de 2024 el Gobierno canadiense empezó a retocar sus normas migratorias para reducir el número de residentes temporales lo que supondrá que en 2025 hasta 2 millones de personas tengan que abandonar el país.

El pasado 9 de abril, en una entrevista durante la campaña electoral, el ministro de Educación del Gobierno provincial quebequés, Jean-François Roberge, comentó sus preocupaciones migratorias en estos términos: "(Québec) no puede recibir todas las miserias del mundo", dijo, unas palabras que despertaron la indignación en una sociedad multiétnica con grandes comunidades de haitianos, magrebíes y asiáticos en general, muy visibles en una gran ciudad como Montreal.

Belkhodja recuerda que hay una realidad tozuda y es que sectores como la tecnología, la sanidad, la ingeniería, la agroalimentación y el turismo siguen necesitando de mano de obra foránea, principalmente en Quebec -segundo polo económico tras la provincia de Ontario-, y así se publicitan en el mundo para atraerla.

En realidad, las palabras de Roberge aludían a la llegada masiva de refugiados y solicitantes de asilo, arribados de forma incontrolada desde Estados Unidos por el paso irregular de Roxham Road en el momento en que el país del sur sufría su propia oleada migratoria desde toda Latinoamérica a través del famoso paso del Darién en Panamá.

Como pudo constatar EFE en su momento, entre aquellos migrantes que penetraban en Canadá sin la menor traba había muchos procedentes de Asia y África -a veces familias enteras-, y no solo de Latinoamérica.

La inmigración en el discurso nacionalista

De modo parecido a lo que sucede en la región española de Cataluña -en la que Québec se mira con frecuencia-, la inmigración tiene sus efectos culturales a largo plazo, pues muchos de los recién llegados no hablan francés y pueden terminar a la larga cambiando la realidad demográfica de esta provincia que tiene en la lengua francesa su seña de identidad más clara.

Por ello, una de las reivindicaciones del soberanismo en Québec es tener plenas competencias migratorias -ahora en manos de Ottawa- para privilegiar una inmigración de expresión francófona, según sus propio programa político (en el que no se mencionan 'las miserias del mundo').

Sin embargo, el profesor Belkhodja apunta que el Bloque Quebequés (el partido que representa el soberanismo en el Parlamento) yerra si piensa que un migrante llega a Canadá con preocupaciones lingüísticas o identitarias: bien al contrario, los inmigrantes vienen para prosperar, y si el inglés les ayudará en su propósito, no dudarán en asumirlo como su idioma para ellos y sus hijos, como no dudarán de salir de Quebec e instalarse en otra parte de Canadá.

Está además la cuestión universitaria: Canadá tiene una línea bien definida de atracción de talento extranjero y ha desarrollado una potente red de universidades que en 2024 contaban con un millón de estudiantes internacionales, concentrados de forma muy notoria en las grandes ciudades. Por razones obvias, muchas de estas universidades también optan por la lengua inglesa como ventana al mundo.

Y si la inmigración parece haber caído de las preocupaciones ante la zozobra que representa las amenazas económicas de Trump, algunos votantes sí la tienen presente.

Por ejemplo, Patricia, una peruana-canadiense establecida en Quebec desde hace muchos años y trabajadora en la industria odontológica, reconoce a EFE que va a votar al Partido Conservador precisamente por eso, "por ser el único que defiende un control férreo de las fronteras", un argumento que para ella pesa sobre todos los demás.

¿No se siente ella misma inmigrante? "Sí, pero solo debemos abrir la puerta a los legales", remacha.