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El lince y los honorables rajieros

La muerte, con tres días de diferencia, del exsenador Nicolás Nogueras Cartagena y del exrepresentante Carlos López Nieves me provocó buscar entre cajas para dar con el libro de Nogueras, 'Los Honorables', y qué clase de trip ha sido releerlo y darme cuenta que su contenido no solo congeló un momento en nuestra historia política sino que retrató lo ‘congelados' en el tiempo que seguimos en muchas maneras!

Se impone primero dar un poco de historia sobre los fallecidos.

Nogueras vino de familia sindicalista, clase media y amantes de la música. Estudió Derecho con una claque de futuros 'honorables' que incluyó al exgobernador Rafael Hernández Colón y antes de entrar a la política en 1967, e incluso también después, intentó el empresarismo en el mundo de los hoteles con resultados nada estelares que resurgirían tiempo después para morderlo.

Por su parte, en 38 años de vida pública, López fue legislador, secretario interino del Departamento de Agricultura (impuesto a la trágala por el exgobernador Carlos Romero Barceló en un suceso que provocó una decisión histórica del Tribunal Supremo sobre los límites de los gobernadores para nombrar secretarios de manera interina) y Procurador del Ciudadano.

Nogueras salió de la vida política partidista en 1996 como el primer legislador expulsado de su cargo por el voto de sus pares. La expulsión ocurrió por supuestos delitos de Nogueras al quedarse con el Seguro Social que retuvo a sus empleados en los hoteles. También, ocurrió después de publicar en 1995 'Los Honorables', en cuyas páginas señaló los pecados con fondos públicos de, entre otros, López, uno de sus más constantes críticos en el Partido Nuevo Progresista.

Por su parte, López coronó una carrera llena de escándalos con seis años de arresto domiciliario tras declararse culpable en 2016 por malversación de fondos públicos y aprovechamiento ilícito de servicios públicos relacionados con gestiones en su oficina para favorecer la gallera de su hijo y para pagarse viajes con su concubina.

El exrepresentante se alejó de la opinión pública después de salir de la Procuradoría pero Nogueras, como se dice ahora, se reinventó después de su expulsión para convertirse en la consabida piedra en el zapato para las personas que se encontraban en la desafortunada posición de tenerlo en contra en alguna controversia legal. Que el fiscal federal Guillermo Gil Bonar tuviera que pedirle personalmente a un juez que desestimara la acusación criminal de su oficina en contra suya porque hubo un error en el análisis de la prueba contributiva no le vino nada mal para su segunda carrera pública.

Fue en esa fase que lo conocí como periodista. Era un resbaladizo lince jurídico porque dominaba las reglas pero, más importante, las fallas de las reglas y cómo utilizarlas legítimamente a favor de su posición. En muchas maneras, fue un pionero en Puerto Rico de lo que hoy es epidemia pero que también es algo que viene corriendo en lugares como Estados Unidos hace mucho más tiempo que aquí: el abogado que sabe acaparar la atención oficial y extraoficial de los medios y de ahí al público general en favor de sus representados. Su estilo de estirar lo legal también ha tenido discípulos corrosivos que han estirado lo legal para justificar lo inmoral y hasta lo corrupto.

Y, mientras que todas esas acrobacias legales en múltiples casos son ya hojas secas que el viento sopló, las 346 hojas de su libro todavía están ahí, bajo una luz distinta habiendo pasado ya 24 años desde su publicación.

Con el paso del tiempo, sin que su contenido haya sido desacreditado en foros judiciales por ninguno de los aludidos, lo que inicialmente fue considerado un buche de sangre de Nogueras contra sus enemigos de todos los colores, sin dejar fuera a periodistas, adquiere visos de texto canónico sobre la corrupción en Puerto Rico.

En un mundo 'pre Telegram chat', la publicación del libro de Nogueras tuvo impacto por ser de las pocas ocasiones en que un insider, un testigo de primera mano, delataba secretos de la clase que domina el gobierno. En algunos casos, la denuncia era con puntos sobre las íes, en otras, la técnica fue la insinuación (informada y con contornos claros).

Las conductas que señala a cada uno de los 'honorables' las hemos visto repetirse en estos años. Es más, algunos de los 'honorables' en el libro todavía están en la vida pública o amenazan con volver en otras funciones, por lo que releer sus andanzas de hace casi un cuarto de siglo resulta, cuando menos, orientador.

Como para rematar el punto, hay todo un capítulo del 'Rasputin' de la administración de Pedro Rosselló, el cabildero Álvaro Cifuentes… y precisamente hoy Cifuentes se pasea otra vez en Fortaleza con el congresista Darren Soto.

Miren este párrafo:

'Esos ‘Honorables' son los miserables que sólo saben odiar y sentir éxtasis en su culto a la depravación intelectual y moral que les guía en sus insaciables aspiraciones. Así deben ser vistos por el pueblo al cual engañan a diario; así, deben ser señalados para conocerles; mientras más poder adquieren, más abusan de éste. Sienten real desprecio por los humildes y los necesitados; peor aún, menosprecian a los que los eligen. Ellos existen en todos los partidos políticos; son el virus mortal de nuestra vida política'.

Cualquier análisis del contenido del chat de Telegram que mantuvo Ricardo Rosselló Nevares con su grupo de colaboradores y que fue revelado este año, pudo haber tenido ese párrafo escrito en 1995, cuando Rosselló pasaba sus días de adolescencia retozando en Fortaleza y provocando dolores de cabeza a escoltas en la casa de playa del Gobernador en Fajardo.

Como este ejemplo hay muchos que, lamentablemente, también provoca que repasar el libro (y su secuela de 1996) se convierta en una especie de acusación de que, como pueblo, todavía no hemos hecho lo suficiente por sanear las estructuras públicas.

No hay espacio en esta columna para repasar a todos los 'honorables' en el compendio de Nogueras, pero el libro no volverá al destierro de las cajas en un almacén. Se quedará cerca, para consulta diaria.

*El autor es Editor Jefe de NotiCel.

Carlos López Nieves y Nicolás Nogueras. (Achivo/ NotiCel)

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