Nuestra Trump
Por más que uno quisiera no tener que escribir sobre lo que emblematiza la obsolescencia y la diminutez política de esta colonia que habitamos, resulta inevitable tener que referirnos a la primera mandataria.
Estoy convencido por la rusticidad de sus actos oficiales, que ella no entiende las consecuencias de lo qué dice y hace, como tampoco sus asesores, que están llamados a cubrir esta penosa insuficiencia.
La gobernadora inelecta no deja pasar un lío para meterse en otro. Dice lo primero que se le ocurre --sin asegurarse de que es cierto-- para salir del paso, y provoca un problema peor. Pareciera que se debate entre ser por momentos irreflexiva, y por otros rotundamente disparatera. Es claro que no se da cuenta o que no le importa.
Si la prensa se dedicase a verificar la corrección de lo que afirma la Gobernadora, como hacen con Trump que le cuentan mensualmente los embustes y garabatos por docenas, podría casi igualarlo. El desapego por la precisión y la adicción por la evasividad de ambos desafía toda búsqueda de certeza.
Trump cree y quiere controlarlo todo, mientras que la Gobernadora no controla nada. A ambos parece gustarle perseguir a quien delata. Trump ha decapitado a los primeros dos que fungieron de testigos ante la Cámara de Representantes federal en el proceso de residenciamiento. Doña Wanda botó fulminantemente a la secretaria de la Familia, Glorimar Andujar por suspender de empleo a una subalterna de quien alegó, quiso manipular políticamente la entrega de suministros a los afectados por los temblores. Mientras tanto, también alegan, Doña Wanda mandó a que su Secretario de la Gobernación presionara a la secretaria Andújar para que repusiese en su cargo a la suspendida, Trump se caracteriza por todo tipo de movimientos de personal para conseguir una guardia pretoriana que le asegure culminar este mandato.
Trump recurre a casi cualquier artimaña manipuladora para adelantar sus propósitos. Su discurso sobre la situación del Estado, ha sido una colección de estereotipos sentimentales y sensibleros para justificar su adhesión a la cultura de la guerra y de la muerte. Acá, la aspirante que ocupa la gobernación, esta vez saca un anuncio donde aprovecha las imágenes de las personas que sufren los estragos de los sismos para exprimirlas para su provecho político. Esta vez no pudo negar que el vídeo era suyo, ni su responsabilidad. Luego de la protesta generalizada por la gula y desenfreno publicitario de su campaña de aprovechar las visitas a los afectados para retratarse con ellos y explotar las imágenes políticamente, intentó salir del paso afirmando que grabó el anuncio para demostrar la empatía y solidaridad de su administración.
Pero Doña Wanda, la misma del wandalismo, no paró ahí. Desvió su mensaje para contrastar su supuesta empatía, con la falta de empatía de la Junta de Control Fiscal --en eso están empate-- para alegar que la Junta le aguantaba los fondos de emergencia. La denuncia desviatoria de la gobernadora inelecta fue refutada enseguida por la JCF. Nos enteramos que distinto a lo sostenido por Doña Wanda
--clara imitación trumpista-- de que la JCF tenía detenidas más de 50 peticiones de las agencias y municipios para cosas como la compra de suministros y alimentos, la realidad según la JCF, es que apenas han recibido cuatro solicitudes del gobierno que han sido atendidas el mismo día.
En una estrategia enredadora la Gobernadora hace amague de pelear con la Junta, pero rápidamente es desmentida por esta, a pesar de todo lo que la ha alcahueteado en sus alegatos judiciales. No quedó bien parada la Gobernadora en esa conferencia de prensa en Ponce de la cual se marchó sin contestar preguntas. Ahora la gobernadora quiere sembrar la noticia aguajeando de que reta a la JCF. Ordenó a la Oficina de Gerencia y Presupuesto a utilizar los fondos aunque no tenga autorización de la Junta. Se trata de otra pantomima, reflejo de una suprema carencia de seriedad. Si va a retar a la Junta que la rete de verdad. Podría pararle los fondos, pero no lo hará.
Resulta que quien solicita fondos de emergencia tiene que contestar un cuestionario de ocho preguntas y ya, pues es claro que la Junta no confía ni en sus tajureadores locales. Pero parece que no hay tiempo para llenar formularios, parece que otras cosas ocupan a la gobernadora y su equipo… la candidatura, la campaña, las poses para los vídeos, la salivación por el reparto de contratos, las persecuciones, y una que otra tapadera en investigaciones que tomarán de dos a tres años…
Tenemos una Trump caribeña, aunque no es una discípula aventajada. Por lo menos va con la cheerleader oficial de Trump --Doña Jennifer-- a aplaudirlo en Washington. No olvidemos que José B. Carrión III, el presidente de la Junta, es el otro porrista de la campaña de Trump. Ambas fueron al mensaje del Presidente al Congreso, a pasarle por el lado a los legisladores republicanos a quienes no entiende ni lingüística, ni ideológicamente. Eso sí, a sacarse un retrato con el nuevo procónsul gobernador estadounidense, fulano Brown, Peter Brown, una especie de cortador de bacalao entre el Congreso, los monitores/auditores de los departamentos federales de Vivienda y Educación, FEMA y la JCF.
Por lo menos Doña Wanda estará menos ocupada con tanta gente mandando en Puerto Rico sobre ella. Podrá dedicarse a expandir los conocimientos adquiridos sobre la estadidad en el cursillo de dos horas que tomó. Tendrá tiempo para leer los panfletos y cómics que recogen la llamada “filosofía” republicana, para luego explicársela a los electores en Puerto Rico. Ilustrarlos sobre por qué apoya a Trump y explicar, si está enterada, por qué lo respalda a pesar de sus tropelías internacionales, en su maltrato a todo lo que huela a idioma español y a latinoamericano; explicarles por qué se amarra a una triste colección de destructores del Senado, de la Presidencia de aquel país --Estados Unidos-- y de la separación de poderes.
Tendrá Doña Wanda cuatro largos meses hasta que se le acabe el baile aspiracional en junio, y toda una vida para seguir explicando, explicándoselo y explicándose por qué rayos se metió en este lío sin saber, en este profundo y opaco túnel creyendo que sabía, en esta ocupación de un trono sin reino; de un cargo sin poder, ni siquiera autoridad.
Desde el sur hace ochenta años, repasando parte de su vida, Luis Lloréns Torres ya lo advertía: “Ay, la gloria es sueño vano/ el placer, tan solo viento/ Y la riqueza, tormento/ y el poder hosco gusano”.
En la trágica fábula de la imitación que sufre el terruño colonial podemos decir que alguien lo imita y que tenemos nuestra Trump.
*El autor es doctor, abogado, profesor y estudioso de los procesos legislativos y reglamentarios. Fue asesor y luego portavoz del PIP en la Cámara durante 24 años.