Hay que abandonar las plantas grandes y el sistema centralizado
El día del temblor a mí, como a todo otro ciudadano, la luz de la Autoridad de Energía Eléctrica (AEE) se me fue. Dado que tengo un sistema solar con baterías, la nevera y algunas luces permanecieron prendidas. Conozco a varias personas que después de la experiencia de María, y con mucho sacrificio y apoyo de sus cooperativas, han hecho lo mismo. Adivine lo que les pasó el 7 de enero, si no tuvieron un problema mayor con su casa, pues que la nevera y algunas luces se mantuvieron prendidos. Muchas familias quedaron a oscuras y en pánico esperando otro temblor, y otra vez el apagón y la lentitud en la recuperación demostraron un gran problema de nuestro sistema eléctrico que es la centralización de la generación.
Y usted se preguntará, ¿qué es eso de que la generación este centralizada? La corriente en nuestro sistema eléctrico se genera en seis centrales inmensamente grandes. Las centrales se encuentran localizadas en cuatro lugares específicos de la Isla. Una vez estas centrales producen la energía, la corriente tiene que moverse a través de miles de millas de líneas de transmisión y distribución a todo el resto del territorio. Eso es físicamente centralizado, sin embargo las decisiones que se toman para todo el sistema también están centralizadas en las oficinas de la AEE.
Ahora su pregunta puede ser, ¿y por qué esto es un problema? Repasemos las tres emergencias de energía más recientes que hemos tenido. En septiembre de 2016 se alega que un rayo cayó cerca de una línea de transmisión que conecta la central de Aguirre. Los efectos del rayo incluyeron un fuego en la estación de Aguirre y el apagón total del sistema. A la AEE le tomó tres días recuperar todo el sistema eléctrico. Un año más tarde los huracanes Irma y María nos impactaron y todos recordamos con angustia la emergencia que sufrimos. Las líneas de transmisión y distribución quedaron destruidas en un 80 por ciento. Cerca de dos semanas después de María todas las centrales de generación estaban en condiciones para operar, sin embargo, no había forma de recuperar el sistema por la falta de líneas. Es posible que todavía haya ciudadanos que no fueron reconectados al sistema. Hace poco más de una semana alegadamente el temblor de 6.4 en la escala Richter activó las protecciones sísmicas de los generadores. Después supimos que la central Costa Sur quedó rota y fuera de servicio, posiblemente por meses, y le tomó ocho días a la AEE recuperar el sistema.
Sin entrar en los detalles técnicos que pueden limitar la habilidad de la AEE para recuperarse en tres, ocho o 300 días, lo que queda claro es que, ya sea con temblores o con huracanes, el sistema que tenemos nos dejará sin luz en una emergencia. Entonces, ¿qué podemos hacer para que la gente tenga luz en las emergencias? Pues que las familias tengan un sistema de emergencia solar con baterías que le de para las necesidades más básicas, la nevera y algunas luces y receptáculos.
¿Podemos hacer esto para todas las familias en Puerto Rico? La respuesta la tienen las autoridades del gobierno estatal y federal. Si el gobierno federal envía el dinero de recuperación que nos debe, y el gobierno estatal aprende a usar el dinero para el bien común de la sociedad, parte de ese dinero destinado al sistema eléctrico puede usarse para un proyecto que proteja las familias. Mientras nos recuperábamos de los estragos de María es muy probable que muchas de las muertes ocurridas hayan tenido como causa la falta de energía. Esta situación no puede pasarnos otra vez, a esas familias hay que identificarlas y proveerles sistemas de emergencia, basados en sol y baterías, que los ayuden a mantenerse vivos. Este proyecto de resiliencia es indispensable para el bienestar y la salud pública, ahora que vivimos bajo los efectos continuos del Cambio Climático.
Además de haber planteado este proyecto puntual de resiliencia, en la Universidad de Puerto Rico hemos propuesto durante años que el sistema eléctrico de la Isla tiene que transformarse a uno distribuido, en sustitución del centralizado. Es decir, los generadores deben estar desplegados por toda la isla, y preferiblemente deben usar fuentes locales y renovables, que son los combustibles que nosotros tenemos en Puerto Rico. Las líneas de transmisión y distribución serían usadas para compartir la energía entre los usuarios, que serán también productores y que podrían aislarse en caso de ser necesario. Para eso nos hemos preparado, para apoyar al gobierno estatal a lograr un sistema eléctrico donde todos tengamos energía al precio justo y con menos interrupciones, aun cuando haya eventos atmosféricos y desastres. No podemos seguir pensando en hacer plantas grandes, que nos aumentan la deuda, nos amarran a la compra de combustible extranjero y que cuando hay emergencias no se pueden prender. Cambiar nuestro sistema eléctrico a uno distribuido y limpio debe ser uno de los proyectos de la más alta prioridad para los puertorriqueños.
*El autor es catedrático del Recinto Universitario de Mayagüez y miembro del Comité Timón de Instituto Nacional de Energía y Sostenibilidad Isleña (INESI).