La diseñadora puertorriqueña, Carolina Rodríguez, se ha convertido en una de las figuras más elogiadas en el mundo de accesorios de moda. El proyecto con el que logró acaparar la atención de revistas y clientela en otras partes del mundo, comenzó, sin embargo, en el cuarto de la casa de sus padres, cuando apenas tenía 26 años y cero ahorros.

'No sabía ni ponerle el hilo a una máquina', mencionó entre risas la empresaria de 31 años, cuya producción fue aumentando de una docena de piezas que vendía a sus amistades, hasta más de 500 unidades que exporta a Dubai, Nueva York, Punta Cana, Palm Beach y Toronto.

Entre su clientela se encuentran, además, celebridades como Adele, Adamari López, Kany García, Beatriz Luengo y las bebés Sebella Rose y Amanda Zoé, hijas de Roselyn Sánchez y Karla Monroig respectivamente.

'Han sido oportunidades que se han ido abriendo... No cogí una sola clase de accesorios, pero esto es lo que me gusta', comentó quien estuvo un año en Florida y tres años en Milán donde cursó estudios en moda. Al culminar sus estudios, ganó un concurso para trabajar como asistente de Gustavo Arango y eventualmente se mudó a Nueva York debido a la apertura de una nueva tienda del diseñador.

Rodríguez destacó que, a pesar de los trabajos que había obtenido como diseñadora de ropa, aún sentía que no encajaba pues su deseo era dedicarse a la confección de accesorios. 'Siempre visto con piezas básicas, pero me confecciono una pulsera o me engancho un pedazo de tela como bufanda', contó. Así fue que decidió regresar a Puerto Rico en 2008, a alojarse nuevamente en la casa de sus padres, y a comenzar su empresa sin ningún tipo de ahorros.

Comenzó comprando diademas y algunos pocos materiales. Su único equipo de producción en ese momento eran sus manos. 'Vendía, mi capital crecía y así iba haciendo cosas más grandes. Ha sido paso a paso, pero pasos firmes'.

Hoy día, ya desde su propia casa, produce más de 500 unidades al mes.

Dice que algunas personas han reaccionado con sorpresa cuando les menciona su dirección física ya que imaginan que una diseñadora de moda sólo se circunscribe a ciudades como Milán y Nueva York, mecas tradicionales de la alta costura. Rodríguez, sin embargo, siempre quiso quedarse en Puerto Rico.

'Por qué irme? Si no hay una casa de modas donde yo pueda trabajar y que se adapte a mis necesidades, pues, por qué no crearla?', cuestionó. No obstante, afirma que viajar es necesario para nutrirse de otras ideas y tomar influencias, pero disfruta trabajar en su isla y más ahora que ha comenzado a formar una familia como madre de un niño de 1 año.

'Siempre creí fiel en mi trabajo. Cuando las oportunidades no las hay, uno se las tiene que crear', puntualizó.