Desde el balcón de un segundo piso, donde se contempla el universo que compone un escrutinio general, NotiCel se dedicó a observar, descifrar y compartir con los más interesantes rostros, desde los que guardan largos años de experiencia e historia en el servicio público, hasta aquellos jóvenes que se involucran en el primero de muchos eventos eleccionarios.

Los sábados son los días más lentos. Aunque muchos preferirían descansar, ya han pasado 11 días de escrutinio general, y el peso de saber que ningún precinto ha sido contabilizado en su totalidad, acumula, en los hombros y las mesas de los funcionarios electorales, cajas y cajas con papeletas que esperan por ser ratificados como si de una olla de presión se tratara.

La temperatura del ambiente no es tan notable hasta que transcurren las horas, y sigues en el edificio. El contraste de colores, partidistas o no partidistas, que porta cada voluntario, va perdiéndose entre montañas de cajas marrones que, hasta cierto punto, pueden hacer tropezar a quien sea, en cualquier pasillo.

Ya no se escuchan pleitos, como era usual en los primeros días de trabajo. De vez en cuando, entre anuncios y recuentos, se oyen aplausos a coro, risas que contagian hasta a los que no tienen ni la menor idea de lo que ocurre y “cumpleaños felices” que disipan los aires de tensión y provocan sonrisas poco recurrentes en un proceso que siempre es tomado con la más intensa seriedad.

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“Nos hacemos compañeros. Dejas a un lado las ideologías políticas y te pones a trabajar”, contó un funcionario con más de 30 años de servicio que, en conversación con NotiCel, prefirió no identificarse. “Aquí no se viene a hacer amigos, pero todos estamos haciendo patria como lo entendemos mejor”, abundó.

En efecto, mientras se redacta esta nota, el frío se intensifica y un abrigo se vuelve una herramienta esencial. Ya es la hora del almuerzo, y los funcionarios no pierden ni un minuto para despejar su mente y saciar el hambre. Quedan muchos maletines por abrir y contar.

Con todos en el comedor, es más fácil divisar las áreas que componen el proceso del escrutinio general. Mesas de control de actas, estadísticas, voto regular, añadido a mano y las exclusivas de cada partido. El olor de las cajas de pizza, no de papeletas, es bastante notable en cualquier rincón del edificio.

“Antes que funcionario, uno es servidor público, y si no entiendes eso, no puedes estar aquí. Se trata de defender el derecho de un puertorriqueño como tú y como yo”, narró una empleada de 52 años a NotiCel.

“Si me preguntas, yo no cambiaría nada de lo que he hecho, porque me gusta. He aprendido más estando en el ‘field’ que dejando que me lo cuenten”, agregó.

Ya estando a la orilla de la época navideña, cada día son más los que recorren el piso de operaciones con un gorrito, un ‘ugly sweater’ o con orejitas de elfo. Asimismo, las mesas vuelven a llenarse de funcionarios con energías recargadas para continuar la labor, recibir nuevas instrucciones o cuestionar si hay algún otro cambio en el proceso que, durante 11 días, han tratado de seguir fielmente.

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A medida que cae el sol, disminuye el eco y el ruido en el ocasional campo de batalla conocido, más bien, como el Centro de Operaciones Electorales de la CEE, en Hato Rey. Los funcionarios, por fin, podrán descansar unas horas y disfrutar de un domingo libre de papeletas, descuadres, revisiones y supervisión.

Sin embargo, el tiempo pasa sin descanso, y la posibilidad de que el escrutinio cierre sus mesas entre el 20 y 22 de diciembre, antes de la Navidad, como es expectativa de la presidenta de la CEE, Jessika Padilla Rivera, provoca gestos dudosos en los comisionados electorales, quienes día y tarde recorren las estaciones de recuento entre entrevistas, dudas por atender y convocatorias del pleno organizacional.

Sí, para los funcionarios electorales, han sido más que 11 días. Para el escrutinio, aún no se sabe.