Desde el lunes la banca intenta establecer algo de normalidad en sus operaciones tras el paso del huracán María, que dejó la mayor parte de la infraestructura de Puerto Rico colapsada. Aunque distintas sucursales abren en horario especial y cajeros automáticos trabajan parcialmente mientras dure el diesel de los generadores electricos, las filas en las instituciones financieras comienzan desde tempranas horas de la mañana y el dinero se termina en las máquinas a intervalos de media hora.

Ese fue el cuadro que encontró en este medio en el Banco Popular de la avenida Ponce De León parada 22 en Santurce. Desde al menos las 7:00 de la mañana el público hacía fila para un banco que no abría sus puertas hasta las 10 de la mañana o para un cajero automático que no encendería hasta las 9:00 a.m. Personas de todas las edades esperaban con paciencia, o los de mayor edad avispados se colaban frente a los más jóvenes. Los árboles de caoba dominicana arrancados por los vientos del huracán la pasada semana servían de asiento temporero para la calurosa espera.

En media hora una empleada del banco, sin escolta de seguridad, se apostó frente a la ATH para pausar el movimiento de la fila cuando no pasó un minuto sin que varios le preguntaran por que impedía el flujo de efectivo. El dinero se acabó en corto tiempo y debía detener el movimiento de gente hasta que rellenaran la máquina. Mientras la cola para entrar al banco seguía creciendo hacia la avenida, aún no se ha escuchado nada de la Asociación de Bancos de Puerto Rico para calmar al ansiedad del público con detalles del flujo de liquidez en las instituciones financieras o de la seguridad para transportar más dinero a las bóvedas.

En entrevista radial (WKAQ 580), el presidente del Banco Popular, Ignacio Álvarez, dijo que 'En Puerto Rico hay efectivo, el problema que tenemos es la logística. Sí, la Reserva Federal ha enviado dinero antes y despues de María. Todo el mundo está sacando el máximo y aún cuando abrimos las suscursales, la gente está cambiando cheques grandes'. Además, ofreció detalles de que habrá un periodo de tres meses para posponer los pagos de autos, prestamos personales y tarjetas de credito.

El sector comercial ya apunta a un problema de seguridad debido al manejo de más cantidad de efectivo en medio de un desastre natural que dejó al país a oscuras indefinidamente y que llevó al gobernador Ricardo Rosselló Nevares a ordenar un toque de queda luego de las 7:00 de la noche.

Además, la seguridad parece concentrarse en las filas de cada puesto de gasolina custodiados por policías que esperan la llegada de camiones con combustible, del cual el gobierno recalca en cada oportunidad que existe suficiente suministro. En estas esperas, el toque de queda al parecer se ignora cuando parecen nunca acabar la cantidad de autos ocupando carriles hasta del transporte colectivo sin importar la hora.

Aunque la población al igual que los comerciantes están obligados a andar con más dinero en los bolsillos, el jefe del Departamento de Seguridad Pública, Hector Pesquera, insiste en que los asaltos no han aumentado tras el paso de María.

La comida tambien escasea. No hay suficiente agua para beber, y menos para bañarse. Una semana despues de que el huracán María azotó a Puerto Rico, la situación empeora, especialmente en los hospitales por la falta de diesel para mantener los aires acondicionados y maquinaria especializada operando.

Los líderes de Puerto Rico y muchos de sus habitantes dicen ser fuertes, dicen que van a sobrevivir, dicen que se levantarán, pero ya se empiezan a ver síntomas de la desesperación. De acuerdo a CNN, una reportera que se está montando a un helicóptero es agarrada por una mujer en llanto en Quebradillas. La mujer no sabe quien es la persona a quien abraza, pero viene de afuera, tal vez es alguien que tenga noticias sobre la ayuda, alguien que pueda llevarle un mensaje a su familia, alguien que puede ofrecer algo.