Un nuevo experimento para Puerto Rico desde la 'cripto-comunidad'
La comunidad ligada a las monedas virtuales continúa con paso firme en Puerto Rico luego de su llegada a la Isla como consecuencia directa del huracán María y, aunque no ha sido recibida con brazos abiertos, sus miembros insisten en la búsqueda o creación de espacios de inversión a nivel local.
Aunque existe un grado de desconfianza hacia este grupo, la Isla sigue como anfitriona de eventos dedicados a educar sobre el blockchain --sistema digital y descentralizado que almacena de forma masiva información sobre transacciones con monedas virtuales-- y su utilidad en un país devastado por un fenómeno atmosferico en septiembre de 2017.
En un caso más reciente, Bahía Urbana en el Viejo San Juan fue el local predilecto para el 'Startup Societies Town Hall Meeting', liderado por Joseph McKinney, director ejecutivo del Startup Societies Foundation.
Durante la actividad, se abordó la dificultad para hacer negocios en la Isla con la burocracia excesiva y la concesión de permisos como antagonistas principales.
El evento formaba parte de una serie de dos días --esfuerzos que incluyeron un 'Hackathon' en el que otorgaron $25,000 en premios-- y suponía estar dirigido a una audiencia predominantemente puertorriqueña, con representación de fundaciones sin fines de lucro y activistas de habla hispana. Sin embargo, la totalidad del evento se llevó a cabo en ingles a beneficio de los pocos asistentes.
McKinney, en aras de combatir los obstáculos más grandes a los que se enfrentan empresarios como el, tanto locales como extranjeros, propuso la idea de experimentar en la Isla con los 'Special Economic Zones' (Zona económica especial o SEZ).
'Una zona económica especial es un área dentro de un territorio anfitrión que tiene políticas distintas al resto del espacio. En vez de tener reformas a nivel completo, lo que se hace es que se prueban en esa área específica a ver si funciona. Es como un 'startup'', explicó el joven en entrevista con NotiCel. Las reformas a las que hacía referencia son aquellas en las que el Gobierno tenga poca o ninguna participación y el motor económico surja de entidades privadas.
Puerto Rico emergió como el lugar perfecto para poner en práctica este metodo, según McKinney, porque el paso del huracán María dejó al desnudo el fracaso de las viejas instituciones y abrió la puerta para nuevas perspectivas. Sumado a ello, mencionó el largo historial de mala gobernanza y la crisis fiscal como los contratiempos que han acechado a la Isla desde el 2003.
Sin embargo, y consciente de la percepción existente sobre los miembros de su comunidad de cripto-inversionistas, el ejecutivo apostó a que sean los puertorriqueños quienes encaminen la creación de estas zonas.
'El punto es que sean las organizaciones puertorriqueñas las que lo hagan. De hecho, si hay grupos externos que están tratando de establecer una zona económica especial, deben ser detenidos, porque una zona económica especial debe ser visto como una forma para continuar cierta autonomía y la determinación propia, no limitarla', exclamó.
En un evento reciente llevado a cabo en Rincón, miembros de la cripto-comunidad aseguraron que impondrían su visión 'les guste o no' a los residentes de la Isla. Asimismo, en una entrevista reciente con Rolling Stone en la que se destacó todos sus movimientos en la Isla, el inversionista Brock Pierce, una de las figuras emblemáticas del movimiento de la economía cibernetica, dijo que 'vamos a reconstruir a Puerto Rico con dinero que nos hemos ahorrado del (Servicio de Rentas Internas federal) a la manera de Robin Hood'.
De acuerdo a McKinney, gran parte del descontento y la suspicacia hacia sus correligionarios se debe a su acercamiento a los locales.
'Ellos vienen con 'tenemos un plan y lo vamos a hacer' sin haber mirado las organizaciones existentes en Puerto Rico y lo que hacen. Igual, pienso que muchos de los que están llegando a Puerto Rico no miran el contexto cultural, no se asocian lo suficiente con los locales y no hablan el idioma. Por culpa de eso es que hubo críticas, pero honestamente el 'cryptocurrency' es una gran tecnología y si se es explicado correctamente podemos buscar maneras en que los puertorriqueños encuentren su lugar dentro de ella', confesó.
No es una ciencia perfecta
Aunque McKinney es partidario de implementar las SEZ en la Isla, confesó que no todas las versiones de este metodo han resultado fructíferas en otras jurisdicciones.
'Las zonas no siempre funcionan, pero las que sí son exitosas lo son en una gran magnitud, pero es importante tener el experimento. Si se comienza con un área pequeña, especialmente una que no este desarrollada y sin una población estable, no se afecta a ninguna comunidad en el proceso. Si no funciona, la quitas', señaló el empresario.
Según The Economist, tres de cada cuatro países cuentan con una zona como esta, por lo que la presencia a nivel mundial se estima en más de 4,000. No obstante, el portal subraya que estos metodos deben encontrar el balance perfecto entre la supervisión política y la libertad burocrática para asegurar su exito. Igualmente, el portal indica que ofrecer únicamente incentivos fiscales no es efectivo para un proyecto pensado a largo plazo.
La referencia más conocida sobre las SEZ, y una que McKinney mencionó, es el llamado 'Milagro de Shenzhen', en el 1980 en China.
Esta ciudad, cercana a Hong Kong, atrajo miles de inversionistas extranjeros con sus incentivos y las políticas más laxas que los altos funcionarios gubernamentales temían poner en vigor en el resto del país.
A nivel local, Puerto Rico cuenta con las Leyes 20 y 22 del 2012 trazadas, precisamente, para impulsar la llegada de inversionistas foráneos al sector de servicios y su exportación. Ambos estatutos han sido punto clave a la hora de reconocer el deseo, la habilidad y la necesidad de convertir a Puerto Rico en la 'Isla Blockchain'.
Ejemplo de ello fue la conferencia Blockchain Unbound, celebrada en marzo en el hotel Condado Vanderbilt. Allí, entre todo lo dicho, se abogó porque el Gobierno se 'saliera del medio' y eliminara las regulaciones, para crear un ambiente que, a pesar de las regulaciones federales por la ineludible relación con los Estados Unidos, permita el libre comercio.