Arar la tierra para deleitar al mundo entero (galería y vídeo)
Cuando don Roberto Atienza heredó la finca de su padre en el barrio Coabey de Jayuya, la familia solo producía suficiente cafe para vender a otras compañías. Desafiante al consejo de continuar estudios universitarios para evitar terminar en la agricultura, cuando Atienza tomó la tierra en sus manos, acarició la ambición de deleitar el paladar del mundo entero.
Todo comenzó con una idea.
Suscuatro hijos e hijas eran los primeros degustadores del café que tostaba en una máquina sencilla de diez libras. El aroma atrajo a vecinos y amigos, los primeros interesados en probar su producto. Esa respuesta orgánica, ese rumor que corría entre conocidos, los llevó a saborear también la idea de crear su propia marca: Café Hacienda San Pedro, quese haconvertido enuno de los cafés artesanales más reconocidos en Puerto Rico.
'En el inicio, era un café sumamente artesanal. Lo vendíamos en botellas de cristal. Era casi por orden',rememoró el hombre parado detrás de la encimera en la tienda-museo que abrió décadas después.
Granos de café (Josian Bruno Gómez / NotiCel)
'Lo empacábamos nosotros', aportó su hija, Rebecca Atienza,remontada a casi treinta años atrás cuando llegaba de la escuela y ayudaba en el negocio de la familia.
El café especial comenzó a venderse en los festivales jayuyanos, a ser procurado y preferido entre los locales. El negocio continuó creciendo con su esfuerzo. Jamás pensaron que el producto tendría la acogida de la cual goza hoy en Puerto Rico y el mundo.
La finca en Coabey solo tenía sembradas unas pocas cuerdas de café, que eran compartidas con cítricos, plátanos, guineos y ganado. Pero cuando Atienza se graduó de la escuela secundaria, llegó con grandes ambiciones para convertir la finca en la prestigiosa hacienda de café que había sido a inicios del siglo XIX, cuando su abuelo, un joven emigrante español, ahorró lo suficiente como paracomprar su propio terreno.
'Empiezo a soñar con hacer un producto de más calidad que el que se vendía aquí localmente. Básicamente, cambiando y mejorando el proceso porque yo siempre quise llegar a hacer lo que hacía mi abuelo, cuando en sus orígenes ellos procesaban el café para la exportación', expresó el hombre de tez tostada como el café.
Entrar en el mercado internacionalresultó quizás más difícil que arar la tierra: 'la gente ya no conocía el café de Puerto Rico', recordó Atienza. Comenzaron a ir a festivales y exposiciones de otros países, a costear promociones y hacer contactos que los pudieran ayudar a destacarse entre tanta competencia.
Para abrirse paso, acudieron a personas con suficiente resonancia en el mundo del café selecto. Esas personas se encargaron de abrir oportunidades, incluso en lugares tan remotos como Grecia, Japón e Italia.
La crisis como generador de ideas
La primera fábrica de quesos añejados en Puerto Rico tuvo como detonante la crisis económica. La microbióloga, Wanda Otero Flores, abrió su propio laboratorio para inspeccionar la calidad de la leche y brindar servicios de consultoría a los ganaderos, hace más de diez años; pero comenzó a hacer quesos añejados cuando la crisis económica afectó su negocio en 2008 durante los primeros años de una crisis que se ha extendido por casi diez años.
'Llega la crisis y toca a la puerta del negocio nuestro: los ganaderos no pueden pagarnos por los servicios, se les hace difícil pagar las deudas que ya se estaban acumulando y llega el momento en que les digo: 'necesito que me paguen porque si no, no puedo seguir haciendo muestras', recordó Otero Flores, quien mantenía una relación estrecha con los dueños de las 150 vaquerías a las que le brindaba el servicio. 'Así que decido darle la vuelta (...) y decido intercambiar la deuda de servicios de laboratorio por leche', agrega.
Con el acuerdo de los ganaderos llovió leche: dos mil dólares de deuda de una vaquería se convirtieron de pronto en cinco mil litros de leche. Entonces, quedaba responder otra gran interrogante: qué hacer con tanto? La respuesta es hoy la marca Vaca Negra, la primera línea de quesos añejados que se produce a nivel local.
En entrevista con NotiCel, Otero Flores consideró que en realidad la idea partió de un razonamiento lógico combinado con la mejor disposición de encontrar una solución que beneficiara a ambas partes: 'si yo no les ayudaba a cumplir con esos estándares eventualmente se iban ala quiebra y yo me quedaba con la deuda', observó.
Wanda Otero Flores (Josian Bruno Gómez/ NotiCel)
La respuesta que encontró a la 'crisis' ha sido una solución no solo a su crisis financiera individual, sino que se convirtió tambiénen generadora de esperanza para seis jóvenes cuyo ingreso principal provienede la fábrica.
Las ideas no se detienen, sino que constituyen también los deseos de expansión dela empresa con la producción de yogur, el ofrecimiento de un recorrido guiado para que las personas confeccionen su propio queso, así como la ampliación de la producción y eventual apertura de una tienda en la capital.
'Tenía mucho conocimiento de la materia prima en su esencia, pero deelaboración de queso yo no sabía nada, ni de yogur', confesó la mujer empresaria. 'Hubo mucha lectura y mucho seminario. Tuvimos que invertir mucho dinero en viajes al exterior para capacitación y consultoría', puntualizó.
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