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Deportes

Por qué le vamos a los de acá en el Mundial

La mejor ventana para asomarse a la desigualdad social y económica entre Europa y Sudamerica es un simple vistazo a los rósters de los equipos más emblemáticos de cada región: la vasta mayoría de los jugadores del Continente Viejo visten las camisetas de los clubes de su país mientras que casi todos los 'sudacas' cruzan el charco, afanosos por ponerse esos mismos uniformes.

Durante el Mundial de 2010, celebrado en Sudáfrica, escribí sobre el fenómeno del futbolista sudamericano que emigra a Europa. Y, tras revisar y actualizar las estadísticas con la gran ayuda de Felipe Cabrera, podemos concluir que esa tendencia es aún más marcada en este Mundial.

Aproximadamente el 80% de los titulares de las selecciones sudamericanas representadas en este Mundial -- Brasil, Argentina, Uruguay, Chile, Colombia y Ecuador -- juegan en Europa. Y aquellos que no han llegado a Europa juegan en otra liga que no es la de su país natal. En Colombia, por ejemplo, 10 de los 11 titulares juegan fuera de la liga de su país -- la mayoría en Europa.

Esta realidad contrasta marcadamente con lo que sucede con los países de Europa.

El 100% de los titulares de los equipos europeos juegan en su continente. (Ojo: el análisis sólo contempla los titulares, pero a grandes rasgos las mismas conclusiones aplican al considerarse a los suplentes).

Sin embargo, contrario a 2010, el porciento de jugadores europeos que militan en sus ligas locales se redujo considerablemente. Hace cuatro años, el 96% de todos los integrantes de las selecciones jugaban en clubes de sus países de origen. Hoy día, sólo 80% de los titulares europeos se quedan en su país, mientras que el resto cruza las fronteras para ubicarse en otras ligas de la Unión Europea.

España es la responsable mayor de este cambio. El eliminado equipo español llevó a la cancha como titulares a sólo 7 jugadores de sus clubes. Sucede que después del último Mundial, en el que salieron campeones, los españoles estaban en alta demanda en otras ligas europeas, no sólo la suya. Ahí comenzó la migración futbolística española, pero fue una migración siempre dentro de los límites geográficos de la misma Europa.

Todas estas estadísticas tienen el propósito de demostrar las realidades profundamentamente distintas que viven los jugadores nacidos en Sudamérica vis-á-vis los nacidos en Europa.

Como vimos, solo uno de cada cinco jugadores sudamericanos viste la camiseta de un club de la región y el resto milita en equipos esparcidos por Europa, donde la paga, el prestigio, la exposición y las oportunidades de crecimiento profesional son superiores.

En Argentina, por ejemplo, un jugador joven que despunta en uno de los clubes grandes allí – Boca, River o Estudiantes – rápido comienza a ser centro de especulaciones sobre a cuál equipo será vendido, en qué país y por cuánto dinero. El nombre de Messi no estaría plasmado en las camisas de miles de niños y adultos a través del mundo si no fuera porque del Barca prácticamente lo raptaron cuando apenas tenía 14 años y jugaba para Newell's en su natal Rosario. No es que Newell's lo despreciara, pero jamás podían competir con una estructura como la del Barca, que le dio a Messi todo lo que necesitaba en su camino a ser el mejor jugador del mundo.

En Brasil, la liga nacional es un campo fértil para escuchas europeos en busca del próximo Ronaldinho. Y también es un cementerio donde llegan a morir las glorias del ayer ante los vítores de los suyos (Ronaldo). A pesar de su prestigio como potencia futbolística, sólo un jugador brasileño -- el delantero Fred del Fluminense -- juega en esa liga.

En Sudamérica no se respeta cabalmente a un jugador si no ha pasado al menos dos o tres temporadas en Europa. Allí es que se prueban. La liga local es casi como una finca. Y por eso la calidad de los partidos de las ligas sudamericanas, aunque revestidos de una pasión e idiosincrasia que los europeos jamás podrían emular, carecen de la calidad futbolera que una vez tenían. Y cuando aparece ese jugador que enciende la chispa de la emoción, que provoca análisis de todo tipo entre los panas en el trabajo, cuando aparece alguien así se va corriendo a la mejor oferta que aparezca en Europa.

No se puede juzgar como algo malo tampoco. El fútbol, ya lo han dicho tantas veces, es un negocio. Y la mercancía (el jugador) tiene una vida útil predeterminada que tiene que saber explotar al máximo por su propio bien. Y la ecuación es simple. En Europa hay más dinero, más prestigio, más desarrollo profesional, etc. Por eso tan pocos sudamericanos están en sus ligas y el 100% de los europeos en Europa (80% sin salir de sus fronteras nacionales).

Debo apuntar como un híbrido extraño la situación de Holanda. Allí, el club insignia Ajax ha optado recientemente por adiestrar jugadores holandeses para exportarlos, en vez de desarrollarlos dentro del equipo (http://www.nytimes.com/2010/06/06/magazine/06Soccer-t.html) La táctica, aunque económicamente efectiva, ha provocado virulentas críticas entre los puristas que piensan que eso no va acorde con el prestigio de un club europeo de tanta envergadura.

Por todas estas razones económicas y sociales es que, cuando un camerunés como Eto'o dice que va a correr como un negro para vivir como un blanco, tiene bien claro dónde está y de dónde viene.

Por eso es que nosotros, instintiva y visceralmente, favorecemos a un equipo africano o sudamericano frente a uno europeo, sin tener la más mínima idea de qué comen en cada uno ni cómo es la gente. Le vamos al de abajo. Al que tiene que irse a jugar lejos para probarse. Al que, como Eto'o, critican por decir lo que todos sabemos.

Le vamos al de abajo porque todavía nos sorprende y nos maravilla como un chamaco en el barrio más pobre de Buenos Aires, como Maradona, puede terminar siendo el mejor jugador del mundo, sin tener las canchas perfectas de Europa ni los programas de adiestramiento clínicos del Ajax. Le vamos al de abajo porque nos gusta pensar que, cuando uno tiene talento, disciplina y corazón, el sudaca del barrio pobre que jugaba con los zafacones como portería le puede hacer a gusto y gana una gambeta a un europeo que sale en todas las portadas de moda.

Por cierto, durante lo que va de este Mundial, los sudamericanos han probado ser superiores a los europeos en la cancha. Hasta la fecha de este escrito, se han jugado seis partidos entre países de Conmebol (que agrupa a las selecciones sudamericanas) y países de UEFA (que agrupa a los europeos). Los sudamericanos han ganados 5 de esos partidos, y perdido sólo uno. Y Costa Rica, aunque no sudamericano sí del lado nuestro del Mundo, le acaba de ganar a Italia y así garantizar su pase a la siguiente ronda.

Este Mundial, pues, lo gana uno de los de acá.