La fortaleza de Swiatek frente al entusiasmo de Paolini en la final femenina de París
Al día siguiente de la final individual, Paolini también jugará la final de dobles.
París.- ¿Qué puede hacer temblar la fortaleza de la polaca Iga Switaek? Hasta ahora, la respuesta a esa pregunta es que nada, pero la italiana Jasmine Paolini lo intentará este sábado con una nueva receta, el entusiasmo.
El segundo Grand Slam del año afrontará la jugadora que todo el mundo esperaba, la que acumula las mejores estadísticas, contra otra por la que nadie habría apostado al principio del torneo, pero que se ha abierto hueco por derecho propio.
Paolini, una tenista de 28 años que durante muchos no lograba sacar la cabeza de los torneos de segunda fila, atormentada en los complejos de su pequeña talla, ha eclosionado en este Roland Garros, el de la apoteosis del tenis de su país.
A la jugadora de Castelnuovo di Garfagnana, en la Toscana, de origen polaco y ghaneano, le quedan dos finales de Grand Slam por delante, porque un día después de afrontar a Swiatek en la individual afrontará la del dobles junto a su compatriota Sara Errani.
"Lo más importante es soñar"
La tenista saltará a la pista sabiendo que pocos apuestan por ella en la final ante Swiatek, pero aferrándose a una filosofía que le ha traído hasta su primera final de un grande: "Lo más importante es soñar".
Lo dijo nada más ganar la semifinal contra la rusa Mirra Andreeva y lo volverá a intentar frente a la polaca, con su dosis bien medida de entusiasmo, estrategia y fortaleza.
Así, la jugadora que nunca había superado una segunda ronda de un Grand Slam, alcanzó en el pasado Abierto de Australia los octavos de final, antes de apuntarse en Dubai su primer torneo WTA 1,000, prolegómenos del campanazo que está dando en París.
Pase lo que pase en la final, Paolini se marcha de París dejando una huella, con su nombre inscrito en la historia del tenis y dentro de las 10 mejores del mundo.
La gesta puede adquirir tintes mayúsculos si se convierte en la primera jugadora que destrona a Swiatek en una final.
La polaca de 23 años llega lanzada a la conquista de su cuarto Roland Garros, el tercero consecutivo y su quinto grande, porque también conquistó el Abierto de Estados Unidos de 2022.
Son tan altas las expectativas y tan impresionantes sus números, que enseguida comenzaron las comparaciones con su admirado Rafael Nadal, que la de Varsovia cortó de raíz con un "pregúntenme en 14 años".
Swiatek afronta el duelo con el impulso de una serie de victorias que le hacen parecer inalcanzable. Desde su última derrota en París, en los cuartos de final de 2021, suma 20 triunfos consecutivos.
Esta temporada no pierde desde el torneo de Stuttgart y, entre tanto, ha sumado los de Madrid y Roma, por lo que ya encadena 18 victorias.
Tal es su dominio que podría pensarse que el exceso de confianza puede ser su mayor enemigo, pero la polaca ha espantado ese fantasma desde que en segunda ronda de París tuvo que levantar una bola de partido contra la japonesa Naomi Osaka, ex número 1 del mundo.
Aquel susto transformo a Swiatek, que desde entonces ha solidificado su juego y, sobre todo, su concentración en la pista, donde ha maltratado, una a una, a sus siguientes rivales, logrando incluso tres 6-0 en el camino.
Su última víctima, la estadounidense Coco Gauff, virtual número 2 del ránking, la que parecía mejor armada para contrarrestar el juego de la polaca. Pero la ganadora del pasado Abierto de Estados Unidos solo le arrancó seis juegos.
Cuatro más que la checa Marketa Vondrousova, quinta favorita, vencedora del último Wimbledon y finalista en París en 2019, un años antes de que comenzara el reinado de Swiatek.
La bielorrusa Aryna Sabalenka, ganadora de los dos últimos Abiertos de Australia, parecía la mejor armada para contrarrestarla, pese a que había perdido en la final de Madrid y Roma.
Pero su derrota en cuartos de final no le permitió cruzarse en su camino. Solo el entusiasmo de Paolini pondrá a prueba la fortaleza polaca.