Un Roland Garros con muchas interrogantes
Pocas veces la tierra batida de París abría sus puertas con tantas dudas, sin un rumbo claro, con unos pronósticos tan abiertos como este 2024.
París.- ¿Hasta donde llegará Rafa Nadal en el que puede ser su último Roland Garros? ¿Tendrá tenis suficiente para levantar una décimo quinta Copa de Mosqueteros? ¿Podrá Novak Djokovic sumar su vigésimo quinto Grand Slam? ¿La joven generación, liderada por Carlos Alcaraz y Jannik Sinner tomará el relevo?
Pocas veces la tierra batida de París abría sus puertas con tantas dudas, sin un rumbo claro, con unos pronósticos tan abiertos como este 2024 que aglutina tantos interrogantes que empezarán a resolverse este domingo.
El torneo echa a andar sin que los dos grandes dominadores de los dos últimos decenios tengan la cota de favoritismo habitual, con un Djokovic que llega con las manos vacías de títulos y un Nadal sin haber despejado las dudas sobre su recuperación.
Solo el prestigio de sus catorce títulos, de la dictadura de mano de hierro que ha impuesto en el torneo desde 2005, con únicamente tres derrotas en 115 partidos, permiten situar al mallorquín en el terreno de los favoritos.
Su primera ronda contra Zverev empezará a dar respuestas. El cuarto del mundo es un examen de peso, quizá uno de los jugadores en mejor forma, algo que puso de manifiesto levantando el pasado domingo el torneo de Roma.
Ahí se verá si Nadal, que el próximo 3 de junio soplará 38 velas, ha recuperado la magia de París, la que le convirtió en un monumento, en la estatua que saluda en la entrada a los espectadores, o si se encamina a un fin temprano de la que, según sus propias palabras "hay muchas posibilidades de que sea la última participación" en el escenario de su gloria.
Al balear las cosas no le han ido bien este curso. Regresó a principios de temporada pensando rodarse antes de Roland Garros. Pero el físico le fue esquivo, le privó de continuidad y se presenta en París con unos resultados que no permiten ser optimista. Si no fuera porque es Rafa, que puede levantar una décimo quinta Copa de Mosqueteros y que todo París no espera otra cosa.
Djokovic y la frontera Margaret Court
Con sus 24 Grand Slam situado en el más alto escalón del trono de la historia, al serbio Novak Djokovic solo le queda una frontera por delante: superar a la australiana Margaret Court que tiene tantos grandes como él.
Una perspectiva que parecía al alcance de su mano cuando el año pasado levantó el Abierto de Estados Unidos y se colocó a su mismo nivel, pero con un horizonte que parecía despejado: nadie hacía sombra al serbio.
Pero el nuevo año trajo un panorama diferente y al número 1 del mundo la falta de competencia le secó la motivación. Llega a la defensa de su título en Roland Garros sin ningún trofeo en su mochila y con la sensación de que ha perdido su legendaria eficacia.
Aunque lleva tiempo diciendo que con su edad -cumplió 37 en mayo- tiene que seleccionar sus actuaciones y que ha decidido apostar por los Grand Slams, en Australia descarriló en semifinales contra Sinner, que acabó levantando la copa.
Y, el resto de sus contadas apariciones no han sido mejores. Solo llegó a semifinales en Montecarlo, donde le derrotó el noruego Casper Ruud, y hace unos días perdió en esa misma ronda contra el checo Tomas Machac, 44 del mundo, en Ginebra.
Como ha sucedido con Nadal, sus apariciones son poco concluyentes, lo que ha dejado una sensación generalizada de final de ciclo, aunque, al igual que sucede con el español, Novak es Novak, y nadie se atreve a descartar a Djokovic para sumar su cuarta corona en París.
¿Sabia nueva?
En ese ambiente, emergen un abanico de candidatos para recoger el testigo de las dos grandes figuras, aunque de entre todos los nombres, dos, el italiano Jannik Sinner y el español Carlos Alcaraz, suenan con más fuerza.
Ambos tienen argumentos suficientes para optar al título final, ambos saben ya lo que es ganar un grande y ambos llegan a París con dudas físicas que han perturbado su camino hacia la tierra batida.
El transalpino, que en Australia se apuntó su primer grande, respaldado después por los triunfos de Rotterdam y el Masters 1.000 de Miami, bajó el nivel sobre la arcilla.
Tras perder las semifinales de Montecarlo ante el griego Stephanos Tsitsipas, tuvo que retirarse en Madrid con un problema en la cadera que le privó de Roma y aunque asegura que está físicamente restablecido, no viene con el rodaje adecuado.
Número 2 del mundo, Sinner afronta el torneo con la perspectiva de alcanzar, por primera vez en su carrera, el liderazgo del ránking -lo que depende más de la actuación de Djokovic que de la suya propia-, un puesto que ya ha conocido Alcaraz.
El español, de 21 años, llega con menos expectativas que el año pasado, cuando con los títulos en Madrid y Barcelona en el bolsillo, acaparaba las quinielas, antes de que los calambres le paralizaran en su semifinal contra Djokovic.
Este año sus resultados han sido más discretos. Ganó en el primer tramo de la temporada Indian Wells, pero frenó su progresión a causa de las lesiones y en tierra batida sus resultados han sido discretos, lastrado por un problema en el codo que le frenó en cuartos de final en Madrid, el único torneo que ha disputado en esa superficie.
Aunque también sostiene que la lesión está curada, afirma que sigue golpeando con cierta aprensión.
Tras ellos, el torneo más abierto de los últimos años ofrece otros muchos potenciales candidatos: el alemán Zverev impulsado por su título en Roma; el ruso Daniil Medvedev siempre dispuesto a reconciliarse con París; su compatriota Andrey Rublev que, como el año pasado, llega con un Masters 1.000, el de Madrid, sobre tierra batida; el noruego Casper Ruud, doble finalista en París, siempre al acecho, consagrado en Barcelona; el polaco Hubert Hurkacz y su regularidad; el griego Stephanos Tsitsipas y su título en Montecarlo y su final en Roma.