El arte marcial del antiguo Egipto vuelve a la tierra de los faraones
Armados con largos bastones de madera, en el tatami del club de tiro del barrio de Dokki, en El Cairo, luchadores de todas las edades y sexos participaron en el primer campeonato de Egipto de Tahtib, el arte marcial de la epoca de los faraones que regresa al país como deporte.
'La historia del Tahtib es muy simple, pero muy larga' dijo Adel Paul Boulad a Efe mientras, detrás de él, los luchadores entrenaban para la inminente competición chocando sus palos de más de un metro de largo.
'Durante tres mil años fue un entrenamiento militar y en los 2.000 siguientes se convirtió en un juego folclórico que sobrevivió en el Alto Egipto (sur)', añadió el instructor y creador del 'Tahtib Moderno'.
Curiosamente, Boulad descubrió el Tahtib en 1999 en Madrid, cuando le preguntó a su amigo Mohamed Shukri, bailarín y percusionista profesional, por aquella 'extraña' tradición que llevaba a los jóvenes del sur del país a luchar con palos a la caída de la tarde.
Shukri le contó al egipcio la verdadera historia de lo que hasta entonces este había creído un simple baile folclórico y, desde ese momento, Boulad aprovechó sus visitas a Egipto para perderse por pueblos remotos y buscar las raíces del Tahtib.
'Lo que vi me dejó boquiabierto, encontré a gente en pueblos del Alto Egipto que hablaba como los maestros de artes marciales japoneses', aseguró.
Boulad quiso devolver el Tahtib al lugar que le corresponde entre las artes marciales y, tras convertirse en el primer instructor de esta disciplina en siglos, vio su sueño cumplido con la organización en 2014 del primer torneo nacional de este arte marcial en Francia.
Consciente de que el Tahtib necesitaba renovarse para sobrevivir, Boulad introdujo algunos cambios: prescindió de la aparatosa galabiya -túnica tradicional egipcia-, le confirió una estructura de deporte moderno y 'abrió la puerta' a la participación de la mujer en la lucha, que antes le estaba prohibida.
Las reglas del Tahtib son simples: el luchador tiene que rozar la cabeza del contrincante, lo que otorga la victoria automáticamente, pero está prohibido golpearla con fuerza. También es motivo de eliminación directa atacar los antebrazos o las manos del contrincante y soltar el palo. Todo lo demás está permitido.
Los primeros indicios de este arte marcial se encuentran en unos relieves tallados en piedra en Abusir, conjunto piramidal construido durante la Quinta Dinastía faraónica (2500-2350 a.c.) y ahora, en el S. XXI, jóvenes egipcios se vuelven a interesar por él.
Los deportistas formaron a una señal de Boulad un enorme círculo alrededor del tatami, para dar comienzo a la competición ante un público enmudecido y los jueces preparados para anotar sus puntos y fallos.
Primero, los diferentes equipos escenificaron una 'tashkida' -serie de movimientos predefinidos-, luego participaron en combates de '360 grados', en los que un solo defensor tiene que arreglárselas para mantener a raya a tres atacantes.
Posteriormente, en la modalidad llamada 'codified just' se trataba de reflejar las máximas vitales que el Tahtib enseña mediante la lucha: 'crecimiento interior, responsabilidad, respeto y autoconfianza', beneficios generales de la artes marciales que, según Boulad, el Tahtib 'amplifica' gracias al uso del bastón y la percusión.
Para concluir el evento deportivo, tuvieron lugar los combates individuales, durante los que la expectación del público y los contrincantes llegó a su cenit.
Los combatientes se acechaban el uno al otro moviéndose cautelosamente en círculos, mientras los percusionistas anunciaban con un ritmo cada vez más vertiginoso el inminente choque, que consistía en un intercambio de rápidas fintas y estocadas que se resolvía en apenas unos segundos.
El ganador de este primer campeonato fue Nasser, a quien un orgulloso Boulad entregó el trofeo.
'Estoy muy orgulloso de haber conseguido que este tesoro que tenemos en Egipto se esté empezando a recuperar', afirmó.
Tras lograr que el Tahtib fuera reconocido en la Unión Mundial de Artes Marciales y que fuera declarado 'Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad' por la UNESCO el año pasado, Boulad ha conseguido que este deporte regrese a la tierra que lo vio nacer hace 5.000 años.