Deporte 'low cost' en los parques de El Cairo
No poder pagarse el abono a un centro deportivo no es motivo para que los jóvenes cairotas no practiquen sus artes marciales y acrobacias favoritas. En medio del caos, del ruido y del tráfico, muchos de ellos encuentran en los parques públicos su gimnasio particular.
Retando a la complejidad de la vida cairota y a la falta de medios económicos, un grupo de jóvenes se encuentra cada viernes en el parque de Al Horeya, en el centro de la desbordante capital de Egipto.
El resto de la semana, este conjunto de acróbatas, cada vez más numeroso, cambia el 'gimnasio' por los escasos espacios verdes de la ciudad, donde practican una disciplina muy particular, de movimientos acrobáticos con toques de kung fu y sabor a capoeira (arte marcial brasileño).
'Me encontré con un grupo de acróbatas de Alejandría que entrenaban en la calle y me animaron mucho, ya que es gente que no sabe qué es el miedo', dice a Efe Mohamed Fathi Jalil, 22 años, conocido como Krash, quien ha aprendido que, pese a todas las dificultades que tienen para practicar deporte, 'no hay lugar para la desesperanza'.
Sin profesor titulado que les imparta clase, se inspiran en vídeos que encuentran en internet, o 'en las películas de Jean Claude Van Damme, Jackie Chan o Bruce Lee', señala Jalil.
Guiados por su espontaneidad, también aprenden de ellos mismos, sobre todo cuando se juntan con practicantes de otras disciplinas como el breakdance o con deportistas profesionales.
'Estoy ayudando a Fawzi, un chaval de quince años, y siempre le aconsejo que nunca permita que nadie lo entorpezca', destaca Jalil, quien dice estar 'encantado' de ver cómo otra gente se introduce en esta disciplina gracias a su ayuda.
Las dificultades económicas que les impiden ser socios de un club con buenas instalaciones o la incomprensión de sus familias, que opinan que dedican demasiado tiempo al deporte, no suponen ningún impedimento para estos jóvenes, sino que más bien les hacen aún más firmes en sus convicciones.
'Mis padres son mi único obstáculo' dice Ahmed Munir Abdu, conocido como Mano, DE 17 años, que empezó a practicar kung fu hace tres en la calle y en casa, ante la imposibilidad de inscribirse en un gimnasio.
En el barrio de Basatin, en el que reside Mano, hay un centro juvenil descuidado donde solía entrenar. Sin embargo, la incomodidad del lugar, la presencia de drogadictos y las continuas peleas callejeras motivaron que este joven acabara por abandonar el centro.
Pese a la falta de medios, Mano asegura que su nivel 'ha mejorado bastante' en comparación a cuando empezó.
En uno de los pocos espacios verdes de El Cairo, entre las familias paseando a los niños, las parejas paseando de la mano y los grupos de amigos sentados en el césped, estos jóvenes deportistas se mezclan con sus saltos, acrobacias y movimientos de artes marciales.
Es el refugio de libertad de una generación de deportistas poco común en El Cairo, alejada de los caros clubs y gimnasios, que se enfrenta a la pobreza y aprovecha el mínimo resquicio de oxígeno de una ciudad ahogada por el humo y la arena para expresarse a través del deporte.