Análisis: La crisis del 'B-B-V' en Puerto Rico
Si el mundo se define en la cultura deportiva como una futbolizada, en Puerto Rico es una de la hegemonía del 'B-B-V', sigla que corresponde a la secuencia histórica de sus deportes principales con el Beisbol, el Baloncesto y el Voleibol.
Estos deportes de conjunto se encuentran inmersos en una profunda crisis con el rezago cada vez mayor de nuestra capacidad competitiva en el escenario internacional.
Ya concluido el ciclo olímpico del 2009-2012 con la no clasificación del baloncesto y el voleibol en los torneos preolímpicos, como también el no alcanzar la segunda ronda en el mundial de beisbol se expresan con claridad el descenso del nivel de rendimiento en la competición internacional.
Un asunto que parecemos evadir desde la pasada década, sin una discusión con total transparencia, de los deportes principales en PR frente al ascenso de los deportes secundarios o emergentes como los de combate (boxeo, lucha, judo y taekwondo) y en los deportes individuales con la gimnasia y el atletismo.
Un dilema que se plantea el nuevo paradigma del rendimiento en Puerto Rico en donde 'más no es mejor' y el 'menos es más eficiente'.
Debemos comenzar en reconocer que los mayores recursos se han concentrado en el 'B-B-V'. Desde mediados del siglo XX con el proceso de urbanización acelerado en PR se extendieron a lo largo y ancho unas partes de las instalaciones recreo-deportivas en parques y canchas. Mientras el resto de las actividades recreo-deportivas apenas el restante para su práctica.Una infraestructura desde la época de Julio Enrique Monagas para el fomento de los deportes del béisbol, baloncesto y voleibol. Tal como en la película de 'Field of Dreams': 'Si los construyen ellos vendrán'.
No sólo contaban el 'B-B-V' con una infraestructura para el fomento y desarrollo, sino que de los recursos de subvención del estado con las ligas profesionales, franquicias de los equipos como a ningunos de los demás deportes. Ni decir con la asignación de los recursos de los ayuntamientos para apoyar los torneos y ligas de las categorías de menores. Sin incluir el hasta ahora poco estudiado efecto multiplicador de una economía del deporte que alcanza con la aportación de los padres en estos deportes con la privatización de torneos y el pago de entrenadores que lo supeditan enteramente a la lógica de la ganancia de las empresas por su cuota en el mercado.
Este 'Laissez faire' no necesariamente constituye una ventaja sino un obstáculo para el desarrollo en particular en las categorías menores.
Ni tampoco con el mayor de los dilemas que pone de manifiesto su contradicción medular: de que cada diez (10) practicantes deportivos, unos ocho (8) se concentran en uno o más de los 'B-B-V' y el resto para los demás deportes.
Parece interesante contrastar el hecho de que la suma de los practicantes entre los deportes emergentes o secundarios apenas podría alcanzar ni una décima parte de uno de los deportes de 'B-B-V'.
Estas condiciones favorables que han sostenido el desarrollo de los deportes principales ('B-B-V') en Puerto Rico como la infraestructura física, recursos económicos y los practicantes han perdido su eficacia y eficiencia.
Repensar el estado de situación del 'B-B-V' es una necesidad urgente de sus líderes deportivos y el adoptar nuevos paradigmas en su desarrollo. De lo contrario estamos abocados aun rezago mayor en el próximo ciclo olímpico.
(El autor es profesor en la Universidad del Turabo y Director Auxiliar de la Comisión de Alto Rendimiento del Comité Olímpico de Puerto Rico)