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Crónica de una ‘Ironman' que se fajó en Kentucky (2da parte)

(Nota del editor: Esta es la segunda parte del relato que hiciera una puertorriqueña que fue parte de un nutrido grupo de triatletas que participaron en el evento 'Ironman Louisville'. La joven, Margarita Santos, es triatleta aficionada y estudiante de derecho)

Llegó el gran día, el 26 de agosto, cuando hice el evento de mi vida. La natación estuvo espectacular por dos razones: la primera es que casi no recibí golpes y la segunda es que el agua de río no tiene sabor así que no se me quedó en la boca por el resto del día esa sensación de sed característica de las aguas saladas, como la de la Laguna de Condado donde acostumbraba a practicar para el evento.

Luego del agua sales a la transición: es aquí donde estas completamente en automático tu mente está en algún lado menos en la transición. Por eso, aquí la ayuda de los voluntarios fue clave. Estos voluntarios te ayudan con todas las cosas que se supone lleves contigo en la bicicleta y en la corrida.

​Un nutrido grupo de boricuas participó en el 'Ironman' de Lousiville.

La parte de la bicicleta requiere una preparación mental casi sobrenatural. Durante mi entrenamiento en el Parque Lineal, en cada una de las vueltas que di siempre estaban las voces malignas de mi mente gritándome que parara que no había necesidad de estar entrenando, que no tenía nada que probar, que estaba cansada, etc, etc, etc. Se te va todo el entrenamiento luchando contra los malos pensamientos. El haber practicado en el Lineal me dio sus ventajas. En el Parque Lineal lo único que hacía era dar vueltas para poder completar el millaje así que la ruta del ‘Ironman' sería como estar en libertad, como salir por primera vez de una jaula. Yo entrenaba con música así que por lo menos las voces malignas se escuchaban un poco lejanas. En la competencia la historia es otra, por seguridad no permiten que lleves música, así que mi miedo era escuchar a esas voces malignas y que mi mente les hiciera caso. Me preparé para esto y afortunadamente fue todo lo contrario. Cómo preparé mi mente para esto? Lo primero que me propuse fue pensar que esto era un entrenamiento más; una larga de 100 millas. Lo segundo fue dividir la ruta en tramos de 10 millas, y en cada tramo hacer un ‘auto-check' y parar en cada oasis. Lo tercero fue pensar sólo en cosas positivas y no permitir ningún pensamiento negativo. Esto último, por más espiritual que se oiga, seguramente era lo más importante. La mente es súper poderosa y un simple pensamiento negativo es capaz de arruinar toda tu preparación impidiendo alcanzar tu meta.

No puedo negar que tuve en la milla 20 un momento de flaqueza. No me sentía bien, tenía un poco de náuseas, pero me extrañaba porque no había ninguna razón para sentir eso a esa altura de la ruta. Fue ahí que llegó el pensamiento: 'Margarita, tú no tienes nada que probar'. No le hice caso y seguí hasta que en la milla 60 me di cuenta que la correa del monitor del corazón me estaba apretando, justamente en el esófago, me la quite y descubrí que esa era la molestia de la milla 20 y me alegré de haber vencido mi mente en aquel punto.

Qué más hice en esas largas y calurosas 112 millas? En esas 112 millas donde solo estas tu, tu mente y tu reloj, te pasa de todo por la cabeza. Agradeces a Dios por la vida, por permitirte estar ahí, por tener la salud física y mental para lograrlo. Agradeces a todas las personas que te apoyaron en el entrenamiento y en las que te están apoyando en el evento. Inevitable pensar en tu familia, tu mascota Dana, tus compañeros, tus amistades. Inevitable es recordar todos los mensajes de apoyo y las buenas vibras recibidas; ese fue mi motor de energía en el camino.

Para pompearme canté mi estribillo de canción favorita para los eventos, el himno aquel de Fiel A la Vega: 'Dame un momento pa' probar de que estoy hecho... soy el que va cuesta arriba, soy el que va al acecho'. Me entraba lo patriótico y pensaba que si Espinal y Culson habían podido llevar la medalla de plata y bronce para Puerto Rico, yo podía llevarles la de hierro! En fin, todo tipo de pensamientos locos. Observas y admiras lo bello del paisaje y simplemente sonríes por todo y por nada y porque ya estás seguro que lo vas a lograr. Simplemente me concentré en disfrutarme el viaje. A eso te dedicas por ocho horas, 49 minutos.

Al llegar a la transición y entregar mi bicicleta, le dije a los voluntarios: se acabó esto! Riéndose me dijeron: 'Sí claro, solo te faltan 26.2 millas corriendo'. Por eso mismo, se acabó para mí, pensé. La corrida es lo mío. Yo sabía que aunque fuera gateando yo llegaba. Me llevé conmigo mis banderas, la de España por mi mamá y la de Puerto Rico por mi papá. La corrida es la parte más emocionante porque hay mucha gente animándote. Cuando uno está en un evento así, cada palabra de aliento y ánimo es como un gel de energía, aun sea de un extraño, pero cuando el ánimo es de tus familiares, amigos o puertorriqueños entonces es el equivalente a tres 'gels' de energía… y si escuchas que te gritan Puerto Rico puedes llegar a correr como Forrest Gump! La adrenalina se me activó y corrí tan alegre que olvidé el dolor de mis piernas. Además tienes la oportunidad de ver, saludar y animar a los compañeros de equipo o de Puerto Rico que te encuentras en la ruta. Ya cuando me faltaban dos millas decidí parar en el oasis arreglarme un poco y prepararme para la foto de llegada, la foto que congelaría para el resto de mi vida uno de los mejores momentos de mi vida el momento en el que escuchas: 'MARGARITA SANTOS, YOU ARE AN IRONMAN'.

La organización del evento fue increíble y las facilidades para el evento estuvieron de primera. Sin la ayuda de los voluntarios la historia hubiese sido otra. La logística de este tipo de evento hace casi imperativo que tengas a alguien que te acompañe para que te ayude en un sinnúmero de detalles del evento. En mi caso, tuve la dicha de que me acompañara una de mis mejores amigas, Rosa Torres. Entre las múltiples funciones que le tocó hacer fue servir de corresponsal en mi página de Facebook manteniendo a todos mis amigos informados de mi desempeño; buscar la bicicleta y los ‘gear bags' para que yo no tuviese que buscarlos después de completar 140.6 millas; cargar paquetes; ser una agenda viviente, ‘cheerleader', fotógrafa y otro montón de detalles que se nos escapan a los participantes nerviosos que como yo dejamos la mitad de nuestra mente en la casa.

Llegas a Puerto Rico y una vez comienzas a atender las llamadas, a ver los mensajes de textos, tu email, Facebook, los mensajes de voz y todo eso, te das cuentas de todos los mensajes de buenos deseos, ánimo, apoyo, felicitación, admiración, gente que estuvo orando por ti, siguiéndote toda la carrera, y no puedes dejar de pensar que solo por eso valió la pena!

Me habían dicho que la vida te cambia una vez te conviertes en ‘Ironman'. Yo debo diferir, a mí la vida me cambió durante el entrenamiento. La gente me pregunta: qué se siente? Hay cosas que no podemos expresar con palabras, pero lo que sí puedo expresar con palabras es que siento que soy capaz de lograrlo todo. Un ‘Ironman' lo puede hacer cualquier persona que quiera hacerlo. Una vez decides hacerlo, lo único que te hace falta es la voluntad, para lo demás está la tabla de entrenamiento.

Hay una tradición y es que los que completan un ‘Ironman' suelen tatuarse el símbolo de ‘Ironman' para perpetuar esta experiencia. Muchos me han preguntado donde me voy a hacer el mío. Lo que nadie sabe es que ya yo me lo hice. Mi tatuaje tardó 16 horas con 3 minutos en hacerse, y quedo tatuado en los tuétanos; en mis entrañas.

Ha sido una de mis mejores experiencias vividas. Jamás me voy a olvidar de mi primer ‘Ironman', como tampoco olvidaré todas esas muestras de cariño recibidas. Todas esas palabras y muestras de apoyo y admiración me obligan a querer más. El ‘Ironman' de Kentucky, el mil veces llamado el primero, el único y el último. Ciertamente, fue el primero y por ser el primero fue único, y sí, el ultimo que haré en Kentucky. El próximo será en otro sitio, porque después de todo, todavía me sobran las ganas y el corazón para repetirlo.

Para leer la primera parte de esta crónica, pulse aquí.

Margarita Santos, a su llegada en el 'Ironman' de Louisville, Kentucky. (Fotos suministradas)
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