Delgado: 'Aprendí mucho de Alomar'
El ya retirado toletero aguadillano Carlos Delgado era un novato en Toronto en 1993 cuando la figura estelar de la novena era un jugador de Salinas que el domingo lo exaltan al Salón de la Fama del béisbol. De él aprendió muchísimo y quizás por eso fue que dio tantos palos durante su carrera.
Cuando Carlos Delgado era un novato con los Azulejos de Toronto, Roberto Alomar era el ‘cheche', el ‘matatán', el ‘caballo' del equipo. No tan solo hacía espectaculares jugadas en el diamante, si no que bateaba mucho y su técnica quizás se le pegó a Delgado a la hora de acercarse al plato con el madero.
'Yo aprendí mucho de Robert, porque cuando llego a Toronto, ya él tenía la reputación de descifrar a los pitchers, de eso me acuerdo, de que fue una escuela en ayudarme a descifrar lanzamientos. A lo mejor por eso me ayudó a pegarle más a la bola, no lo sé, pero de que aprendí eso con él, de eso no tengo duda', dijo Delgado al ser contactado por NotiCel para que recordara el tiempo en el que trabajó junto a Alomar cuando apenas empezaba en las Grandes Ligas.
'Robert llegaba al ‘dugout' y decía: ‘Cuando el tipo mueve la cabeza para un lado, viene una recta. Si mueve la cabeza de este otro lado o el brazo así, viene una curva. No voy a decir que se robaba las señales, porque en esto si dejas que te las vean te chavando, pero Robert siempre estaba pendiente. Yo miraba lo que él me decía, para ver si veía algo y no veía un divino al principio, pero después uno entiende de lo que él hablaba y aprendía también a descifrar este o el otro lanzamiento. Robert era muy habilidoso en el juego del béisbol, tanto en el terreno como fuera del mismo', apostilló Delgado, el pelotero puertorriqueño con más jonrones en la historia.
En el terreno, sin embargo, las clases del profesor Alomar parecían más un espectáculo. Jugadas de doble matanza a granel, outs que un simple mortal no pudiese realizar, defensa más intensa que la de un ejército imperial, etcétera, etcétera, etcétera.
'Te voy a decir una cosa, era impresionante la habilidad que Robert tenía para hacer lucir fácil jugadas que eran sumamente difícil. Hay una jugada en unos ‘playoffs', no recuerdo cuales, que se tira de cabeza a coger una bola detrás de primera bien impresionante que yo no sé como lo hizo, pero le salió y le salió con una gracia y una facilidad increíble. Tenía mucho instinto para el juego. Hacía tantas cosas, ofensivas y defensivas, robaba bases, bateaba fácil, y todo lo hacía ver como si fuese sin mucho esfuerzo. Era un jugador muy excitante en el terreno', recordó Delgado sobre quien este domingo se convierte en el tercer puertorriqueño en ser exaltado al Salón de la Fama, detrás de Roberto Clemente y Orlando ‘Peruchín' Cepeda.
Delgado, cuyos números (.280, 473 HRs, 1513 RBIs) indican que pudiese ser considerado para el Salón de la Fama, recordó también a Alomar como 'un tipo tranquilo, callado, introvertido'. Aún así, relató una anécdota sobre una tendencia de Alomar en los entrenamientos primaverales.
'Nosotros llegábamos, nos estirábamos, hacíamos la práctica de bateo y Robert no llegaba. El juego empezaba a las 8:00 PM y él llegaba al terreno a las 7:59, tiraba dos bolas y empezaba el juego y él mataba, así fuera entrenamientos primaverales, jugaba fuerte. Después es que uno se entera que es que él hace sus estiramientos en el camerino y su práctica de bateo aparte. Hiciera lo que hizo, le funcionó y ahora va para Cooperstown', expresó Delgado, quien en 1993 no participó de la Serie Mundial que Toronto ganó gracias en parte a Alomar, aunque luego recibió un anillo de campeonato.
Eso era en el béisbol, porque Delgado también habló de lo que se encontró en Toronto, a nivel global con respecto a la figura de Alomar.
'En Toronto él es un ícono. El es una de las razones por las que el béisbol en Toronto tuvo sus años de gloria. Los campeonatos del 1992 y 1993 la gente allí los recuerda con mucho cariño. Lo quieren mucho por eso y por la sencillez que demostró cuando jugaba allí', articuló Delgado, quien de por sí es una figura importante en Toronto, donde pasó la mayor parte del tiempo y logró importantes hitos deportivos, como la vez que pegó cuatro cuadrangulares en un partido en septiembre de 2003.